Operación: a la cara de sapo le tiene que ir mal

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Para entender cómo llegaron a esa situación, habría que tener en cuenta que era media tarde, alrededor de la mitad de una semana cualquiera y cerca del mes de marzo. La oficina de Umbridge estaba apartada del resto de las de los profesores, la Brigada la abandonó por sus órdenes, a excepción de un estudiante que permanecía en la silla contraria a la suya, con los tobillos cruzados y tal porte despreocupado, que dudaba que alguien más hubiese sido capaz de adoptar frente a ella.

Draco tenía una facilidad increíble para verse pulcro y mantener el rostro libre de emociones. Al mismo tiempo, no parecía que la túnica de uniforme de mangas largas y holgadas estuviese fuera de lugar en él, a pesar de que ningún otro estudiante andaba con esa prenda tan tarde, por la temporada que era.

Si Umbridge hubiese sido más lista, quizás lo habría notado y se habría ahorrado algunos problemas. Dado que no ocurrió, los hechos fueron inevitables.

Harry Potter estaba en una esquina apartada de la oficina, bajo la capa de invisibilidad que perteneció a su padre. Fingir que ni siquiera existía podía ser muy sencillo, cuando la cara de sapo no dejaba de hablar con esa vocecita repiqueteante, que conseguía que cualquiera tuviese ganas de maldecirla.

—¿Algo más que me pueda decir, señor Malfoy? —Inquiría, con la sonrisa tensa y perfecta plasmada en el rostro.

—Atrapamos a unos chicos de sexto, besándose, en los rosales. Castigados. A quienes les compraron mercancía de bromas a los Weasley, les fue decomisada esta misma tarde. También estarán castigados —La profesora asintió en señal de aprobación a sus resoluciones. Harry estaba más que sorprendido porque pudiese conservar un tono nivelado, sereno, mirar a la bruja a la cara, sin dejarse distraer por los múltiples retratos y dibujos de gatos en la oficina; a él lo inquietaban, de forma casi perturbadora—. Un grupo de cuarto intentaba reunirse, aún no descubrimos por qué, pero hemos disuelto su...organización estudiantil, antes de que cause algún problema mayor.

Umbridge no dejaba de asentir a todo lo que oía. Comenzaba a ver por qué tenía a Malfoy como líder de la Brigada Inquisitorial; no tenía que decirle nada, para que hiciese lo que tenía en mente.

Le hubiese gustado recordarse que Draco odiaba a la cara de sapo tanto como cualquiera, pero estaba seguro de que una parte de él también apreciaba el poder que le otorgaba estar de su lado. Bueno, supuso, eran contradicciones con las que lidiar al tratarse del Slytherin.

—Excelente —Con un par de movimientos de varita, una tetera que emitía un pitido, levitaba hacia el escritorio, para servir té humeante en dos tazas. Una de ellas se acercaba a Malfoy por cuenta propia, que hacía gala de todos sus modales sangrepura en la manera de sostenerla y simular beber, sin quitarle los ojos de encima a la mujer de rosa—. ¿Algo más que decirme, señor Malfoy? ¿Cómo va nuestra...investigación?

—Potter es un inútil —El aludido estrechó los ojos por debajo de la capa. Bien, puede que Malfoy también disfrutase de la ocasión de quejarse de él de formas exageradas—, ni siquiera tiene buenas notas. Si no fuese por el Quidditch, es probable que no haría nada con su día. Asiste a los castigos sólo para quedarse dormido en el aula cuando terminamos, perezoso, irresponsable, insolente. Es más un crup que ladra mucho y no puede morder con fuerza; yo no me preocuparía por él. Aparentemente, "salvar" —Por supuesto que hizo las comillas con los dedos, levitando su taza un instante para lograr el efecto— al mundo mágico, no garantiza un miembro productivo para la sociedad después.

La cara de sapo incluso se rio. Una risa tintineante, aguda y contenida, satisfecha con la falsa información. Draco permaneció impasible.

En un principio, le había preocupado lo que harían si se volvía en su contra al último momento o lo descubrían. Recordaba que el Slytherin también rio al oírlo.

Un día a la vezWhere stories live. Discover now