Día 59

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Harry tenía esta idea, desde hace unos días atrás. No la había exteriorizado para nadie, ni siquiera él mismo. Mientras observaba el despliegue de magia que hacía que la pluma escribiese por su cuenta, sobre un pergamino flotante, y su responsable movía la cabeza al ritmo de The Beatles, tarareando para sí la letra, aquella resolución tomaba forma, se solidificaba, exigía ser escuchada.

Llevaban unas dos horas más de las necesarias en el aula abandonada, Miri se había desvanecido apenas terminaron su castigo de las tres cosas diarias. Un libro sacado de una sección de la biblioteca que nadie visitaba y otro que el Slytherin le prestó por esa vez, descansaban frente a él, junto a su ensayo recién terminado de Herbología. Cuando sabía cómo preguntárselo o insistía lo suficiente, Draco soltaba una o dos indicaciones que lo ayudaban a terminar más rápido sus tareas, con aparente indiferencia; él estaba seguro de que sabía lo que hacía, sólo estaba fuera de sus capacidades de serpiente reconocerlo.

No era tan complicado seguir su línea de razonamiento, una vez que te adaptabas a las implicaciones que ser un Slytherin traía consigo. Quizás por ello, quizás por la costumbre de reaccionar a un reto, se le ocurrió formularlo con ese tono de desafío que utilizaba para el Quidditch.

—Malfoy —Esperó a que se quitase uno de los auriculares del reproductor prestado y lo mirase—, ¿crees que podrías ganarme en un duelo uno a uno?

Draco elevó una ceja. Despacio, se sacó el otro auricular y se inclinó hacia él, recargándose con los brazos sobre las mantas. Tras un momento, a sus espaldas, la pluma puso el punto y final a un párrafo, tanto esta como el papel se guardaron en el maletín del Slytherin.

—Espero que no estés intentando meternos en problemas, Potty-Potty —Harry intentó contener una sonrisa y fracasó, lo que sólo debió intrigarlo más, porque arrugó el entrecejo—. ¿Qué tienes en mente?

La vacilación no le duró más de un instante. Los ojos grises, claros, tranquilos, estaban fijos en él. No lo observaban como si tuviese ganas de maldecirlo o lo considerase alguien más en su lista pendiente por pisotear.

Era curioso pensar que siempre había tenido los ojos de un color así de llamativo, y nunca pudo fijarse en ellos.

También tuvo la impresión absurda de que esos no podían ser los ojos de un traidor. Ni la forma de mirarlo, de alguien que fuese a repetir lo que él diría.

—¿Recuerdas cuando Umbridge nos dijo que no nos daría ninguna clase práctica? —Rodó los ojos y asintió.

—Una completa estupidez. Lo único divertido de Defensa es la práctica.

Harry sintió una oleada de confianza renovada al asentir.

—¿Y recuerdas...lo que te dije sobre el año pasado, al final del Torneo?

Claro que se lo había contado. Ahí mismo y en susurros; Draco preguntándole si era cierto que El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado regresó, Harry pensando que era la única persona, fuera del director y sus amigos, que no lo veía como si hubiese enloquecido al oírlo hablar del cementerio.

El Slytherin asintió, más lento.

—Potter, si te estás metiendo en ese tipo de problemas de nuevo...—Calló cuando él lo detuvo con un gesto.

—No, estamos- —Tomó una profunda bocanada de aire—. Tenemos esto que se llama E. D....

Y comenzó a explicarle.

Un día a la vezTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang