Capítulo 43: El sentimiento de Sinbad

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—¡Maravilloso! ¡Maravilloso! —clamó Arba con una sonrisa siniestra; se levantó de su trono y caminó hacia la esfera que le permitía ver lo que estaba sucediendo en Reim.

Vio a la joven que, a pesar de estar apresada por aquellas gruesas lianas llenas de espinas, se jaloneaba con tal fuerza que estaba arrastrando a los magos.

Arba pegó la mejilla al cristal con anhelación.

Pero se separó de inmediato al ver a Sinbad atacando a los magos y luego como todo quedó oscuro.

—Su majestad —habló uno de sus guardias—. La señora Marusa quiere hablar con usted.

—¡Quítate de mi camino, estorbo! —Marusa aventó al guardia con un ataque de aire.

La mujer se puso frente a Arba. Estaba recuperada y se sentía superior, no sólo en poder, también en estatura por lo que era un gozo mirarla hacia abajo.

—He pensado mejor las cosas, Arba, nuestro objetivo es el mismo, pero tus métodos son tan lentos que me aburren —dijo Marusa con cansancio—. Evitaré meterme en tu camino y espero lo mismo de tu parte.

—Hermana, no esperaba menos de ti. Como una malagradecida que eres...

—¿Yo malagradecida? —se señaló Marusa, indignada—. Tú traicionaste a nuestro amado padre David para ir con su bastardo Salomón a quien también terminaste traicionando. Al menos yo sigo siendo fiel a mi amado padre. Es por eso por lo que lo mejor es que las dos tengamos un camino diferente, no quiero que me traiciones. Mejor sola que con una arpía a cuestas —sonrió confiada.

Arba estaba seria, pero luego empezó a reírse a carcajadas.

—Francamente de todos los seguidores de David, tú eres a la que más repudio por sentirse superior a cualquiera —soltó Arba.

—Porque lo soy —contestó Marusa sin apartar sus ojos que delataban el odio por Arba.

Marusa se apartó.

—Adiós, hermana mía —se despidió emprendiendo el vuelo.

—Dé la orden majestad y nos encargaremos de matarla —habló un guardia.

—Ella no es rival para mí, pero si se entromete en mis asuntos, yo misma me encargaré que nunca vuelva a respirar —contestó Arba, decidida.

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Hakuryuu acababa de salir del baño y se estaba secando el pelo, lo tenía un poco largo

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Hakuryuu acababa de salir del baño y se estaba secando el pelo, lo tenía un poco largo. La puerta se abrió inesperadamente y se encontró con Morgiana quien se quedó inmóvil al verlo.

Los ojos de la Fanalis recorrieron la piel expuesta de Hakuryuu, especialmente las zonas afectadas por el fuego de hace años.

El joven príncipe se cubrió con una tela para que Morgiana ya no siguiera viendo el resto de sus cicatrices y bajó la mirada, en ese momento se sintió vulnerable.

Magi: The New Magic AdventureWhere stories live. Discover now