Operación: asalto a la cocina

27.2K 3.9K 2.3K
                                    

Draco arqueó las cejas nada más oírlo, pero él no pudo saberlo, porque estaba de espaldas. Terminó de recoger las porciones de tarta, se dio la vuelta, y lo vio saltar para quedar sentado sobre una de las mesas de la cocina, con las piernas cruzadas, un tazón con varias raciones de pudin de chocolate entre estas.

A Snape se la había ocurrido, esa misma mañana, que su castigo incluiría nada de salidas a Hogsmeade. Para ambos. Harry estaba sorprendido de ver la equidad con que trataba a su ahijado, por una vez, aunque hubiese preferido que no le diese por ser justo a esas alturas.

Mientras casi todo Hogwarts visitaba el pueblo mágico, ellos permanecieron deambulando por los pasillos. Fueron al aula abandonada, conversaron, vieron una película de las basadas en los libros de King (con los respectivos gritos ahogados de Draco y sus quejas sobre la reinterpretación, Harry riéndose o fingiendo seriedad, acorde al caso), y se quejaron por lo lentas que pasaban las horas de la tarde. Cuando soltó que tenía ganas de comer tarta de melaza, el Slytherin volvió a afirmar la supremacía del pudin de chocolate por encima de su postre favorito, lo que siempre era un indignante motivo de discusión entre ambos.

El resto fue una historia que luego se le antojaría absurda. Intercambiaban miradas, Harry mencionaba "visité las cocinas un par de veces..." y Draco añadía "he oído que todo el tiempo hay postres preparados allí". Ni siquiera lo hablaron, antes de ponerse en movimiento.

Los estudiantes podían divertirse en Hogsmeade ese fin de semana. Ellos tendrían su propio festín de azúcar, cortesía de los elfos histéricos.

Llevaban alrededor de tres postres cada uno. Harry todavía estaba asombrado porque pudiese seguirle el ritmo, cuando nunca lo había visto comer tanto ("por norma general, uno no puede devorar todo lo que haya en la mesa, por Merlín, Potter. Me la paso comiendo entre los horarios oficiales para no morir de hambre" fue la única explicación que recibió), y culparía a la dosis de azúcar, por el tema que sacó.

Cho Chang.

Justo ese día, también por una casualidad que empezaba a fastidiarle, Cho lo había detenido a la salida del colegio para preguntarle si iban juntos al pueblo. Él tenía un "sí" en la punta de la lengua, cuando el profesor de pociones lo capturó y arrastró de vuelta dentro, junto a Draco.

Acordaron verse la semana siguiente. Harry después planearía qué pasadizos utilizar y cómo fingir que se quedaba todo el día en la Torre, si el castigo de nada de Hogsmeade perduraba.

—Así que tienes...¿se podría decir que es una cita? —Draco esperó a que él también se hubiese subido al mesón, por lo que hablaban de frente, los postres dispersos en medio de ambos.

—No lo sé, ¿qué se necesita para ser considerado una cita? —Contuvo la risa al verlo estrechar los ojos por la manera en que le habló con la boca llena de tarta. Al tragar, le enseñó la lengua cubierta de melaza, burlón, y el Slytherin le arrojó un pudin a la cara. Decidió que se lo comería también—. Ya, en serio. ¿Es como...tengo que tomarla de la mano o algo?

—¿Y yo qué voy a saber?

Él se encogió de hombros.

—¿Qué necesitan tus citas para considerarlas como tal?

Draco fingió considerarlo, mientras giraba una cucharilla sobre el tazón de pudin.

—Por lo general, quien me invita directamente la llama "cita" para evitar malentendidos —Aclaró, arrugando un poco el entrecejo—. Pero supongo que...¿un beso?

—¿Besarla en la primera cita no es como...? —Hizo un gesto vago, al no encontrar palabras para explicarle. Fue su turno de encogerse de hombros.

—No sé, puede que quiera besarte, puede que no. Tal vez no sabe que quiere y lo descubra cuando la besas, o...

—Aunque ya nos hemos besado —Recordó, en un murmullo. Había olvidado por completo ese detalle.

—¿Entonces cuál es el problema? —Draco arrugó la nariz—. Ya tienes la primera parte del trabajo hecho. Si consigues otro beso y se divierten, yo diría que fue un éxito de cita. Supongo. Probablemente sea lo mismo con chicos que con chicas, así que sí.

—Besar a alguien en la primera cita suena- es que-

—Pero si ya se han besado y no han salido —Rodó los ojos. Harry tuvo que aceptarlo, a regañadientes.

—La primera vez no fue muy bien...

Y ya no estoy seguro de qué tanto me gusta, se abstuvo de añadir. Era una duda razonable que no tenía en mente compartir con nadie, hasta que hubiese llegado a una conclusión por su cuenta.

Además, podía imaginarse la respuesta que le daría y sabía que no ayudaría.

—Potty, no esperaba ser yo quien te dijera esto —Lo apuntó con la cucharilla, de un modo que lo hacía ver más severo de lo que debía ser posible—. Pero no deberías salir con alguien que no bese bien. Imagina la mierda de relación que podrías tener con una persona así.

Se demoró unos segundos en comprender que era lo más cercano a un consejo que le daría y rodar los ojos.

—No fue malo, sólo- muy húmedo —Draco volvió a arquear las cejas y él se atragantó con un bocado—. No es- no me refiero a eso. Ella estaba llorando.

—Así que eres  el que besa mal —Asintió un par de veces, palmeándole el brazo en señal de falso apoyo. Harry le dio un manotazo al dorso de su mano y frunció el ceño.

—Yo beso muy bien.

—Sigue diciéndote eso, campeón...—Lo esquivó cuando hizo ademán de lanzarle un pudin. Luego lo reconsideró y concluyó que el pudin era más relevante que la opinión de Malfoy; él no lo valía.

—Vete a la mierda.

Draco chasqueó la lengua y jugueteó con la cucharilla entre los labios por unos segundos, pensativo. Harry no despegó los ojos de él mientras lo hacía. Después se diría que fue porque encontraba curioso el gesto, la manera en que la balanceaba sin soltarla y no parecía suponer ningún esfuerzo.

—Abre la puerta por ella cuando entren a un local, arrastra su silla si van a sentarse para comer. Dile que se ve bonita —Enumeró, tan pronto como se cambió la cucharilla a la mano y se puso a darle vueltas entre los dedos. Harry parpadeó, aturdido—, halaga su cabello. Pansy ama que alguien halague su cabello o sus ojos. Seguro ella también. Merlín —Se rio—, hasta yo amo que me halaguen. Básico, pero siempre funciona.

Harry sonrió.

—Gracias, Malfoy. Sé cuánto te cuesta no envenenarte con tus propias palabras y ser casi amable por medio segundo.

—Es tan difícil —Se llevó una mano al pecho y simuló asfixiarse. Cuando el Gryffindor se rio, negando, él sonrió y se enderezó—. Y si sale mal, todavía puedes considerar lo de probar con chicos.

—Y vas de nuevo...

—No sabes de lo que te pierdes —Sacudió la cabeza, con falsa decepción.

—No puede haber mucho que me agrade ahí, si a ti  te gusta.

—No sé, Potty, tienes algunos detalles extraños.

—Lo dice el que nada desnudo en el Lago Ne-

—¡Ya supéralo!

Harry se siguió riendo, incluso bajo el ataque repetitivo de pudines de chocolate flotantes.

Un día a la vezWhere stories live. Discover now