Capitulo 19

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Dos horas después, Lena se paseaba de un lado para otro en la fría sala de espera de un hospital, mordiéndose las uñas. Dios, le temblaba todo el cuerpo. Dirigió otra mirada de preocupación hacia el quirófano donde habían metido a su padre.

Aún no había salido nadie para decirle si su padre iba a vivir o No, mejor no pensar en eso. «Respira profundamente. Tranquilízate. Reza».Ése era un buen consejo, pero no podía dejar de revivir aquel terrible momento.

Había pasado de estar sentada en el porche hablando con Alex, a ver cómo la casa de su padre estallaba con él dentro. El fuego se había propagado por todo el lugar, pero no pensó en ello hasta más tarde. En aquel momento, nada la habría impedido entrar en la casa, donde encontró a su padre inconsciente y a punto de ser devorado por las llamas. Al ver que el picaporte de la puerta estaba demasiado caliente para tocarlo, había arrojado una silla por la puerta de cristal de la parte trasera de la casa y luego había arrastrado a su padre al patio.

Los bomberos que habían respondido a la emergencia le habían dicho que su padre no habría sobrevivido si ella no hubiera actuado con rapidez, salvándolo de aquel infierno creciente. Pero aun así estaba herido de gravedad. ¿Y si después de todo había llegado demasiado tarde para salvarlo?

Lena paseó la mirada por la larga hilera de sillas vacías de la sala de espera, por la alfombra de color parduzco y por las polvorientas plantas artificiales de seda. No, no podía sentarse, no podía dejar de moverse.

No podía dejar de preocuparse.

«Maldición, ¿qué había provocado esa explosión?».

A sus espaldas, oyó el siseo de las puertas automáticas al abrirse. Distraída, se giró.

Alex entró corriendo. Parecía apurada y preocupada, recorrió la estancia con la mirada y suspiró aliviada cuando su frenética mirada cayó sobre ella. Feliz de verla, sintió el escozor de las lágrimas cuando Alex se dirigió con rapidez hacia ella, y la envolvió entre sus brazos firmes y cálidos.

Apoyando la mejilla en su hombro, inspiró profundamente, respirando por fin, sintiéndose benditamente dichosa por un momento. Luego Lena abrió los ojos.

«¡Kara!».

Estaba de pie, detrás de Alex, con aquellos ojos azules llenos de preocupación, y una expresión cercana al pánico. La recorrió con la mirada. Quería asegurarse de que estaba viva, a la vez que le ofrecía su apoyo.

Sus miradas se encontraron, y Lena sintió el impacto de sus ojos con tal fuerza, que se le fue formando un nudo en el estómago hasta que apenas pudo respirar.

Kara había venido. Había dejado sus diferencias a un lado, y había ido con ella.

Las lágrimas resbalaron por las mejillas, negras por el maquillaje, de Lena. Al verlas, Kara hizo una mueca, como si verla tan afectada fuera casi físicamente doloroso para ella.

Lena le tendió una mano. Ella se la agarró y luego tiró de Lena para arrancarla de los brazos de Alex y meterla entre los suyos. Ella se apretó contra su pecho y Kara le rodeó la cintura con un brazo firme.

Permanecieron allí de pie, cuerpo contra cuerpo. Los rítmicos latidos del corazón de Kara la conmovieron, y la rodeó con sus brazos hasta que ni una brizna de aire se interpuso entre ellas. La fuerza de Kara la envolvió. Kara se sintió más relajada al respirar ese olor a vainilla que no había podido olvidar.

—Gatita —masculló ella contra su pelo. La voz ronca por la preocupación atravesó los sentidos de Lena. Levantó la barbilla, y la mirada de Alex atrajo la suya, desviando la atención de Lena de su prima.

DECADENTWhere stories live. Discover now