Un mes después de la batalla en Magnostadt con el médium que traería la oscuridad en el mundo, Morgiana ha tomado la decisión de apartarse del Aladdin y Alibaba.
Antes de que Aladdin y Alibaba regresen a Sindria después de estar dos meses en Magnos...
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—Tardaste más de un año para aceptar mi propuesta de matrimonio, Morgiana —habló Hakuryuu, su rostro se mostraba serio y su mirada era afilada hacia la joven Fanalis. Estaba sentado en una silla ostentosa más parecida a un trono; en una pose que dejaba ver la seguridad abrumadora que tenía.
—Te equivocas, Hakuryuu, no estoy aquí por tu propuesta —respondió Morgiana seria—. Estoy aquí por Alibaba-san y Aladdin.
Hakuryuu alzó un poco la cabeza, interesado.
—¿Ellos te mandaron? —cuestionó.
—No, ellos no saben que vine a buscarte —contestó la joven—. Tu esencia ha cambiado y eso me preocupa, es por eso que he venido a vigilarte.
El joven príncipe se levantó y caminó hacia ella, le puso una mano en el hombro.
—Morgiana, si tú estás aquí porque te preocupa mi esencia, lo mejor es que regreses con Alibaba y Aladdin. Yo estoy bien —le sonrió.
Morgiana miró la mano de madera sobre su hombro antes de verlo a los ojos.
—No lo estás, Hakuryuu. Déjame estar contigo, siento que necesitas una mano amiga.
—¿Una mano amiga? ¿Quién te dijo semejante idiotez? No necesito de nadie, mucho menos de ti. Sé que recuerdas lo que pasó hace un año cuando me separé de ustedes.
—Lo sé, pero no puedes culparme por eso.
Hakuryuu rio amargamente. Le apretó el hombro a Morgiana.
—Eso ya no importa Morgiana. Aunque te seré sincero —la obligó a quedar frente a él y con una convicción arrolladora le dijo—: mis sentimientos por ti no han cambiado en absoluto.
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Morgiana respingó sorprendida y no pudo mantenerle la mirada. Apretó los puños.
—Eso también lo sé. Morgiana, gracias por venir, pero lo mejor es que regreses al lado de tus apreciados amigos —le dio unas palmadas con cansancio listo para dejarla sola.
Pero Morgiana lo agarró por el brazo bueno.
—Te vi el día de la batalla en Magnostadt y vi tu mirada e incluso logré escucharte —expresó Morgiana con seriedad, volviéndole a clavar la mirada—. Y no estoy dispuesta a dejar que le hagas daño a Alibaba-san ni Aladdin.
