Las consecuencias de tus actos

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Draco estaba saliendo de su Sala Común cuando lo localizó. Harry acababa de quitarse la capa de invisibilidad, dobló el mapa, lo guardó en el bolsillo trasero de su pantalón.

—Dra-

Distinguió el vendaje sobre la mano cuando este se detuvo frente a él. Draco se sujetaba el antebrazo opuesto con ella, como si fuese cosa de todos los días; erguido, los hombros sin tensión extra. Incluso mantuvo la expresión de falsa tranquilidad cuando Harry extendió una mano, vacilante.

Debió comprobar que no iba a armar un alboroto, porque colocó la suya encima después de un instante. El Gryffindor tanteó sobre la tela gruesa de la venda, lento, cuidoso. Con miedo.

—¿Duele? —Musitó, con un hilo de voz. Él negó.

—Después de un rato, ya no dolió. Mi padrino me puso algo encima para que no vuelva a...doler, pero no creo que se quite y él tampoco.

—¿Puedo...? —Dejó la pregunta en el aire, titubeante. El Slytherin se encogía de hombros.

Buscó el extremo de la tela y la desenrolló con movimientos delicados, tanto como sus propias manos se lo permitían; nunca había sido bueno en ello, pero sabía que no se perdonaría lastimarlo más. Cuando tuvo el vendaje en la palma, hizo girar la del chico.

Las líneas en el dorso no estaban enrojecidas, trazos casi blancos, confundiéndose con la piel pálida, si no las observaba con el ángulo correcto. En él, se disimularían más fácilmente.

"Todo lo que hago, trae consecuencias"

Harry apretó la mandíbula hasta que sintió una punzada de dolor en la quijada, luego un poco más. La sangre comenzaba a hervirle, pero procuró no apretar su mano ni soltarlo. Temía que, si lo soltaba, lo siguiente que tomaría sería la varita. La manera en que conservaba los ojos puestos en él, le advertían que el verdadero enojo sobrevendría si iba a buscar a Umbridge con una maldición en la punta de la lengua.

Por mucho que se lo mereciera.

—Es sólo un recordatorio —Susurró. Harry odió ese tono sereno, nivelado, libre de toda emoción, más que nunca— de por qué debo pensar bien las cosas. No- no es- —Hizo ademán de apartarse un paso cuando él extendió el brazo, pero el niño-que-vivió fue más rápido; en cuestión de un parpadeo, lo tenía rodeado con ambos, pegado a él. Draco temblaba, de una forma tan leve, que jamás lo habría notado, si no lo hubiese estrechado del modo en que lo hizo.

No recordaba haber querido matar a alguien antes. No era una sensación agradable.

—No es tu culpa —Draco continuaba imposiblemente tranquilo, por fuera. Hablaba contra su oreja, bajo, suave—. No tiene idea, fue casi un arrebato. Y no le dije nada.

que no lo hiciste.

Eso, quizás, era lo que más rabia le daba.

—La convencí después de...que se hubiese enojado más conmigo. Ya sabes, de que te estoy vigilando y toda esa estupidez.

Una señal de alarma se encendió en su cabeza, obligándolo a alejarse unos centímetros, lo suficiente para verlo. Lucía agotado, más de lo que alguna vez lo encontró tras un juego de Quidditch o un duelo del E. D.

—Debió creer que sería fácil —Se inclinó hacia adelante. Harry estaba rígido cuando recargó la frente en su hombro—. Te lo dije. Puedo ser leal también.

Hubiese deseado no obtener ese tipo de confirmación jamás. Draco continuó, en voz baja, cuando él intentaba lidiar con la preocupación, la culpa, la ira, sin que su magia se saliese de control. Era como ser incapaz de apreciar el aire que entraba a sus pulmones, a pesar de sentirlo llegar.

—Harry, no vayas a hacer una estupidez.

—¿Cómo quieres que no...? Tienes- tienes que decirle a tu padre —Nunca creyó que llegaría el día en que soltaría algo semejante. Pero no sólo lo hizo, sino que por lo que le contó de él, incluso tenía una ligera seguridad de que serían otros actos los que tendrían consecuencias.

Draco movió la cabeza; no habría interpretado bien el gesto, sino hubiese usado palabras después.

—Padre me dijo...que no escribiera más a casa, hasta nuevo aviso. O cuando me escribieran ellos primero.

—Entonces hay que- hay- voy a-

¿Así se sintieron Hermione y Ron cuando la cara de sapo se lo hizo a él? Comenzaba a tener remordimiento por el modo en que los trató.

—Draco —Insistió, incrédulo. Furioso. Ni siquiera podía terminar de hilar un pensamiento decente—, hay que-

—Sh.

Volvió a apretar los dientes con fuerza, cuando percibió el beso ligero en un costado de su garganta.

—Yo me puedo vengar solo, león.

Aunque sonase seguro, seguiría temblando un poco entre sus brazos, como única señal del miedo acumulado que debía tener dentro. Harry no notaría cambios en los próximos días. No todavía.

Un día a la vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora