|| 𝐄𝐏𝐈𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄 𝐈 ||

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Caminaba por los pasillos del hogar al que tanto anhelaba volver. O al menos eso creía. Todo era tan similar, pero a la vez tan diferente.

Sara escuchó unos sollozos que provenían de una de las habitaciones, cuando llegó hasta allí, vio a su media hermana, Sansa y justo cuando iba entrar para descubrir lo que ocurría la puerta se cerró. Su hermana comenzó a gritar con desesperación y ella forcejeo con la puerta, pero fue inútil abrirla, de repente sintió como el agua le lamía los pies.
—iré por ayuda —anunció.

Corrió deprisa por el pasillo mientras el agua la alcanzaba, pero su pie se atoro una grieta y tropezó. Al levantarse se dio cuenta de que los muros del castillo se ennegrecían, su curiosidad de apoderó de todos sus sentidos y se acercó a examinarlos. Aquello era sangre, se dio cuenta, en primer lugar por el olor tan característico y después por la textura. Volteó hacia todos lados tratando de encontrar de donde provenía, pero un sonido que jamás en su vida había escuchado y la distrajo. 

Al voltear, en otra de las habitaciones había una mujer desnuda cubierta de hollín, Sara vio que un dragón color crema y oro mamaba de su pecho izquierdo, otro verde y bronce del derecho. Los sostenía a ambos en los brazos, como si los acunara. Y uno negro y escarlata se le enroscaba en los hombros. 

Son Qoy Qoyi —dijo la chica
—¿Qué? — Preguntó Sara, pero no obtuvo respuesta y la puerta se cerró de un azotón, justo como había pasado antes.

Sara decidió seguir caminando hasta que encontró la salida que dirigía hacia el patio. Afuera todo estaba oscuro y gélido.

«El invierno ha llegado»

Avanzó entre una ventisca que le heló la sangre, el camino al Gran Salón, le pareció eterno.

 Desde afuera podía escuchar la música, y sentir la calidez del fuego y el aroma de la carne asada, justo como el día en que el rey Robert había llegado a Invernalia. 

Al entrar se topó con un montón de cadáveres. Los comensales, asesinados de las maneras más despiadadas, yacían tirados sobre las sillas volcadas y las mesas destrozadas, en medio de charcos de sangre coagulada. Manos cortadas agarraban copas ensangrentadas, cucharas de madera, trozos de ave asada o pedazos de pan. Sara sintió pánico, sabía que era un sueño y quería despertar, pero no podía.  El agua volvió a mojarle los pies, pero a diferencia de lo que ocurría en el pasillo, subía demasiado rápido.

Sara se volteó hacia la puerta para intentar salir, pero antes de lograr siguiera dar un paso vio algo que la hizo gritar como nunca antes en su vida. En el trono piedra de su padre, había un hombre muerto con la cabeza de lobo, llevaba una corona de hierro y tenía en la mano una pierna de cordero a manera de cetro. Se quedó inmóvil, sin poder despegar los ojos de aquella figura que la miraba con una súplica muda. Y cuando menos lo pensó el agua inundó el Gran Salón por completo.

Agua salada, agua del mar y la sangre la teñía de rojo. 

Sara luchaba por salir hacía la superficie, pero fue imposible. Cerró los ojos esperando lo peor y todo se volvió oscuro.




𝐖𝐎𝐋𝐕𝐄𝐍 𝐒𝐓𝐎𝐑𝐌 || 𝐆𝐎𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora