Capítulo 32: Disculpas

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Ari sonrió agradecida de que Alibaba le diera ánimos; estaba segura de que, si él pudiera moverse, ya hubiese interferido en la pelea.

Rard corrió hacia ella como un mastodonte, se sorprendió al ver cómo se levantaba el polvo a su paso formando una cortina de tierra que le imposibilitó verlo. Saltó justo a tiempo antes de recibir el golpe, el cual impactó en la tierra agrietándola.

Alibaba se quedó sin aliento y netamente sorprendido al ver la fuerza brutal de Rard. Empezó a desesperarse por no poder moverse. Tenía que ayudar a Ari antes de que esa bestia terminara lastimándola.

«Este hombre le daría una buena pelea a Masrur» pensó Ari impresionada «¡Pero yo también puedo dársela!».

Ari se lanzó hacia Rard, esquivando un puñetazo; ella dio una voltereta en el aire para terminar atrás del hombre, y se impulsó con rapidez, le dio una patada en la mejilla, ella se echó para atrás mientras que Rard se tambaleaba para no caerse.

Él se llevó la mano a la mejilla, la patada había sido tan dura que le aflojó la mandíbula la cual se la acomodó. Estaba muy sorprendido por la fuerza y habilidad de la joven, pero no estaba dispuesto a admitirlo.

Alibaba sonrió emocionado, Ari había logrado causarle daño a ese gigante.

La chica volvió a atacarlo, pero esta vez Rard bloqueó su patada al cruzarse de brazos, pero ella dio tres más casi al mismo tiempo, logró hacer que diera unos pasos hacia atrás. Ari vio cómo se enrojecía e inflamaba la piel del sujeto. Empezaba a sentir que a podía vencerlo, así que no dudó en ir otra vez al ataque. Justo antes de que Rard reaccionara, ella saltó, usó los hombros de él como soporte, se giró en el aire y le dio un rodillazo entre los omoplatos, haciéndolo caminar hacia delante.

Rard abrió los ojos, escupiendo un tanto de saliva. Un poco más arriba y él hubiera caído sin posibilidad de moverse, cayó de rodillas y se limpió la boca.

—Ya debería de terminar con esto, señor —dijo Ari soltando un suspiro—. Es obvio que aquí no se celebrará ninguna boda.

El nativo sonrió. Se levantó y extendió sus brazos, empezó a gritar a todo pulmón y de pronto dio un aplauso.

Ari estaba perpleja sin entender qué era lo que él acababa de hacer.

Se levantó un remolino de tierra que hasta hizo volar las cosas de la mesa, las mujeres gritaron y Alibaba no le quedó de otra que cerrar los ojos porque no podía ver nada, solo sentía la tierra chocar en su rostro.

Por la fuerza del ataque, Ari sintió como las piedras golpeaban su cuerpo sin darle oportunidad de defenderse. No acababa de recuperarse, cuando sintió como algo caliente le daba de lleno en el estómago, se vio por reflejo y no tenía nada, sin embargo, el dolor se expandió como una corriente eléctrica que le provocó un espasmo antes de dejarse caer, apretándose la barriga. El remolino de tierra se vino abajo, dejando una cortina de polvo y luego esta se disipó. Ari abrió un ojo y pudo ver que Rard tenía las dos manos acunadas una sobre otra frente a su amplio pecho, pero lo más llamativo es que en el centro se estaba extinguiendo una luz de color violeta.

—Yo no querer hacer uso de poder especial, pero ser muy persistente —Rard sacó el aire, en ese momento se notó agotado y el sudor emanaba por su frente.

Alibaba estaba con los ojos bien abiertos, muerto de preocupación por ver a su amiga tirada sin levantarse, pero también por lo sorpresivo que fue aquel ataque, sin embargo, se dio cuenta que usarlo dejó a Rard agotado.

—¡Ari, levántate! ¡Tú puedes! —gritó Alibaba—. Solo un poco más...

Ari se estaba retorciendo de dolor que le costaba entender lo que Alibaba decía.

Magi: The New Magic AdventureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora