Capítulo 51: ¡A conseguir las llaves!

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Hakuryuu saltó de improviso cuando el suelo donde pisaba empezó a elevarse, solo la parte donde él estaba. Vio como el piso subía y bajaba como barras. Se vio obligado a alejarse de Alibaba y Aladdin, por una parte, no le desagradaba la idea, pero por otra, se tensó al saber que enfrentaría al Tigre solo.

—Tengo que ser fuerte si quiero obtener el Djinn de este calabozo —se dijo, apretando con todas sus fuerzas la lanza.

—¡Entonces, demuéstramelo! —gritó el tigre que estaba parado en una de las columnas de tierra, mirándolo desde arriba.

El animal saltó en las otras columnas de tierra que seguían elevándose. El príncipe tragó saliva, pero estaba decidido a conseguir esa llave.

Saltó hacia arriba para encontrarse con el tigre y llegó el punto donde en pleno aire, Hakuryuu invocó a Zagan para equiparse con él. El tigre llevaba por delante las enormes zarpas dispuesto a cortar con ellas al muchacho, mientras que Hakuryuu tenía la lanza lista para incrustarla en el animal.

La zarpa y la punta de la lanza chocaron, sacando chispas y al instante los dos se impulsaron hacia atrás. Hakuryuu gritó el nombre del ataque, salieron varias raíces de su arma hacia el animal.

El tigre notó la determinación en la mirada de aquel joven, causándole una sonrisa.

Alibaba esquivó a la serpiente que había tratado de atraparlo. Aladdin se interpuso por lo que la gigante víbora se puso frente al Magi.

—Por favor, Magi, no se meta en esta pelea. No podemos causarle daño a usted —dijo la serpiente, solemne—. Si interviene, entonces el candidato no podrá obtener la llave. Marax nos envió con el fin de ver quién de los tres es el más apto para conquistar este calabozo.

—¡¿Eh?! —Aladdin y Alibaba se alarmaron.

Tres, entonces el Djinn, bajo el nombre de Marax, estaba considerando a Ari como contendiente también. Los dos se miraron, era prioritario encontrar a su amiga.

—¿Estás diciendo que son tres llaves? —cuestionó Aladdin.

—Para llegar al salón donde está Marax, sí, se necesita de tres llaves. Es curioso que hayan entrado tres interesados —respondió la serpiente.

—Pero Ari no está interesada en conquistar este calabozo —rebatió Alibaba, sorprendido.

—Eso lo decide Marax, no tú y tampoco usted, gran Magi —siseó la víbora—. El tiempo apremia si quieres conseguir la llave.

Los dos chicos se quedaron meditando por unos largos segundos.

—Conseguiré la llave —dijo Alibaba a su amigo, señalándose con el pulgar y regalándole una sonrisa—. No te preocupes, Aladdin. Confía en mí.

—De acuerdo, Alibaba-kun —asintió Aladdin con la misma seguridad que Alibaba transmitía.

Hakuryuu no dudó en hacer uso de la magia extrema, sin embargo, el tigre lo interrumpió, rasgándole el brazo bueno, causando en el príncipe un gran dolor que emitió con un grito desgarrador, pero antes de que pudiera asimilar, un manotazo en el rostro lo mandó al suelo, causando una grieta en este.

—¿Creíste que conseguir la llave sería fácil? —cuestionó el tigre estando parado en una columna elevada.

—No —respondió Hakuryuu, incorporándose; se pasó la mano sobre el rostro sintiendo la piel abierta por la cortada—. Pero eso solo lo hace más interesante y satisfactorio cuando conquiste este calabozo —sonrió con suficiencia.

Magi: The New Magic AdventureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora