CAPÍTULO 35

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Un débil zumbido se entromete en mi sueño, lo ignoro durante un rato hasta que se vuelve demasiado fuerte. Intento taparme con la almohada para poder seguir durmiendo pero el ruido no se detiene. Abro los ojos y me percato de dónde estoy, la adorable habitación decorada cuál película. Noto una suave respiración a mi lado y veo que Liam sigue en la cama, bueno, más que en la cama... Intento moverme un poco sin despertarlo, pero tiene la cabeza completamente apoyada en mi vientre, lo sujeto con delicadeza y lo aparto un poco. El sonido proviene de mi móvil, el cual está en la mesita de noche. Alargo el brazo para conseguir que deje de sonar y aunque el peso de Liam dificulta bastante esa acción, consigo apagarla. Suspiro aliviada y vuelvo a meterme en la cama, mi compañero suelta un leve ronquido y yo no puedo evitar reírme, el pelo alborotado le cubre los ojos y sus labios dibujan una sonrisa, parece feliz.

Aparto la mirada y veo en el suelo los restos rotos de la botella, se ha formado un pequeño charco alrededor. Intento pensar en por qué Liam tuvo que emborracharse ayer, no parece ser el típico que soluciona sus problemas con alcohol.

Si por mí fuera me quedaría todo el día tumbada en la cama, pero ayer quedamos en bajar a desayunar todos juntos. Miro por última vez a la persona que yace profundamente dormida a mi lado y me preparo para levantarme, con un leve impulso salgo de la cama y me dirijo hacia el baño. Me miro al espejo y veo que estoy totalmente despeinada, no tengo muy buena cara por lo que decido meterme a la ducha. Me tomo mi tiempo para enjabonarme y lavar mi pelo, una vez he terminado me quedo varios minutos reflexionando sobre lo que ha pasado esta noche. No sé si Liam querrá darme algún tipo de explicación, o si ni siquiera lo recuerda... Envuelvo mi cuerpo en una toalla y al salir me doy cuenta de que no he cogido ropa, abro un poco la puerta y para mi suerte Liam sigue durmiendo. Me dirijo corriendo al armario y cojo mis tejanos claros y la camiseta rosa palo, me visto rápido y tiendo la toalla.

Miro el reloj y creo conveniente ir despertando al bello durmiente, ya que no parece que vaya a levantarse por sí solo. Me acerco y sonrío al ver que se ha tapado completamente con la sábana, la aparto y descubro un rostro adormilado. Me siento en el borde de la cama y lo sacudo ligeramente.

—Liam, ya es hora de levantarse —digo en lo que parece un susurro, ni se inmuta. —Liam, despierta —él se retuerce y me da la espalda, no puedo evitar reírme. Gruñe algo que no consigo entender y se intenta tapar con la sábana, palpa varias veces encima de la cama hasta que se da cuenta de que he quitado las mantas.

—¿Qué hora es? —Dice mientras se frota los ojos y se da media vuelta

—Las nueve y cuarto —digo yo sonriendo, él bosteza y se ríe infantilmente

—¿Y para qué tenemos que levantarnos a las nueve y cuarto?

—Porque tenemos que ir a desayunar, o ¿No tienes hambre? —Él estira los brazos y da un largo suspiro

—Mucha —se ríe y se le marcan los hoyuelos, es adorable.

—Pues vamos —digo mientras tiro de él para sacarlo de la cama, se resiste un poco pero acaba cediendo.

—Ya voy, ya voy —dice poniéndose en pie de un salto, de repente se lleva la mano a la frente y dice —creo que me he levantado muy rápido... —Parece un poco mareado.

Se vuelve a sentar en la cama y mientras se ríe apoya las manos en la pared, desvía la vista hacia el suelo y se le borra la sonrisa de golpe. Se queda en silencio unos segundos y con la mirada fija detrás de mí.

—¿Qué pasa? —digo sorprendida

Me giro y sus ojos me conducen hasta el otro extremo de la habitación, la botella. Vuelvo a mirar a Liam y está muy serio, empiezo a sospechar que hubiera sido mejor idea tirarla antes de que se despertara.

Well... why not?Where stories live. Discover now