CAPÍTULO 4

49 8 78
                                    


No sé cuántas horas llevo durmiendo, pero me despierta un ruido fuerte, creo que se ha caído alguien, ¿se habrá hecho daño? Abro los ojos de golpe y lo veo todo negro, ¿Por qué no veo nada?, noto un ligero peso por encima de mi cabeza y noto que es la manta, sigo en mi cama. Por un momento me he asustado, decido apartarla para poder ver de dónde ha venido el ruido. Me sorprende ver que la habitación sigue sumida en una oscuridad total, los únicos puntos de luz son la lucecita de la nevera y el pequeño punto rojo del microondas. Aún no sé de dónde ha salido el sonido, intento palpar a oscuras a ver si encuentro el interruptor pero no hay suerte. Vuelvo a escuchar un ruido pero esta vez acompañado de un grito, es la voz de Lucía. Se me ocurre coger el móvil y encender la linterna y veo que está tirada en el suelo encogida y con cara de terror. Lo que me extraña es ver que sigue dormida. Me acerco a ella y la intento despertar suavemente para no asustarla, abre los ojos de golpe, parece que haya visto un fantasma.

—Lucía ya está tranquila, ya pasó...—Intento decir para calmarla y el miedo va desapareciendo poco a poco de sus ojos. Se reincorpora y se queda sentada en el suelo unos segundos antes de decir:

—Ay lo siento si te he despertado, esque cuando tengo pesadillas lo paso muy mal.—Parece avergonzada, me da pena, sabe que nunca va a ser una molestia para mí. La conozco desde hace años y sé que cuando no puede dormir necesita dormir con alguien a su lado.

Le ofrezco dormir conmigo en la cama pero se niega, dice que ya debe ser tarde porqué le rugen las tripas. Lleva razón, no tengo ni la menor idea de que hora es. Me acerco a la mesita donde he dejado el móvil y lo enciendo, son casi las nueve de la noche.

—Tia llevamos durmiendo casi tres horas, esta noche no habrá quien nos acueste...

—digo con una carcajada —¿Las demás estarán ya despiertas?—desde que nos hemos separado después de comer no tengo ni idea de lo que han hecho las demás.

—No lo sé, pero creo que es hora de despertarlas...

Hacemos lo dicho y despertamos primero a la tercera integrante de nuestro bungalow, Estela se resiste y se queda durmiendo un rato más. Nos dirigimos a donde están las demás y vemos que tienen aún la llave echada, decidimos llamarlas pero deben tener los teléfonos silenciados, ya que no lo cogen.

Hemos vuelto porqué no podemos entrar de ninguna manera, nos quedamos pensando unos minutos lo que vamos a hacer. Se nos ocurre que como en pocas horas comenzará el cumpleaños de Claudia le podríamos preparar un pastel y algo de cenar.

Hacia las diez ya lo tenemos todo listo y Estela decide levantarse de la cama, parece soñolienta y se dirige al cuarto de baño, decidimos dejarle un par de minutos para que renazca como persona. Las del otro bungalow no aparecen y comienzo a ponerme nerviosa porque no sé cómo contactar con ellas, si no se despiertan dentro de poco les tendremos que aporrear la puerta con tal de que noten nuestra presencia. Afortunadamente eso no pasa y llegan en menos de diez minutos todas cambiadas y bien peinadas. Claudia se ha puesto unos jeans y un top negro de encaje súper elegante, se nota que es la cumpleañera.

Me siento ridícula, ya que tengo la cara llena de harina que me ha tirado Lucía sin querer, parece que ella piensa lo mismo, me mira de arriba a abajo y se ríe. La verdad no me importa mi aspecto, estoy solo con mis amigas, ¿Quién va a verme así?

Se nos pasa la cena volando y casi sin darnos cuenta Claudia ha soplado las velas de su decimoctavo cumpleaños, decidimos que mañana lo celebraremos a lo grande. María propone jugar al parchís pero yo estoy muy cansada y no tengo la cabeza para jugar a estas horas.

—Chicas lo siento mucho pero estoy muy cansada para jugar...—digo poniendo morritos y una cara triste.

—No te puedes ir a dormir aún, vamos a jugar al parchís —dice Estela intentándome convencer.

Well... why not?Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz