Capítulo 30: Esclavos

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Morgiana hizo una leve reverencia ante un grupo de soldados con los que acababa de entrenar. En todo ese tiempo que ha estado con Hakuryuu nadie ha sospechado que ella era una Fanalis, gracias a la magia de Judar, su aspecto había cambiado. Ahora lucía el cabello castaño oscuro y ojos de color café.

Estaba a la espera de la llegada de Hakuryuu que se había ido hacía dos meses y medio, y no tenía necesidad de que le avisaran de su llegada, porque reconocería su aroma, más ahora que estaba tan acostumbrada a él, así como el olor de Judar. Pero esta ocasión también percibió un aroma que la puso en alerta.

Hakuryuu y Judar llegaron en una alfombra voladora, pero no venía solos. Había tres chicos más: dos niños como de catorce años y una chica de once. Los niños eran gemelos, pero lo que más impactó a Morgiana, fue que los tres eran Fanalis y venían encadenados.

—Hakuryuu —musitó Morgiana mirando al príncipe y luego a los Fanalis.

—Es un obsequio, Morgiana —respondió él con una pequeña sonrisa.

—Trátalos bien, chica Fanalis, Hakuryuu pagó mucho dinero por ellos —dijo Judar que le dio una mordida a su melocotón, pasó al lado de la joven.

—¿Co-compraste a los niños? —Morgiana caminó hacia Hakuryuu.

—Sí, los estaban subastando y no perdí la oportunidad de adquirirlos. Ahora ellos te pertenecen, son tus esclavos —dijo Hakuryuu esbozando una sonrisa más amplia.

Judar empezó a reírse a carcajadas. El rostro de Morgiana era todo un poema.

—De pasar a ser una esclava a ser ama de esclavos de tu mismo clan, irónico, ¿no te parece? —soltó Judar, burlón.

—¡Ahora mismo los dejaré libres! —reaccionó Morgiana con toda la intención de romper las cadenas de los niños.

—¿Para qué? ¿Para qué otros se aprovechen de ellos? —Cuestionó Hakuryuu al instante—. Están más seguros bajo tu mando; o al menos hazme pensar en eso. Conseguir tres Fanalis no es fácil, así que te sugiero que pienses lo que vas a hacer con ellos, Morgiana —su voz sonó amenazante.

Judar observó con gusto a Hakuryuu antes de echarle una mirada de superioridad a la Fanalis. Luego atisbó a los tres niños que tenían un semblante de desesperanza, sobre todo la niña que estaba gimoteando y apartándose las lágrimas antes de que rodaran por sus mejillas.

—Así que tú eres nuestra ama —habló uno de los gemelos dando un paso al frente y haciendo que sus cadenas sonaran.

Morgiana negó con la cabeza de inmediato: se acercó más a ellos con cautela. Verlos le trajo recuerdos muy amargos que vivió siendo esclava de Jamil. Estaba a punto de llorar.

—Él dijo que eres como nosotros, pero no te pareces —dijo el otro niño.

—Soy una Fanalis como ustedes, pero ahora tengo otro aspecto —respondió Morgiana, acomodándole el fleco al niño. Tenía un nudo en la garganta que fue un milagro que le haya permitido hablar—. Soy Morgiana, ¿cómo se llaman?

—Yo soy Maaron y él es Mareen, ella es Mila.

Morgiana observó a los gemelos que eran idénticos, pero logró distinguir una diferencia entre Maaron y Mareen, el primero tenía una cicatriz grande en la clavícula; en cuanto el niño se dio cuenta, trató de esconderla, mientras que su gemelo bajó la mirada. Morgiana se mordió los labios. Luego observó a la pequeña, que tenía su pelo amarrado en dos coletas que se echaba hacia adelante. En sus brazos había varias cicatrices de quemaduras en forma de círculos, pero lo que más le indignó, fue ver el nombre escrito a fuego en la piel de Mila. El nombre de un tal Fargos brilló en la cicatriz de la niña. Por instinto, abrazó a la pequeña.

Magi: The New Magic AdventureWhere stories live. Discover now