CAPÍTULO 27

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Me levanto un momento y me acerco a la cama donde está Claudia para ver cómo se encuentra. Dice que las quemaduras le molestan un poco pero que no es algo que no pueda aguantar. Me quedo un rato con ella hasta que Lucía me llama, está en otra de las camas, diría que es la de Zayn.

—Dime —digo al llegar a su lado. Veo que tiene tres o cuatro ovillos de lana dispersados por toda la cama. —¿Qué haces con todo esto? —digo riéndome

—¡Sh! —me hace un gesto para que baje la voz y yo levanto las manos a modo de disculpa. —Es una sorpresa —dice casi susurrando

—¿Una sorpresa? —digo sorprendida, no sé qué quiere hacer con lana en pleno julio.

—Sí —dice ella con una sonrisa —Tenía pensado hacer unas pulseritas a juego para todos —hace una pequeña pausa

—¿Y qué pasa? —digo yo extrañada —¿Cómo es que aún no has hecho ninguna? —Ella baja la cabeza como si estuviera triste y dice

—Porque no me acuerdo de hacerlas... —¿Para eso me necesita?

—Hazme hueco —digo mientras me siento a su lado y cojo un ovillo de lana.

De más pequeñas siempre solíamos hacer pulseras de la amistad, y es un recuerdo que conservo bien. Tras un par de intentos de hacer la pulsera, tenemos la primera terminada, es la de Zayn y es de color amarillo y blanco. Decidimos ponerle ese patrón, el color con el que identificamos a los chicos y un hilo de color blanco.

Tengo la tercera pulsera en mis manos cuando Harry se acerca a preguntar qué estamos haciendo, y al explicarle la idea él quiere colaborar encantado.

Al hacer las pulseras a tres manos no tardamos casi nada en terminar, las decidimos guardar en una bolsa para dárselas a todos después.

Louis nos explicó que el trayecto era de siete horas y media, y que en teoría deberíamos llegar de madrugada. La firma es mañana por la tarde y el concierto es justo después, se supone que al terminar esta gira tienen un cierto tiempo de vacaciones.

Lucía se levanta de la cama y se sienta en el sofá al lado de los chicos, los cuales están contando anécdotas alegremente. Al haber dormido tan poco esta noche, estoy agotada y no creo que tenga fuerzas para hacer nada más. Si después tienen algo planeado prefiero estar presentable, por eso decido echarme una siesta. Espero que a ninguno le moleste mi ausencia, ya que cojo un cojín y me acomodo, caigo rendida a los pocos segundos.

Noto un pequeño golpecito en el brazo, supongo que serán imaginaciones mías. Se vuelve a repetir una y otra vez, entonces me giro y digo más fuerte de lo esperado

—¿Qué? —al enfocar los ojos veo a Harry con un sombrero de paja. Él me sonríe y dice

—Es que hemos decidido parar un rato en la playa y no sabía si querías venir... —Parece estar esperando mi respuesta, por lo que me levanto y observo a mi alrededor.

—¿Y los demás? —él abre un armario de la litera de arriba y saca una toalla, extiende el brazo para dármela y dice

—Vamos, que ya están todos allí.

Me pongo el bañador y nada más salir veo que tenemos la playa literalmente delante, con solo poner un pie en el suelo ya estoy tocando la arena. Caminamos rápidamente hacia las sombrillas y nos quitamos la ropa, los demás ya están en el agua. Al tirarme siento un escalofrío por todo mi cuerpo, está helada. Intento moverme un poco para entrar en calor pero no funciona, los demás parecen sentir lo mismo, ya que en menos de diez minutos estamos todos acurrucados en nuestras toallas.

Well... why not?Where stories live. Discover now