Día 80

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—...así que...

—...así que...

—¿Estamos saliendo?

—No lo creo.

Harry resopló. Estaba sentado frente a uno de los escritorios en desuso, reforzado con magia. Codos apoyados en la superficie de madera, el rostro recargado entre las palmas. Mantenía los ojos fijos en el Slytherin, al otro lado del aula, cómodamente sentado sobre una de las mesas.

Era lo que Draco habría llamado 'distancia segura' y se trataba de la táctica del día para evadirlo, por si perderse la tarde anterior, después de que dispersaron a los miembros del E. D., no hubiese sido suficiente.

—¿Te puedo volver a besar?

—Déjame pensarlo —Draco fingía examinarse las uñas, como si fuese lo más relevante del mundo. Lo peor del caso era que Harry sabía que lo estaba pensando.

Que lo pensase todo demasiado era la razón de que estuviesen así. El propio Slytherin le había reconocido que solía hacerlo, en varias ocasiones.

—¿Tengo que esperar a que pases por todo tu proceso de aceptación Slytherin y asimilación de que tienes sentimientos, como una persona normal?

—¿Cuándo dije algo sobre sentimientos? —Harry rodó los ojos. Sí, todavía lo estaba asimilando. Ese era el tono de irritación cuando le daba más vueltas de las necesarias a un asunto y aún no tenía una conclusión.

—¿Quieres que te enseñe como lo hacemos los Gryffindor?

—Seguramente sin usar la cabeza, sólo...actuando por impulsos y sin considerar nada, como las consecuencias que podría traer cualquier...

—Sí, justo así —El Gryffindor se puso de pie cuando decidió que cinco minutos de silencio casi absoluto y tres metros de distancia, eran más que suficiente.

Caminó hacia donde estaba sentado, encontrando divertido que no sólo se tensase, sino que se echase más hacia atrás sobre el escritorio, como si quisiese apartarse del camino y que pasase de largo. Harry se detuvo frente a él, se inclinó, y presionó ambas manos a sus lados, sobre la mesa. Draco observó el pequeño encarcelamiento que creaban sus brazos, luego a él, con el entrecejo arrugado.

—Malfoy- Draco —Usar su nombre le aseguró que lo vería, todavía cuando intentaba desviar la mirada—. Creo que me gustas.

Se tomó unos segundos para considerarlo, después asintió dos veces, despacio. Levantó las cejas.

Crees —Repitió, en tono neutral. Harry chasqueó la lengua.

—No soy bueno para estas cosas —Protestó, débilmente—. "Creo" suena menos loco que la explicación larga.

Tras otro momento de silencio, en que distinguió la batalla interna que tenía, por la manera en que apretaba los labios, Draco suspiró y extendió los brazos, apoyando las manos en sus hombros. Lo consideró un avance.

—¿Cuál sería esa explicación larga? —Inquirió, en voz baja. Harry le dedicó una mirada suplicante, esperando que no lo hiciese hablar demasiado, pero él continuó impasible, mirándolo. Expectante.

Respiró profundo, se dijo que por situaciones como esa fue que el Sombrero lo puso en Gryffindor, ¿y qué era lo peor que podía pasar?

Intentó no pensar tanto en lo último.

—Me gusta pasar tiempo contigo, mucho más de lo que pensé que me gustaría alguna vez. Hubiese creído loco a quien me dijese que podía divertirme así estando contigo —Draco masculló algo que sonó a acuerdo, lo que lo alentó a seguir—. Creo- pienso —Se corrigió a sí mismo, con una sonrisa vacilante— que puedes ser increíble cuando te lo propones. Quiero hablar contigo todos los días, no sólo por el castigo y aquí, y me gusta también que a veces me pones nervioso, pero no es un nervioso malo, es- bueno, es que estoy cómodo contigo, y luego haces- eso, y- sí, eso. Y quiero besarte —Completó, asintiendo con falsa solemnidad.

Un día a la vezWhere stories live. Discover now