E. D.

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—¡Desmayo!

—¡Expelliarmus!

—¡Petrificus totalus!

—¡Mierda, Potter! —Se detuvo para agitar una mano en el aire, un poco adolorida por una mala presión ejercida cuando se apoyó e impulsó en la palma, para rodar fuera del alcance del hechizo. Alzó un protego a su alrededor, que desviase el otro, y se puso de pie de un salto. Jadeaba.

A la siguiente secuencia, tras más de diez minutos de intercambiar hechizos, la suerte se le acabó. Dos pasos los distanciaban cuando su varita voló lejos de su agarre y hacia la mano libre de Harry.

—Y eso fue...

Sus palabras fueron interrumpidas por un repentino peso sobre la espalda, que lo hizo perder el equilibrio y doblarse un poco. Una varita le fue arrebatada, medio segundo después la otra acudía al llamado de un expelliarmus. Sólo cuando Draco se bajó, alzando ambas piezas de madera con una mano, se dio cuenta de que el hechizo había sido ejecutado con la suya.

Por las miradas aturdidas de los otros estudiantes, la mayoría también había notado ese detalle, pero el silencio prevaleció dentro de la Sala de los Menesteres, hasta que el mismo chico lo arruinó.

—Eso fue Potty distrayéndose en un duelo sin terminar —Giró su varita entre los dedos y se la tendió de regreso, por el lado del agarre. La sonrisa prepotente superaba el obvio cansancio de su rostro. Él tampoco estaba en condiciones de hacer demasiado.

—Chicos, me parece que acaban de ver a Malfoy siendo Malfoy y haciendo trampa como sólo un Slytherin es capaz —Junto a él, Draco llevó a cabo una extravagante reverencia y cabeceó, en agradecimiento a aplausos de un público inexistente.

—Yo diría que es una lección para que no le des la espalda a alguien, hasta que sepas que no te puede atacar.

Harry le concedió la razón con un gesto de "más o menos", se guardó la varita y giró para encarar al Ejército de Dumbledore. Había más de una persona todavía tan aturdida como cuando lo vieron llegar un poco tarde, con el Slytherin detrás, algunos mantenían el ceño fruncido y su distancia. Los que observaban con mayor cautela, sin embargo, lucían más relajados después de oírlos hablar al terminar.

Sí, eran reacciones que ya se esperaba. No estaba para nada sorprendido. También se lo había advertido a Draco, por lo que era normal que estuviese parado a su lado, con esa expresión divertida que anunciaba que disfrutaba de las dudas de los otros.

—No les pediré que mantengan un duelo con su compañero por tanto tiempo, sé que puede ser complicado las primeras veces —Siguió, pidiéndoles que se reorganizaran por parejas con una seña—. Pero por algo hay que comenzar. Lo primero que tienen que saber acerca de batirse a duelo con alguien es que no importa en realidad el nivel de conocimientos que tengan, sino su velocidad de reacción y cómo se adelantan a...

Se aseguró de haber pasado junto a cada uno de los grupos que practicaban, a lo largo de toda la sala, antes de caminar hacia una de las ventanas a un paisaje mágico. Draco los miraba desde ahí, recargado en el alféizar, con las piernas extendidas frente a él. Harry se sentó a un lado y soltó una pesada exhalación. Había hecho todo lo que estaba en su poder para no dejar ver que un duelo de varios minutos lo agotaba tanto como un buen partido de Quidditch.

El Slytherin le ofreció una botella cerrada. Cuando le dio un sorbo, se ahogó por el familiar sabor.

—¿De dónde sacaste cerveza de mantequilla? —Murmuró, tosiendo. Pasó la mirada de los demás estudiantes, concentrados en sus actividades, a él, para comprobar si alguien lo escuchó.

—Le pagué a unos de séptimo para que metiesen un poco al colegio por mí este fin de semana —No podía decir que le impresionaba la naturalidad y calma con que lo decía. A saber cuántas veces lo habría hecho.

Más preparado para lo que le esperaba, dio dos tragos largos, tapó la botella y se la regresó. Notó que la encogía y se la metía en un bolsillo.

—¿Y bien? —Entrechocó sus hombros, sin fuerza. Él le dio un vistazo y volvió a fijarse en los grupos que practicaban— ¿qué opinas?

—Tienen un buen sitio —Admitió, despacio, medido. Harry asintió en señal de acuerdo—, pero hay demasiadas personas aquí, Potter.

Arrugó un poco el entrecejo.

—¿Qué quieres decir con eso?

—No puedes confiar en que un número tan grande de personas guarden un secreto —Meneó la cabeza—. Umbridge ya sospechaba que hacían algo, una reunión de cualquier tipo. Nos tiene siguiéndoles la pista y he intentado decirle, sutilmente, que deje la paranoia, pero...esto es serio. Ella lo verá peor de lo que es, y sólo necesita que una persona, entre todas las que está aquí, los delate. Las probabilidades son-

—Oh, vamos —Harry rodó los ojos. Vio alrededor, para confirmar que los chicos estarían bien sin que los vigilasen, y se reacomodó de lado para observarlo—, esto va bien. Han mejorado muchísimo, no tienes idea de cómo eran al comienzo. Se están esforzando, no hablemos de...traidores y soplones. Todos aquí nos conocemos.

—Tú sabes tan bien como yo que el método de Umbridge no es preguntar dulcemente y esperar una respuesta —Draco colocó los dedos sobre el dorso de su mano, haciendo que bajase la cabeza. Las palabras cicatrizadas, imborrables, le dieron la razón por él esa vez.

—No quiero pensar en que seamos descubiertos por alguien de adentro —Levantó la mirada de su agarre, para observar sus ojos—. Y espero que no la dejes atraparnos desde afuera tampoco.

El Slytherin apartó su mano. Respiró profundo, dio otro vistazo a la sala, y arrugó el entrecejo.

—No sé si es porque eres ingenuo, Gryffindor, o sólo es tu estupidez —Bufó—, pero es obvio que necesitas alguien que pueda ver lo peor de las personas donde tú pareces estar ciego.

Harry sonrió y le rodeó los hombros con un brazo, jalándolo más cerca, en un arrebato que no le dejó pensar ni por un segundo en sus acciones. Draco se quejó por lo bajo, se retorció, y terminó por recargar la cabeza en él.

—Sí, sí, de nada. Soy el mejor, lo sé-

—Anda. Tienes una excusa para atacarme con todos los hechizos que te sabes y podemos trabajar en que tu patronus sea sólido y tome forma —Murmuró contra su cabello, los ojos vagando por la sala, en caso de que alguien necesitase ayude. No se percató, aun así, de algunas miradas que atraía su comportamiento.

—Hm, no suena tan mal.

—Te mataría intentar ser bueno por un rato, ¿cierto?

—¿Contigo? Sí. Es un acto mortal, prácticamente suicidio.

Harry rodó los ojos frente a su respuesta entre dientes y lo arrastró consigo cuando se puso de pie.

Un día a la vezWhere stories live. Discover now