Capitulo 8

7.1K 493 104
                                    


NO LEER EN PUBLICO

La cena transcurrió en silencio a pesar de que Alex había asado a la parrilla unas malditas chuletas de cerdo y las había aderezado con un delicioso jarabe de arándanos. A Alex no pareció importarle el desalentador silencio. Las Fuerzas Especiales habían enseñado a Kara a comer cualquier cosa —desde los grasientos platos del comedor hasta una cabra cruda— para mantenerse con vida.

Las chuletas de Alex sabían bastante mejor. Y Lena... por la manera en que fulminaba a Kara con la mirada, dedujo que las dos habían discutido mientras ella no estaba.

Y por la manera en que Kara la miraba a ella, sabía que el hambre de su prima no iba a ser saciada ni por la carne de cerdo ni por la crujiente tarta de melocotones que había horneado un poco antes.

Alex sonrió detrás de la servilleta. Lo cierto es que todo iba sobre ruedas. Había llegado el momento de echar un poco más de leña al fuego.

Estiró el brazo hacia Lena y le acarició el suyo, que estaba desnudo por el bustier que llevaba. Luego le rozó la mejilla con los nudillos. Mmm... suave. Dulce. Y Kara estaba cada vez más enfadada, observó al lanzar una mirada de reojo a su prima.

— ¿Más ensalada, cariño? —preguntó Alex.

—No —Ella se relajó lo suficiente para sonreír— Estoy llena. Cocinas de maravilla, pronto no podré ponerme los pantalones.

Alex se inclinó hacia delante para depositar un beso tierno y sensual en sus labios, que aún tenían el débil sabor de los arándanos con que había condimentado la comida. Al otro lado de la mesa, Kara se puso tensa. Su tenedor repiqueteó en el plato. Alex la ignoró.

—Con nosotras dos cerca, no necesitas pantalones, ¿verdad que no, Kara?

Alex cerró la mano sobre el hombro desnudo de Lena y se lo acarició suavemente, sin dejar de observar los duros pezones que se erguían contra la tela blanca del bustier y el calor peligroso que emitían los ojos de su prima.

— ¿Habéis terminado de comer? —soltó Kara bruscamente, poniéndose en pie y cerniéndose sobre la mesa.

Lena se apartó y dirigió a Alex una mirada de incertidumbre. Estaba realmente preocupada. Oh, oh, ¿qué diablos había pasado entre Kara y ella para ponerla tan nerviosa?

—Eso depende de Lena. Podemos quedarnos aquí un poco más si lo prefieres, cariño.

Kara soltó la servilleta sobre la mesa.

—Si quieres que te enseñemos algo esta noche, gatita, es ahora o nunca. Tengo mejores cosas que hacer que quedarme aquí sentada charlando.

Alex notó que Lena se tensaba bajo sus dedos. Oh, los fuegos artificiales estaban a punto de comenzar.

—Has sido muy clara y, como no quiero molestarte, será mejor que vaya sólo con Alex a su habitación, tú puedes marcharte si quieres.

Alzando la barbilla, Lena se puso en pie y, a pesar de vestir una minifalda estampada y un bustier sin sujetador, pasó al lado de ellas con la altivez de una reina.

La mirada aturdida en la cara de Kara no tenía precio.

Su prima se dio la vuelta y siguió a Lena por el pasillo. Alex se puso en pie y se apresuró a ir tras ellas. Quería que estuvieran irritadas, pero no tan furiosas que se pusieran a discutir en vez de a follar.

Lena casi logró llegar a la puerta del dormitorio de Alex antes de que Kara la agarrase, la empujara contra la pared y cubriera su cuerpo con el de ella.

DECADENTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora