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—Es un sin vergüenza — murmuró Sara por lo bajo y Lady Catelyn la reprendió con la mirada.
—Los prisioneros no ponen condiciones. —dijo la dama con fiereza, cuando se dio la vuelta para ver de nuevo al Matarreyes.
—Ya verá que las mías son muy modestas. El carcelero no me cuenta nada más que mentiras crueles, y ni siquiera se esfuerza en que sean coherentes. Un día me dice que Cersei ha sido despellejada, y al siguiente que lo ha sido mi padre. Responda mis preguntas y yo responderé las suyas.
—¿Dirá la verdad?
—Ah, ¿quiere oír la verdad? —replicó con cinismo— Tenga cuidado, mi señora. Tyrion dice que los hombres siempre aseguran estar hambrientos de verdad, pero que cuando se la sirven, pocos encuentran su sabor agradable.
—Soy fuerte y no soy un hombre —dijo ella—. Puedo oír cualquier cosa que me diga.
—Como quiera, pues. Pero antes, si es tan amable... el vino. Tengo la garganta seca.
Lady Catelyn le tendió la lampara a Sara, ella la tomó y la colgó en la puerta mientras la dama le acercaba la copa y la jarra al Matarreyes. Jaime Lannister se sirvió, llevó la copa hasta sus labios y paladeó el vino antes de tragarlo.
—Agrio y basto —dijo—, pero me tendré que conformar. —Apoyó la espalda en la pared, se abrazó las rodillas contra el pecho y miró a la dama—. ¿Su primera pregunta, Lady Catelyn?
—¿Eres el padre de Joffrey? —preguntó ella casi al instante.
—No lo preguntaría si no supiera la respuesta. —dijo el Matarreyes.
—Quiero oírlo con sus propias palabras.
—Joffrey es mío —dijo Jaime, encogiéndose de hombros—. Igual que el resto de la prole de Cersei, creo.
—¿Admite ser el amante de su hermana?
—Siempre he amado a mi hermana, y ahora me debe dos respuestas. —dijo mientras se servía otra copa de vino— ¿Vive aún toda mi familia?
—Tengo entendido que Ser Stafford Lannister murió en Cruce de Bueyes.
—El tío Tarugo —dijo Jaime impasible—, como lo llamaba mi hermana. Los que me importan son Cersei y Tyrion, además de mi señor padre.
—Los tres viven.
Lamentablemente, parecía implicar el tono de voz de Lady Catelyn.
—Siguiente pregunta. —Jaime bebió un poco más de vino.
Catelyn Stark se puso la frente en alto y tomo un respiro, esperó a que el Matarreyes despegara la copa de sus labios.
