Capitulo 5

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La cena fue suculenta y duró demasiado tiempo.

Alex sabía cocinar, de eso no cabía duda. Dominaba con maestría un arte que admiraba, ya que ella apenas sabía hervir agua. No era hábil en casi ninguna de las llamadas «artes femeninas». Era el resultado de haber crecido entre hombres que se pasaban la vida en misiones altamente secretas y que se mostraban paranoicos con la seguridad. Con sinceridad, Lena estaba bastante sorprendida de que la blusa de encaje y la falda que se había puesto no le provocaran urticaria, ya que lo cierto era que sabía más de armas de fuego que de alta costura. Más sobre las artes marciales que sobre el maquillaje. Por ese motivo, intentar mantener un romance en el pasado había sido ridículo. Sólo esperaba que cuando Kara y Alex la instruyeran —no que salieran con ella— ese tipo de cosas no le importaran igual que no le importaban a Jack.

—¿Te ha gustado la cena? —preguntó Alex.

¿Qué si le había gustado? Se había quedado completamente sorprendida por la maestría culinaria de Alex. Se había ganado con creces el reconocimiento internacional que tenía.

Pero después de casi dos horas de deliciosa comida, cháchara y de que todas se dedicaran a evitar por tácito acuerdo lo que vendría a continuación y lo que eso acarrearía, Lena tenía los nervios más afilados que cualquiera de los selectos cuchillos de cocina de Alex.

No podía contener la anticipación ni controlar la lujuria que bullía en la estancia, o el espeso deseo que se deslizaba entre sus piernas.

Basándose en los monosílabos con los que Kara había contestado durante la última hora, suponía que ella estaba más que lista para ponerse manos a la obra.

O era eso, o que seguía sin estar feliz de tenerla allí.

Lena apartó a un lado el incómodo pensamiento.

—La cena ha sido maravillosa. Gracias por una comida tan buena, Alex. Todo ha sido espectacular.

—¿Más vino? —Las palabras eran una pregunta educada, pero sus ojos tenían un brillo travieso, como si hubiera hecho la pregunta sólo para jugar con ella.

—No, gracias. Dos copas es mi límite o me quedaré dormida.

—¿Una copita de Jerez?

Un asomo de sonrisa curvó la boca plena, pecaminosa y roja de Alex. Era una mujer atractiva, sensual, juguetona, de trato fácil, cultivada y curiosa. Era sorprendente que aún no la hubiera cazado nadie.

Pero en ese momento, Lena quería estrangularla por prolongar su agonía.

—No quiero nada más.

Alex se puso en pie y dejó su plato en el mostrador de donde cogió un postre de chocolate.

—¿Y postre? Puedo hacer café si queréis. Lo tengo con canela, vainilla francesa...

—Te lo agradezco mucho, pero lo que me gustaría es que nos fuéramos a la cama de una vez.

Alex se detuvo en medio de la cocina, con los platos en la mano. Kara contuvo el aliento. Ninguna de las dos se movió.

«Oh, no». ¿Acaso había malinterpretado las vibraciones? Habían parecido interesadas.

Durante la cena, Kara sólo había dicho lo justo, y la había mirado con esos ojos ardientes hasta que ella casi se había quedado sin apetito. Alex no había hecho más que coquetear, tocándole las manos, rozándole la rodilla con la suya, alimentándola con su tenedor.

DECADENTWhere stories live. Discover now