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Sara vio a Bran sentado junto a la venta de la torre, observando como Rickon jugaba con los lobos y se le estrujó el corazón al pensar que debía estar allí abajo jugando con ellos y no postrado, todo era tan injusto, su hermano era un niño dulce y soñaba con ser un gran guerrero, pero ahora nada de eso sucedería. Unos días atrás Bran había sido el encargado en recordar a los demás que era su día del nombre, pues debido a todo el ajetreo que había en Winterfell hasta ella misma casi se olvidaba; Esa noche, al subir a ver como se encontraba, Bran y Robb la estaban esperando con una tarta de frutillas y crema.
El niño corría con los lobos. Fuera adonde fuera, Viento Gris llegaba antes de un salto para cortarle el paso, hasta que Rickon lo veía, gritaba de alegría y echaba a correr en otra dirección. Peludo le pisaba los talones, pero se revolvía si los otros lobos se le acercaban demasiado. Se le había oscurecido el pelaje, que ahora era casi negro, y sus ojos eran fuego verde. Verano, el lobo de Bran, iba el último. Tenía el pelaje plateado y color humo, y ojos como oro amarillo. Era más pequeño que Viento Gris, y también más cauto. Sara persiguió al niño y éste rio despreocupado mientras corría por el suelo cubierto de tierra, se agachó y lo tomó en sus brazos, su risa se hizo más fuerte, los lobos se acercaron a ella y Viento Gris le lamió los brazos. La muchacha volteó de nuevo hacia arriba para buscar a Bran, pero se había ido.
Soltó a Rickon y el niño comenzó a correr de nuevo. Sara se acercó a Deah y le ordenó que trajera pan con miel y limonada para que comiera el niño, ella se sentó en la sombra a ver como su hermano jugaba, pues el entrenamiento de ese día y hacerse cargo del niño eran dos tareas sumamente agotadoras; recientemente había tenido que cambiar lugares con la vieja tata, pues era más práctico que la anciana permaneciera con Bran.
De pronto los lobos se detuvieron y fijaron la vista hacia la caseta de vigilancia con las orejas levantadas. «¡Abran las puertas!» Escuchó a los guardias gritar a lo lejos, a aquello le siguió el estrépito de los rastrillos de metal al ser levantados y el del puente levadizo al bajar. Rickon corrió por el patio hacia la caseta de los guardias, los lobos y Sara lo siguieron. El niño subió hasta las almenas, aquello debía ser todo un espectáculo para el pequeño o quizás pensaría que su madre había vuelto. El sonido de los cascos y las ruedas del carromato iba en crescendo mientras pasaban frente a ellos. Sara observó el pequeño grupo, estaba conformado por dos hombres con armaduras rojas con dorado y el emblema del león y otros cuatro más vestidos de negro «Hombres de la Guardia y Tyrion Lannister». De repente, Sara sintió como si le estrujaran las entrañas, lo que no le quedaba claro era si por enojo o porque aún albergaba la esperanza de Jon se hubiera replanteado el hecho de convertirse en un miembro de la Guardia de La Noche y hubiera vuelto a casa, o tal vez solamente quería ver Bran despierto; aquello último habría sido maravilloso.
