Capitulo 24

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Kara se tomó una taza de café en silencio, escuchando el sonido de la ducha en el baño, el agua correr sobre la piel desnuda de Lena, antes de caer sobre la porcelana. En el otro extremo de la mesa, Alex miraba por la ventana los primeros rayos de sol brillando sobre el pantano.

Una vez que había pasado la noche y el deseo había remitido temporalmente... era cuando comenzaban los remordimientos. El pesar. Y era mortal. Lo había jodido todo. De eso no cabía duda. Pero no había podido mantenerse alejada de Lena ni un minuto más. A los veintisiete años, finalmente, se había enamorado. Y Lena era ahora suya. «Que Dios la ayude».

Miró a su prima y suspiró. Bueno, Lena era suya y de Alex. Y dada la obsesión de Alex por dejarla embarazada y la suya por impedirlo, su pasado acabaría por salir a la luz, salpicándolo todo de mierda «¿Y luego qué?».

—Has hecho lo que debías —dijo Alex de repente.

—¿Hacer el amor con Lena? —Kara se encogió de hombros— El tiempo lo dirá. Yo no lo creo, pero te aseguro que me encantaría equivocarme.

—Ella te ama.

—Eso no será de mucha ayuda cuando descubra la verdad.

—Lo que le pasó a Imra no fue culpa tuya.

Por supuesto que sí, o por lo menos en gran parte. Todo el mundo lo sabía. La madre de Imra, ciertamente, la había culpado a ello. La había acosado y acusado. Ella se lo había tomado con frialdad. Se lo merecía. Sólo Alex había opinado de manera diferente.

Cierto, se requería a dos para bailar un tango, pero Imra no había sido capaz de pensar con claridad. Lena no parecía capaz de llegar a ese extremo, pero bajo determinadas circunstancias ¿quién podía saberlo? Con los años, Kara se había dado cuenta de que la guerra mostraba lo imprevisibles que podían llegar a ser los soldados. Lo mismo que sucedía con los civiles en las batallas de la vida diaria.

—Ya hemos hablado de esto antes. No quiero volver a darle más vueltas al tema.

Alex apretó los dientes.

—Vas a tener que superarlo antes de que te atrape de nuevo y destruya lo que tenemos con Lena. Ella no es otra chica insignificante más. Con ella tienes que darlo todo.

—¿Y qué coño se supone que debo hacer? ¿Ponerme de rodillas y declararme?

—El tiempo pondrá las cosas en su lugar.

Kara estuvo a punto de decirle que se declarase ella si quería, pero tras la noche anterior, se lo pensó dos veces. Alex lo haría sin dudar, y si Kara no quería que Lena perteneciera a su prima ante los ojos de la ley, era mejor guardar silencio. Compartirla con ella ya era suficientemente duro.

Necesario para mantener una aparente normalidad, pero una putada. Si además tenía que verla casada con Alex Kara tragó saliva, luchando contra el inoportuno dolor que le aplastó el pecho.

—Para empezar —continuó Alex— creo que deberías contárselo todo.

—¿Acaso te has vuelto loca? Se va a enterar de todas maneras, y lo más probable es que salga huyendo. Llámame estúpida si quieres, pero prefiero posponer lo inevitable.

—Hasta que no lo hagas, continuarás conteniéndote con ella, y eso le hará daño.

—No me contuve anoche.

—No hablo sólo de sexo. No quieres decirle que la amas. Lena ha renunciado a muchas cosas por estar contigo: a los años de creer que amaba a Jack, a su orgullo, a su virginidad, mientras que tú no quieres contarle ni el más pequeño secreto.

DECADENTWhere stories live. Discover now