Día 27

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—...Umbridge es una mierda de centauro —Harry hizo su declaración nada más entrar, dejando el "televisor prestado", que le mandó el señor Weasley encogido desde su colección de chatarra muggle sin usos, sobre la silla, en lugar de sentarse— y se está saliendo de control. No sé cómo la aguantas.

—Es porque no lo hago —Draco rodó los ojos e intentó mantener su expresión neutral, pero se percató de que alternaba la mirada entre él y el televisor—. Pansy y yo nos imaginamos que los centauros la pisan cada vez que está pidiéndonos que hagamos algo, o que el Calamar Gigante la atrapa y la lleva a formar parte de la comunidad de sirenas en el fondo del Lago Negro.

Harry ya estaba de rodillas frente al televisor, echando los cables hacia atrás, y replicando los encantamientos que Hermione le indicó que ejecutase para hacerlo encender con magia y trabajar con la película que ella le había dejado. Nunca conversaron del tema de Umbridge porque Draco no estaba tan dispuesto a presumir de la Brigada Inquisitorial a solas, como se esperaba, y él pensaba que se pondrían a pelear por su diferencia de puntos.

No se le ocurrió que los dos la odiasen. Viéndolo mejor, ¿alguien podría no odiarla?

—¿Por qué haces como si estuvieses de su lado entonces? —Inquirió, en voz baja, ralentizando sus movimientos para observarlo. Draco hacía girar el anillo Malfoy, de nuevo, y se tomó su tiempo para contestar.

—Mi padre me dijo que tenía que apoyarla y poner a los Sly de su lado.

—¿Y siempre...—Se detuvo una vez que estuvo seguro de que encendería— haces lo que él te dice?

Por la manera en que frunció el ceño y se tensó, estaba claro que volvía a entrar en terreno peligroso. Miri aún no le hacía una advertencia, pero tampoco la necesitaba; había visto esa expresión mil veces.

—No intento pelear —Juró, en tono suave, bajo. Él se demoró unos segundos en dejar caer los hombros y suspirar.

—Normalmente, sí.

—No te gusta hablar del tema, ¿cierto?

—¿A ti te gusta hablar de tus tíos? —Le replicó, de inmediato. Estaba a punto de decirle que no podía comparar a sus tíos con su padre, cuando se dio cuenta de que no tenía idea. De que tal vez sí.

Puede que no del mismo modo, pero si las sospechas que tenían sobre Lucius Malfoy eran ciertas, tampoco podía ser tan intachable como aparentaba.

—¿Él te ha lastimado de alguna forma? Sólo- no digo que me expliques nada —Se apresuró a aclarar, antes de que su expresión volviese a cerrarse para él—. Pero, bueno, él- tú- me refiero a que no sé si-

—No, Potter —Lo vio a los ojos al negar—. Mi padre nunca me ha hecho nada. Ni un golpe, ni una maldición, ni un castigo físico de ningún tipo. Ni siquiera me ha levantado la voz una vez. Él sólo- —Suspiró y se echó hacia adelante, para enterrar la cabeza en las manos un momento—. Mi padre sólo es estricto, severo y difícil. Quiere lo mejor para mí, pero no sabe cómo- demostrármelo, se equivoca, y- y a veces está sin estar, no es perfecto. Pero es mi padre.

—Nadie es perfecto —Comentó Harry, en un susurro. Casi como si no quisiese que nadie más, ni Miri, pudiese oírlos. Como si fuese a evitar que alguien pudiese ver a ese Draco Malfoy que recargaba el rostro en sus propias manos y lo miraba igual que si pudiese darle una explicación sobre el comportamiento del hombre, que a él le faltaba. No podía, a su pesar—. Pero seguro hace lo que puede.

—Yo solía pensar que lo era. Que él era el mejor.

—¿No piensan eso todos los niños? —Intentó sonreírle y notó que lucía más tranquilo al enderezarse. Se aclaró la garganta.

Un día a la vezKde žijí příběhy. Začni objevovat