Día 13

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Draco habló en cuanto se sentaron, uno frente al otro. Miri se había puesto a dar vueltas por el salón vacío, por razones que ninguno podía o se molestaba en comprender—. ¿No se supone que me odias?

Harry resopló.

—Sí- no. Es que es agotador, ¿sabes, Malfoy? —Se encogió de hombros frente a su mirada inquisitiva y confundida—. Ya tengo a un loco mago oscuro detrás, profesores intentan matarme, me han tirado de la escoba, soy un imán para Dementores y todos me mienten o me ocultan cosas. Sólo digo que...si tú no te metieses conmigo, yo no lo haría contigo.

El silencio fue lo único que llenó el salón por unos instantes. Luego Draco se echó hacia adelante.

—¿Hablas de...una especie de tregua o algo así? —Gesticuló, señalándolos a los dos de forma alternativa—. Yo no me acerco, tú no te acercas.

—No tiene que ser tan extremo, todavía vamos a venir todos los días hasta que nos digan —Ambos resoplaron a la vez en esa ocasión. Intercambiaron miradas, Harry carraspeó, y simularon que no había ocurrido—. Pero sí. ¿Tú no te cansas de pelearnos?

Fue su turno de encogerse de hombros.

—En realidad, se me hace divertido a veces.

Harry rodó los ojos, negando. Se reacomodó en el asiento, cruzado de brazos.

—No sé por qué no me sorprende —Se rio, sin humor, diciéndose lo tonto que fue por intentarlo. Era obvio que, si no lo consiguieron en los pasados cinco años, no lo lograrían esas dos semanas, ni jamás—. Eres un completo idiota, ¿cierto? Entre tu ego y tus prejuicios- —Se detuvo, cuando notó que no sólo adoptaba su posición de brazos cruzados, sino que arqueaba ambas cejas—. ¿Qué? Ahora me dirás que vas a Hogsmeade con Ravenclaws y cenas con los Hufflepuffs los fines de semana, y yo estoy cometiendo un grave error, ¿no?

—Yo tengo un amigo en Hufflepuff. Por lo que sé, tú no.

—¿Qué? —No pudo evitar volver a echarse hacia adelante, boquiabierto— ¿hablas en serio? ¿Tú? ¿En Hufflepuff? Ya sabes- tejones, amarillo y negro- Hufflepuff. ¿Estamos hablando del mismo Hufflepuff?

Draco rodó los ojos.

—Sí, Potter, Hufflepuff —Lo decía con absoluta naturalidad. Si no hubiese sido porque Miri continuaba tranquila y comprobaron que el sistema antimentiras funcionaba, lo habría acusado de falso—. Smith está allí.

—¿Eres amigo de Zacharias Smith? —Insistió, cada vez más aturdido. Sacudió la cabeza y boqueó un momento, tras verlo asentir—. ¿Cómo pasó eso?

Él pareció hacer memoria, emitiendo un breve "hm".

—Bueno, estábamos en segundo, Crabbe y Goyle lo empujaron, él les replicó con tanta seriedad que los asustó. Fue divertido —Incluso lo reconoció, con una media sonrisa burlona—; tiene la lengua venenosa de una serpiente y da respuestas ingeniosas, sólo está en Hufflepuff porque quiso. Yo les dije que no lo molestasen más, me agradeció, sabes cómo son de condescendientes los Hufflepuff —Harry asintió, sin darse cuenta de que le cedía la razón con tanta facilidad—. Y...nos hicimos amigos. Nos vemos en la biblioteca a veces, hablamos de Quidditch, él está en el equipo de Hufflepuff, y los dos queremos quitar a los Gryffindor del primer puesto de la Copa. Piensa que su equipo tendría buenas oportunidades, si no estuviesen desmotivados porque todos prefieren a los Gryffindor o Slytherin, y nadie habla de los Hufflepuff, y es...inteligente. Tenemos conversaciones interesantes —Se encogió de hombros, como si comenzase a resultarle extraño que Harry todavía lo mirase boquiabierto—. Seguro no sabías que Smith es el tercer mejor promedio de nuestra generación, ¿no?

—No tenía idea —Admitió, negando—. ¿Va después de Hermione y...?

—Y de mí —Harry parpadeaba, completamente desorientado respecto al hilo de esa conversación—. Yo soy el segundo mejor promedio del curso, Potter. Por culpa de Transformaciones. La materia no se me da tan bien y a McGonagall no le gusta nada de lo que hago, de todos modos —Bufó—. Pensabas que realmente era un idiota, ¿cierto?

—No, yo- no- —Empezó a gesticular. Sólo cuando se percató de que empeoraba su situación, en lugar de mejorarla, se detuvo—. La verdad es que no lo sabía. Nunca te he visto estudiando. Mucho menos con un Hufflepuff —Agregó, porque tenía que seguirlo recalcando hasta salir de su estupor.

Draco chasqueó la lengua.

—¿Cómo podrías vernos, si nunca vas a la biblioteca? Sólo pasas por allí poco antes de que haya otro problema —Entrecerró los ojos al apuntarlo con un dedo—. Sí, me he dado cuenta.

Esa, en definitiva, no era el tipo de charla que se esperaba cuando les asignaron el castigo. Ni siquiera cuando le avisó a sus amigos, en la Sala Común, que había quedado a esa hora con Malfoy.

—Yo...—Pensó bien en lo que diría. Su mente todavía divagaba. ¿De verdad había dicho Hufflepuff?—. Soy ligeramente obsesivo, creo.

—¿Con qué? —Draco frunció el ceño, inclinándose más cerca.

—No sé, con- con cosas. Cosas que me interesan —Volvió a gesticular al intentar explicarse, sin notarlo—. Comienzo teniendo una razón, luego se me sale de control...eso dice Hermione —Aclaró, tras un instante en que el Slytherin no hizo más que observarlo con las cejas arqueadas.

—¿Tienes una obsesión justo ahora? —Inquirió, después de unos segundos más de silencio. Harry se encogió de hombros.

—No...no estoy seguro. No suelo notarlas.

—Eso es extraño —Reconoció, con un asentimiento lento. Harry soltó un bufido de risa.

—No más que tú hablando con un Hufflepuff.

—0—

—Harry, ¿qué estás buscando?

Él hizo un gesto vago para pedirle silencio, a la vez que se asomaba desde uno de los bordes de un estante. Hermione resopló.

—De acuerdo, ¿sabes qué? Te estaré esperando, en la misma mesa de siempre, ¿bien? —Emitió un sonido afirmativo, distraído. Su amiga se rio—. Búscame cuando hayas terminado de acosar a Malfoy entonces.

Harry repitió el ruido afirmativo, sin prestar atención a lo que le contestaba. Al doblar en el pasillo del siguiente conjunto de estantes, los encontró.

—...el problema es Potter, si lo piensas bien.

—El problema siempre es Potter —Draco rodaba los ojos. Estaba inclinado hacia adelante, junto a una de las mesas más aisladas de la biblioteca, con el codo apoyado en el borde, la barbilla sobre la palma. Un pergamino largo, con un dibujo del campo de Quidditch, lo separaba de Zacharias Smith, al otro lado; ninguno llevaba la corbata del uniforme y estaba seguro de que era adrede.

—Inténtalo en la práctica y el siguiente juego, y veamos qué pasa —Smith empezó a doblar el pergamino, con calma—. Ahora, necesito que me prestes tus tablas de Aritmancia.

—Uhm, no lo creo —Arrastró las palabras, una sonrisa se le dibujaba en el rostro. El Hufflepuff sólo levantó la mirada lo justo al replicarle:

—Que no te sorprenda que yo tampoco crea querer ayudarte con el próximo ensayo de Transformaciones.

Draco estrechó los ojos. Hizo levitar las tablas fuera del pergamino, sin dejar de amenazar en vano al otro muchacho.

—Serpiente rastrera, te disfrazas de tejón…

—Sí, sí —Por la manera en que Draco lo mascullaba y Smith ni lo observaba, supuso que era común entre ellos—. Soy encantador.

—Oye, ya que estás en eso, ¿no te has dado cuenta...?

Harry regresó hacia la mesa que siempre ocupaban cuando iban con Hermione a la biblioteca, todavía con esa sensación de completa estupefacción.

Merlín. Uno realmente podía conocer a una persona por cinco años sin conocerla nada, ¿cierto?

Un día a la vezWhere stories live. Discover now