23. RUNAWAYS

1.2K 144 7
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


¡Hola! soy yo de nuevo, sentía que les debía un capítulo un poco más largo y una aclaración:

• El Epílogo 2 sucede unos cuantos días después de este acontecimiento, más o menos entre el capítulo 24 y 25, es decir el tiempo en los epílogos puede ser o no lineal y lo lamento si esto no quedó muy claro.








Las forcas del Tridente eran la vía más fácil para transportar mercancías o personas por las tierras ribereñas. En tiempos de paz se habrían tropezado con pescadores en sus esquifes, barcazas de grano impulsadas con pértigas que iban corriente abajo, mercaderes que vendían agujas y retales desde sus tiendas flotantes, quizá incluso una barca de actores, pintada de colores vivos, con velas multicolores, siempre río arriba, de aldea en aldea y de castillo en castillo.

Pero la guerra se había cobrado un alto precio. Dejaron atrás aldeas, pero no vieron aldeanos. Una red vacía, cortada y hecha jirones, colgaba de unos árboles como único indicio de que hubiera habido pescadores. Una chica joven que abrevaba a su caballo desapareció a toda prisa tan pronto como divisó su vela. Más tarde pasaron ante una docena de campesinos que cavaban en un campo al pie de los restos de una torre calcinada. Los hombres los miraron con ojos apagados y retornaron a sus labores cuando llegaron a la conclusión de que el esquife no era una amenaza.

El Forca Roja era ancho y lento, un río sinuoso lleno de curvas pronunciadas, con isletas cubiertas de vegetación, interrumpido a menudo por bancos de arena y con tocones que asomaban apenas de la superficie del agua. Sin embargo, Brienne parecía tener una vista muy aguda para los obstáculos, y siempre encontraba un paso. Cuando Jaime le dedicó un cumplido por su conocimiento del río, ella lo miró con suspicacia

—No conozco el río —dijo—. Tarth es una isla, y aprendí a manejar los remos y las velas antes que a montar a caballo.

—Dioses, me duelen los brazos —se quejó ser Cleos mientras se sentaba y se frotaba los ojos—. Espero que el viento dure bastante. —Olfateó el aire—. Huelo a lluvia.

—No lloverá — dijo Sara mirando al cielo. —. Al menos eso espero

—Pues a mí me apetece un buen chaparrón.— dijo Jaime con una sonrisa.

Aquel hombre parecía dispuesto a llevarle la contra en todo lo que dijera.


—Humo —dijo Cleos mirando río abajo con los ojos entrecerrados.

𝐖𝐎𝐋𝐕𝐄𝐍 𝐒𝐓𝐎𝐑𝐌 || 𝐆𝐎𝐓Where stories live. Discover now