Capítulo 17: La propuesta

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Alibaba caminó por las calles de su país, resultando un lugar completamente desconocido para él. No podía negar que le causaba un sentimiento de no pertenencia. Se sorprendió de lo rápido que el imperio Kou hizo esos cambios tan radicales en Balbadd. Notó a la gente que usaban ciertos atuendos diferentes a los que se acostumbraba antes. Fue recibido por un grupo de personas que aseguraron ser los encargados de llevarlo al palacio, pero Alibaba les pidió que le dieran la oportunidad de recorrer las calles de Balbadd, a lo que ellos un poco renuentes, terminaron accediendo.

Fue así como Alibaba terminó yendo a los barrios donde había crecido, y por azar del destino se encontró con Hassan. El hombre se alegró de verlo y su rostro cobró un brillo que hacía un momento no tenía. Lo invitó a su hogar, donde le presentó a su pequeño hijo. Alibaba se sintió contento de ver a Zaynab, quien estaba conforme con los cambios que había hecho el Imperio Kou, al menos nadie moría de hambre según palabras de sus conocidos. Sin embargo, una vez que la mujer se fue acostar, Hassan le dijo a Alibaba que fueran a un lugar.

Hassan le enseñó una tumba simbólica de Cassim, Alibaba al ver una piedra sintió un nudo en la garganta. El coraje inundó su pecho cuando Hassan le avisó que el Imperio Kou se llevó el cuerpo de Cassim para estudiarlo; Alibaba tuvo que aspirar hondamente para calmarse.

Su antiguo compañero le hizo saber su verdadero sentir respecto a su nueva vida. En pocas palabras era como si rompieran su espíritu y sus ganas de hacer algo más, tendrían que vivir de la rutina por siempre y lo peor es que no podía hacer nada para cambiarlo, porque venía otro bebé en camino. Al menos con esa rutina le alcanzaba para mantener a su familia y con eso estaba conforme.

Alibaba cerró los ojos. Era algo diferente a lo que había luchado. Quería que los ciudadanos de Balbadd fueran felices viviendo su vida, como ellos quisieran sin que les faltara comida ni techo. Pero lo dicho por Hassan, le hizo ver que no eran del todo felices.

Una vez que se despidió de Hassan, Alibaba caminó solitario por las calles. No había rastro de lo que conoció cuando era niño, ni cuando estuvo en la tropa de la niebla. Estaba rodeado por casas idénticas.

—No queda nada, Cassim —musitó Alibaba con nostalgia.

Se sintió tan frustrado por lo que Hassan le dijo: a pesar de la rebelión que tuvo en contra de su hermano cuando este fue rey de Balbadd para que no hubiera esclavitud, actualmente en el país sí existía. Fue una larga noche para Alibaba, recordó ese día donde la gente clamaba "Republica de Balbadd" con alegría, esperanzados por una vida mejor, y él estaba rebosante de alegría por haber logrado levantar esa esperanza en ellos; iba a trabajar con todo su corazón para que así fuera. Pero, Balbadd estaba muy alejada al país que había soñado en aquel entonces.

Al día siguiente, Alibaba entró al palacio. Todos lo miraban con expectación, sobre todo a la hora de tener que hacer una reverencia: tenía que pegar la frente en el suelo. Kouen lo veía con superioridad e incluso le sonrió de forma arrogante. Tardó un largo minuto antes de hacer la reverencia.

—En Balbadd, pegar la cabeza en el suelo es una vieja costumbre para pedir que una mujer embarazada tenga un buen parto —dijo Alibaba, desafiante—. ¿Le parece correcto este modo de saludo, príncipe Kouen?

Causó la sonrisa discreta de su antiguo general, Barkak. Alibaba había sido de lo más desafiante ante la imponente figura de Kouen Ren.

Pero sorprendió a muchos ver a Kouen reírse.

El príncipe Kouen le pidió a Alibaba que lo acompañara sin necesidad de ser custodiado.

—Me sorprendí mucho al recibir la notificación que serías tú el que vendría en representación de Sindria, pero la verdad es que tu presencia aquí me resulta más beneficiosa —sonrió Kouen.

Magi: The New Magic AdventureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora