1. Alice

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Nota de autor: ¡Holi! Estimados lectores, este es el primer libro que escribo espero y les guste, he estado trabajando en el para que sea de su agrado; soy nueva en esto así que me es algo difícil. ¡En fin! Los invito a sumergirse junto a Alice a la fabulosa aventura que se vine.

Booktrailer: https://youtu.be/Dn7Djce1KQE?si=fG1dhiEk1zMqX_aE

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El sol irradiaba con intensidad, la brisa jugueteaba con mis cortos cabellos, la mañana empezó a transcurrir con rapidez. Los cantos de las aves eran melodiosos, el aroma del césped recién cortado y de las flores impregnaban el aire. La abuela rellena de agua ambos jarrones de la lápida para acomodar las flores en ellos, se persigna para después ponerse en pie y rodear mi espalda con uno de sus brazos dejando palmaditas en la misma.

—Con hoy se cumplen once años de que tu madre se fue, pero aún duele como la primera vez. —una lagrima recorre el rostro de mi abuela.

Suspiro con pesadez, no importaba el tiempo que transcurriera, la sensación de vacío por su partida era un estado anímico permanente.

Mi madre había sido para mí un vago recuerdo, pues ella murió cuando yo tenía cinco años. Su muerte me ha significado un enigma ya que nadie me había querido decir la forma en que ella murió o siquiera las razones, ¿estaría enferma? ¿tuvo un accidente? Una y mil preguntas rondaban mi cabeza a la hora de pensar en ella.

Ahora, con dieciséis años me he cansado de los interrogatorios, me pregunto que tan mayor más esperan que sea para que puedan decírmelo.

—Vamos a orar por tu madre. —pide la abuela.

Junto mis palmas y guardo silencio mientras observo el nombre de mi madre esculpido en la piedra, mi mirada se desvía en la abuela, es una mujer adulta de setenta y cuatro años de nombre Adelaida, sus cabellos son grises y estos están sujetados en su constante moño, las arrugas en su piel, sus manos pecosas y la curvatura en su espalda son un recordatorio de que debo aprovechar cada minuto a su lado.

La abuela besa su pulgar terminando de rezar.

—Bueno, vayamos a casa de tu padre. —sugiere.

Caminamos bajo el sol mañanero, sin pronunciar palabra pero disfrutando de la compañía de la otra.

—Linda, me gustaría que pasáramos navidad en la ciudad. Estamos a tan solo un día de noche buena, ¿qué dices?

—¿Iremos con papá?

—No lo creo hija, me disgusta la idea de que su novia vaya con nosotros.

Suelto un suspiro prolongado, era verdad, papá no iba a ningún lado sin su novia Tanya. Ella es una mujer más joven que mi padre, tiene veinticinco años, es muy atractiva y aparenta ser amable pero es cuestionable su interés romántico por un hombre que le lleva de ventaja como quince años. Por otro lado está mi padre, Adam Jones. Un hombre reservado, trabajador, hábil con los números y convenientemente dueño de la segunda granja más grande del pueblo y con grandes extensiones de tierra.
Ambos se conocieron hace cuatro años, por culpa de un caballo que enfermó y Tanya acababa de graduarse en veterinaria. Empezaron a salir cuando yo tenía trece años y a los quince ella se mudó con nosotros. Han sido dos años en los que ella invadió mi casa y me robó la atención de mi padre, si antes de ella era poca ahora me he vuelto invisible para él.

Sin Salida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora