Capitulo 29

4.1K 381 104
                                    

Qué jodida pesadilla, pensó Kara, mientras entraba en la casa.

Había pasado la tarde hablando con Emma sobre negocios y problemas personales. Los negocios iban bien. De hecho, iban genial. Emma había hecho un gran trabajo ocupándose de todo mientras ella había estado protegiendo a Lena del psicópata de la bomba. Eran las cuestiones personales las que no parecían tener solución.

Ahora tenía que esperar a que Santana regresara a casa para poder discutirlas a fondo. Y esperaba no terminar peleándose a puñetazos con ella.

Llamó a Alex para decirle que ya estaba en casa. Su prima estaría de vuelta a las nueve. Aún faltaba un rato para poner fin a toda aquella mierda. «Estupendo». Lo estaba deseando tanto como deseaba que la castraran con la tapa mellada de una lata. Intentando controlar los nervios, Kara fue en busca de Lena.

Antes de que llegara Alex, tenía que decirle algunas cosas. Era una chica lista, así que no dudaba que ya habría comprendido que necesitaba a una tercera persona para poder hacer el amor con ella. Lena tenía que saber además, antes de que tomara una decisión sobre su futuro, que eso era algo que no cambiaría. Y que además había otra cosa que ella nunca podría darle. Y por qué. Había llegado el momento de sacar a la luz las heridas del pasado. Oh, Dios.

Estaba en el pasillo cuando la oyó hablar y siguió el sonido de su voz. ¿Con quién estaba hablando? ¿Con alguno de sus hermanos? ¿Con su padre? ¿Con una amiga?

—Yo también me alegro de hablar contigo. —Una pausa— Sí, tenemos que aclarar algunas cosas.

Frunciendo el ceño, se apoyó contra la pared exterior del cuarto de baño y escuchó el suspiro de Lena al otro lado de la habitación. Kara sabía que no debería escuchar a escondidas, pero siguió haciéndolo.

—Lo sé. He tenido que ocultarme, es por eso que no estaba disponible. Por el hombre que puso la bomba en casa de mi padre. —Lena se interrumpió para volver a comenzar de nuevo— Se encuentra bien. Yo también estoy bien. Sólo estoy un poco cansada. Quizá podríamos hablar mañana.

Kara se pasó una mano por la cara. Una ligera sospecha hizo que se le encogiera el estómago.

—No, no estoy tratando de darte largas. Es que he tenido un día infernal. —Otra pausa. Luego un fuerte sollozo— Por favor, déjame en paz. No me quieres Jack. Tú quieres alcanzar la redención o la salvación o algo por el estilo, y yo no puedo conseguirlo por ti. Ni siquiera puedo resolver mis propios problemas.

Así que sus sospechas eran ciertas. «Jack». ¿Aquella jodida estrella del pop seguía dándole la lata? ¿Y qué coño quería? Le rechinaron los dientes. Aquel gilipollas estaba haciéndola llorar. Kara se dispuso a entrar en el dormitorio, arrebatar el teléfono de la mano de Lena y decirle al señor estrella del pop que le dieran por el culo.

Antes de que pudiera hacer nada de eso, Lena comenzó a gritar.

—¡Maldita sea, ahora no! ¡Para de una vez!

Kara nunca la había oído perder el control de esa manera. Lena jamás se ponía tan histérica como se había puesto ese día. Ya había oído suficiente.

Irrumpió en el cuarto de baño hecha una furia. De nuevo volvía a ver rojo cuando le quitó el teléfono y dijo entre gruñidos:

—Si vuelves a llamar y a molestar a mi novia, te romperé todos los huesos del cuerpo, imbécil.

Resistiendo el impulso de arrojar el teléfono contra la pared, apretó el botón rojo con el pulgar para finalizar la llamada. Luego bajó el brazo y lanzó el teléfono sobre el aparador.

Acto seguido, agarró a Lena y la estrechó entre sus brazos. Ella estaba temblando. Y no se trataba de un simple temblor. Todo su cuerpo se estremecía violentamente; hasta su respiración era temblorosa.

DECADENTWhere stories live. Discover now