Capitulo 34

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Kara dejó el Hummer en una plaza del aparcamiento del hospital y corrió hacia la sala de urgencias. Sorprendida, se dio cuenta de que le sudaban las manos.

¿Habría recuperado Lena el conocimiento? ¿Serían muy graves sus heridas? No tener ninguna respuesta a esas preguntas le formaba una enorme bola de frustración en el pecho. Y de miedo. No podía olvidarse de eso. Incluso a distancia, pudo ver cómo los paramédicos sacaban a Lena de la ambulancia.

Sus hermanos estaban allí esperando. Los había llamado durante el trayecto. Winn vivía a unas manzanas del hospital por lo que no tardaron en llegar. Lex observaba con una mirada sombría el avance de la camilla hacia las puertas automáticas y al interior de la sala. Winn parecía a punto de explotar cuando siguieron a la camilla.

Kara se acercó a ellos, que la saludaron con la cabeza.

—¿Son sus familiares? —les preguntó una enfermera entrada en años.

Lex señaló a Winn y luego a sí mismo.

—¡Somos sus hermanos!

Ella hizo un gesto en dirección a Kara. «Oh, maldición». Aquel rollo de los familiares otra vez. Lex dio la cara por ella esta vez.

—Es quien le ha salvado la vida. Se queda. Kara soltó un suspiro de alivio.

—¿Algo reseñable en su historial médico?

—No.

—¿Es alérgica a algo?

—A la penicilina.

La enfermera lo apuntó y luego dirigió sus amables ojos azules hacia Lex.

—¿Está tomando otra medicación en este momento?

Lex encogió los hombros con rigidez, al parecer molesto consigo mismo.

—No lo sé.

Kara se aclaró la garganta.

—No.

Ambos hermanos la miraron. Nunca le habían tenido demasiado aprecio, pero ahora parecían muy agradecidos.

Bueno, puede que estuvieran agradecidos en ese momento por haber salvado a su hermana de Carl, pero dudaba que aquel aprecio durara demasiado.

—Gracias —murmuró Lex.

—¿Algún trauma o conmoción cerebral anterior? ¿Mareos? ¿Desmayos?

—No.

—¿Algo más que deba saber?

Kara tragó aire, esperando. Los dos hermanos negaron con la cabeza. No lo sabían.

«Oh, joder menuda putada».

La enfermera comenzó a darse la vuelta. Kara extendió la mano para sujetarla del brazo.

—Hay otra cosa. —Inspiró profundamente— Está embarazada.

—¡Hija de puta! —Winn se lanzó sobre ella— Voy a arrancarte los ojos y a metértelos por el culo, bastarda

—No. Para. No es el momento ni el lugar. —Lex agarró a su hermano y lo contuvo a duras penas.

—Nada de peleas en el hospital. Arreglen sus problemas fuera —dijo la enfermera con frialdad. Al parecer, ya había visto de todo.

Tras otra anotación en la hoja de registro, la mujer se marchó.

Con un resoplido, Winn retrocedió. Pero todavía parecía echar fuego por los ojos. Su mirada oscura y llena de furia, prometía dolor. La de Lex, a diferencia de la de su hermano, era fría y prometía venganza a su debido tiempo y a su manera.

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