7. GHOST

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Los sueños de Sara no habían sido los más placenteros. Soñó con un lobo encadenado, un lobo coronado y un lobo apuñalado, otra noche soñó que el mar llegaba a Winterfell y quedaba atrapada en las almenas, en otro estaba en un desierto rodeada de fuego y un cuervo con tres ojos revoloteaba a su alrededor, últimamente todos sus sueños eran extraños, confusos y carecían de sentido. Esa noche por más que quiso no pudo dormir, así que decidió aprovechar las horas extra para repasar en los libros el registro de las provisiones que llevaría a la guerra y lo que dejarían en Winterfell, pues hacía solo unos días Robb le pidió que fuera con él, ya que necesitaría a todas las espadas del norte y su hermano insistió que eso incluía la suya. Al principio se negó alegando que ella debía quedarse en Winterfell con Bran y Rickon, pero conforme los vasallos llegaban se daba cuenta de que Robb no mentía, pues aquellos hombres eran implacables y no podía demostrarles debilidad alguna, tenía que ayudar a su hermano con su inteligencia y sus habilidades, las guerras eran complicadas y demandantes.

En los días pasados su hermano había tenido que transformarse en un auténtico Señor. Muchos de los vasallos intentaron ponerlo a prueba, cada uno a su manera. Tanto Roose Bolton como Robett Glover le exigieron el honor del mando en el combate, el primero de manera brusca, el segundo con una sonrisa y una broma. La recia y canosa Maege Mormont, que vestía cota de mallas le dijo directamente que tenía edad para ser su nieto, y que no le iba a dar órdenes... pero que ella tenía una nieta que podría casarse con él. Lord Cerwyn acudió directamente con su hija, que se sentaba a la izquierda de su padre y jamás levantaba la vista del plato. Lord Hornwood había preguntado a Robb si tenía planes de matrimonio para Sara, pues tenía un hijo que aún no estaba comprometido y llegaba con regalos, un día era un caballo, otro una pierna de venado, al siguiente un cuerno de caza con adornos de plata, y no pedía mucho a cambio, excepto cierta aldea que le había sido arrebatada a su abuelo, y derechos de caza al norte del río, y permiso para represar el Cuchillo Blanco, si al Señor le parecía bien.

Robb le prometió a Sara que no la comprometería con nadie si ella no daba su consentimiento y respondía a todos con cortesía fría, de la misma forma que habría hecho su padre. De alguna manera se las arregló para que todos se plegaran a su voluntad. Y cuando el gran Jon Umber, que era tan alto como Hodor y el doble de ancho, lo amenazó con llevarse a sus huestes si durante la marcha lo situaban detrás de los Hornwood y los Cerwyn, Robb le dijo que podía hacerlo cuando gustara.

—Y cuando acabemos con los Lannister —siguió al tiempo que rascaba a Grey Wind detrás de la oreja—, volveremos al norte y lo sacaremos a rastras de su castillo y lo colgaré por romper su juramento.

El hombre maldijo a gritos, tiró una jarra de cerveza al fuego y aulló que Robb estaba tan verde que seguramente meaba hierba. Hallis Mollen fue a contenerlo, pero él lo derribó, saltó sobre una mesa, y desenvainó un espadón casi tan grande como Hielo. En los bancos sus hijos, sus hermanos y sus espadas juramentadas se pusieron en pie, con las manos sobre las empuñaduras de las espadas. Theon, Sara y los hombres de Winterfell hicieron lo mismo, pero Robb se limitó a decir una palabra en voz baja, y en un abrir y cerrar de ojos se oyó un gruñido y Lord Umber se encontró tumbado de espaldas, con la espada girando en el suelo a un metro de él y la mano chorreando sangre, porque Grey Wind le había arrancado dos dedos de un mordisco.

𝐖𝐎𝐋𝐕𝐄𝐍 𝐒𝐓𝐎𝐑𝐌 || 𝐆𝐎𝐓Where stories live. Discover now