Capítulo 27: Nuevo Poder

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Se pusieron a la defensiva a esperar el ataque, pero un Djinn mordió a otro de los soldados convirtiéndolo al instante. Los soldados que empezaron a despertar y ver aquellas bestias salieron corriendo despavoridos, pero algunos fueron alcanzados y convertidos en bestias.

Aquello dejó tan sorprendidos a los chicos, sobre todo a Aladdin y a Alibaba que se quedaron sin hacer nada. Ari corrió hacia uno de los soldados y lo apartó cuando estuvo a nada de ser mordido por el Djinn. La chica cargó al joven de pelo morado y derrapó bajo las piernas del Djinn oscuro.

—¡Aladdin! —gritó Ari para hacerlo reaccionar.

Alibaba apretó los dientes, sabía que dentro de esos Djinns estaban los cuerpos de aquellos soldados inocentes. Les lanzó oleadas de calor solo para que no atacaran a los demás soldados y les dieran oportunidad de huir.

—¿Qué haremos, Aladdin? —preguntó Alibaba viendo que eran siete Djinns oscuros.

—Chicos, ustedes dijeron que las personas que caen en depravación y se... —Ari tragó saliva, decir la palabra matarse se le hizo muy fuerte— Bueno, ya saben, por eso se convierten en Djinns oscuros, pero ellos estaban inconscientes y la mujer les clavó su bastón y la oscuridad emanó de él cubriéndolos. No vi sangre y no estoy segura si ellos están muertos realmente.

—Exacto, Ari-san. No sabemos qué haremos. Si los atacamos y ellos están vivos, podríamos lastimarlos —Aladdin estaba realmente preocupado.

—Lo único que puedo hacer es mantenerlos encerrados —expresó Alibaba que había hecho un círculo de fuego que se extendía varios metros y los Djinns estaban adentro.

—Hay que debilitarlos y luego usaré la Sabiduría de Salomón para intentar salvarlos de la depravación —emitió Aladdin.

—Pero ellos no cayeron en depravación por voluntad propia —dijo Alibaba—. Esa mujer los obligó.

—Marusa, así se llama esa mujer —respondió Aladdin, de solo mencionar el nombre de la maga, sintió la amargura depositarse en la boca.

—Marusa... vieja bruja —murmuró Ari, enojada.

Alibaba se le quedó viendo, porque ella seguía cargando con el muchacho de pelo morado.

—Ari, ¿piensas cargarlo todo el tiempo? —cuestionó Alibaba señalando al chico con recelo.

—Ah, cierto, se me había olvidado —Ari lo dejó caer tal costal—. Bien, entonces ¿qué vamos a hacer con esas personas?

Tanto Aladdin como Alibaba pestañearon por la forma tan descuidada de Ari por dejar caer al muchacho.

—Creo que lo que podemos hacer hasta el momento, es debilitarlos. Solo espero tener la suficiente resistencia para luchar con ellos sin tener que causarles tanto daño —proyectó Alibaba.

—Yo encerraré a unos dentro de una esfera de aire, Alibaba-kun —dijo Aladdin—. Así podrás debilitar a unos y entonces me encargaré de ver a través de su Rukh.

Los dos asintieron, convencidos por su plan.

Ari se les quedó viendo, le resultaba muy curioso cómo se coordinaban tan rápido, como si los dos pensaran los mismo. La luz que emanaron también le dio más ganas de pelear a su lado.

Pero un Djinn salió del muro de fuego, agarrando con sus garras a Aladdin sin dar oportunidad a reaccionar a ninguno de los tres. Cuando vieron, el cuerpo del pequeño Magi estaba estrellándose con el muro, el cual se agrietó ante el fuerte golpe.

—¡Aladdin! —gritó Alibaba viendo a su amigo con el cuerpo maltrecho.

El Djinn levantó la mano para golpear a Aladdin, pero Alibaba terminó cortándole el brazo con la espada. El brazo se desintegró y causó un terrible chillido. Alibaba eludió el manotazo que la criatura intentó darle y estuvo a nada de clavarle la espada en el estómago, pero vio el rostro del soldado. Se echó para atrás, el recuerdo de Cassim lo golpeó al instante. Lo más tétrico, es que lo vio respirar y que luchaba de algún modo para liberarse.

Magi: The New Magic AdventureWhere stories live. Discover now