Capitulo 12

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Lena se alisó una arruga de los vaqueros, se apartó el pelo por encima del hombro y luego llamó a la puerta.

Casi cinco años. Esos eran los años que habían pasado desde que había visto en persona a Jack Spheer. Lo había visto en docenas de fotos. Habían hablado por teléfono, se habían escrito cientos de correos electrónicos. Habían compartido intimidades durante años, como lo que había supuesto para Lena crecer sin la influencia femenina tras la muerte de su madre, o lo duro que había sido para él haber alcanzado de repente el estrellato. Los difíciles estudios de Lena. La agenda apretada de Jack. Los deseos de ella. Los sueños de él.

Lena había planeado durante meses irse a vivir con él y de esa manera averiguar si podrían pasar juntos el resto de sus vidas.

Ahora, se encontraba ante su puerta llena de sentimientos encontrados, sin tener muy claro lo que le reservaba el futuro. Llevaba mucho tiempo queriendo estar con él.

Pero Kara, sus angustias y necesidades, su ansia y su rechazo, la habían cautivado.

Lena sintió un nudo en el estómago. Intentó contenerlo, esperando volver al estado de entumecimiento en que había estado envuelta durante las últimas cuarenta y ocho horas.

«Deja la mente en blanco. Respira hondo. Tranquilízate. Pero, ¿sería eso suficiente alguna vez?».

Lena había esperado, días después de que abandonase el Este de Texas, que Kara la llamaría para disculparse, que le rogaría que regresase, que le dijera lo mucho que lamentaba haberla humillado. Dios, se había pasado las horas llorando... Jack había sido lo último en lo que había pensado.

Pero Kara no se había puesto en contacto con ella. Sólo había habido un silencio infernal y absoluto. Alex sí había llamado para interesarse por ella, y había tratado de convencerla de que regresara. Incluso había llegado a implorar. Pero Kara no iba a rogarle que volviera. Según Kara, lo único que sentía por ella era algo a nivel químico. Lena no se lo creía.

Se habían acercado demasiado a nivel afectivo. Kara se comportaba de esa manera para intentar protegerla de algo que Lena no comprendía al tiempo que se protegía a sí misma. Después de que Kara le hubiera arrojado a la cara el ofrecimiento de su virginidad, anunciando que bebía los vientos por una bailarina de un local de mala muerte, había sido un verdadero infierno descubrir que, en realidad, Lena la amaba.

Apartó a un lado esos pensamientos y el dolor que le oprimía el pecho al oír pasos que se acercaban a la puerta. Volvió a inspirar profundamente. El bendito entumecimiento comenzó a invadirla de nuevo.

Kara esperaba que ella siguiera adelante. Y allí estaba Lena, ante la puerta de Jack, decidida a llevar a cabo su plan. Aún adoraba a Alex, pero tenía que superar lo de Kara y labrarse un porvenir. ¿Qué más podía hacer?

Se abrió la puerta de aquella habitación de hotel. Un desconocido con una sonrisa juvenil apareció ante ella. Pelo ondulado. Ojos azules. Habría sido un auténtico niño de papá si no fuera por el enorme tatuaje de calavera que cubría su bíceps, del lápiz de ojos negro y del aro que colgaba de su nariz.

—Hola, vengo a ver a Jack.

El joven extendió la mano, pálida y elegante.

—Debes de ser Jack. Yo soy Bryan. Soy el vocalista de apoyo y autor de algunas canciones. Ella le estrechó la mano.

—Oh, sí. Jack te ha mencionado en muchas ocasiones. Es un placer conocerte. La mirada de Bryan vagó sobre ella con una sutil apreciación.

—A ti también te ha mencionado. Decía que eras una chica muy guapa, pero veo que se equivocaba. Te has convertido en una mujer preciosa, se va a quedar sorprendido.

DECADENTWhere stories live. Discover now