Capítulo 08: Una prueba de poder

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Ari vio que los dos se quedaron dormidos después de un rato. Ella tenía hambre y supuso que a lo mejor en cuanto ellos despertaran también. Así que se fue hacia el comedor y llevaría algo de comer para sus amigos. En el pasillo se encontró con Jafar que estaba recargado en la pared.

—Ja... —Ari se sorprendió verlo dormido incluso roncando levemente. En sus brazos el montón de rollos.

Se asustó cuando él empezó a resbalarse, pero intentó que no se cayera por lo que terminó sujetándolo por los costados a pesar de que eso provocó que terminara tirando los rollos.

—¿Ari? —preguntó, restregándose los ojos—. Oh, pero qué torpe soy —dijo somnoliento al ver los escritos en el suelo.

—Yo te ayudo, Jafar —Ari se apresuró a levantar los rollos.

—Gracias, Ari. ¿Se te ofrece algo? —interrogó Jafar ocultando un bostezo.

—No te preocupes por mí, Jafar. ¿Por qué no vas a descansar?

—Tengo mucho trabajo todavía... —Jafar soltó otro bostezo al tiempo que unas lagrimillas salían por la comisura de sus ojos.

—Pero no servirá de nada que trabajes si tú estás agotado. Lo que hagas en este momento no estará bien porque tu mente está divagando. Ve a descansar lo necesario y con la mente descansada, trabajarás mejor —dijo Ari.

—Bueno, sólo dejaré estos pergaminos en la oficina de Sin e iré por un té.

—¡Oh! Yo voy para el comedor y te traigo el té, ¿de acuerdo? ¿De qué té quieres?

—Uno de azahar con un poco de miel si es que no es molestia, por favor —pidió Jafar, agradecido.

Ari asintió y se fue corriendo. Jafar soltó otro bostezo. La verdad ya le estaba costando pensar.

Al cabo de unos minutos, Ari llegó con el té de Jafar y una charola con comida. Él la acompañó hasta la habitación donde se quedaba, después de desearse un buen descanso, él continuó su camino.

La joven entró al cuarto, el ambiente ahí estaba muy apagado. Dejó la charola con la comida sobre la mesa, por si a media noche les daba hambre, ya tenían la comida disponible. Fue al baño a darse una ducha y se puso la ropa de dormir. Se acercó a Aladdin que tenía los parpados enrojecidos y todavía gimoteaba.

—Ha sido muy duro para nosotros saber que Morgiana decidió alejarse de esa forma —habló Alibaba de repente que Ari se cayó del susto—. ¡Lo lamento!

Ari se incorporó.

Los dos se sentaron frente a la mesa, sin embargo, Alibaba no le puso interés a la comida. Pero ella le sirvió un poco de té que todavía estaba caliente.

—Morgiana es nuestra amiga, y la queremos mucho. Estamos tristes porque no esperamos esa respuesta de su parte. Habíamos quedado que ella regresaría con nosotros en un tiempo y que nos mandaría muchas cartas para contarnos de sus vivencias... y de pronto sólo manda una carta con esas pocas líneas y... —Alibaba tragó fuerte para no desbordarse en llanto—. Tal vez si ella nos hubiera dicho ese día sus verdaderas intenciones, aunque nos doliera, sería menos doloroso que hacerlo por medio de una carta. Pero ella regresó su contenedor metálico y el collar que le regalé.

—Alibaba —Ari miraba sus ojos llenos de tristeza.

Él se pasó las manos sobre los ojos para quitarse las lágrimas.

—Al regresarlos, me dio a entender que ya no quería saber nada de nosotros, que hasta aquí ha llegado nuestros caminos.

Alibaba empezó a hablar de Morgiana con nostalgia, desde el primer momento que la conocieron, hasta el día que ella se marchó. El té se había enfriado.

Magi: The New Magic AdventureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora