73. Este es mi cielo

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- Bienvenidos sean todos a esta gran velada — Mi voz resonó por todo el salón atrayendo la atención de todos los presentes — Es una tragedia lo que pasó, pero no podemos detener todo lo que les tengo preparado por un cadáver — Mi sonrisa de ensanc...

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- Bienvenidos sean todos a esta gran velada — Mi voz resonó por todo el salón atrayendo la atención de todos los presentes — Es una tragedia lo que pasó, pero no podemos detener todo lo que les tengo preparado por un cadáver — Mi sonrisa de ensanchó al ver la cara de desagrado de todos — Será mejor que tomen asiento, pónganse cómodos, tenemos una entretenida noche por delante.

Algunas personas se apresuraron a llegar a la puerta para poder salir del lugar, pero no sé las dejaría tan fácil, todos los presentes aquí tenían algo que pagar. Trataban sin éxito de abrir las puertas  y ventanas, empujan con fuerza, pero nada les resultaba.

- Dije que se pusieran cómodos, la libertad será un premio está noche, el que mejor lo haga esta noche será el que podrá salir ileso por esa puerta — señale la puerta — Si no toman asiento me veré obligada a hacerlo a mi manera y no creo que les guste la forma en la que lo haré — Hombres enmascarados empezaron a salir de los rincones de la casa, todos tomando el lugar que les había sido asignado — Mis hombres estarán muy a gusto de usar la fuerza con ustedes si no se comportan — sacaron sus armas y miraron a los presentes a través de sus máscaras.

El señor Kast camino hacia mi molesto, su cara delataba lo frustrado que se encontraba.

- ¿Qué demonios crees que haces? — Vocifero con fuerza — ¿Tu hiciste todo esto?, ¿Tu lo mataste? — Señaló el cadáver a unos metros de nosotros.

Solté una carcajada estridente que resonó en todo el lugar.

- No será el único al que mataré está noche, señor Kast — ladeé la cabeza y sonreí con malicia — Está noche me divertiré con todo su círculo.

Retrocedió unos pasos y me miró asustado, sus ojos parecían querer salirse de su lugar, lo que dije lo había tomado desprevenido.

Examine el lugar, todos estaban sentados en sus respectivos lugares, expectantes y atentos a todo lo que ocurriría esta noche.

- La obediencia es una virtud — Sonreí y los mire detenidamente — ¡Que empiece el juego amigos! — exclamé alto para que todo escucharán.

Le hice señas a Santi para que levantará el telón que cubría mi gran sorpresa.

- Grandes personajes los que tenemos aquí está noche, grandes empresarios y grandes plagas — Santi levantó el telón mostrando lo que había atrás de él, los cuerpos atados a las sillas, con bozales en sus bocas y lágrimas en sus rostros  — Creo que no serán necesarias las presentaciones, ¿Verdad?, Todos aquí se conocen, todos vienen de la misma suciedad, ¿No es así?

- ¿Que harás con ellos? — grito asustada una mujer de mediana edad.

- La pregunta aquí es, ¿Que harán ustedes con ellos? — Rebatí con otra pregunta — Ellos son la subasta de esta noche, decidí cambiar a las pobres e inocentes chicas a las que iban a vender por ellos, sucias plagas que merecen que se les eduque de la manera más sana y correcta — murmure con emoción — Está noche ustedes decidirán la forma en la que estás cinco escorias morirían, eligiran el instrumento con el que se les torturará — Señale la mesa con diferentes instrumentos de tortura que había frente a ellos  — Y la forma en la que morirán — sonreí complacida al ver sus rostros de horror.

Los Reyes Del AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora