Un mes después de la batalla en Magnostadt con el médium que traería la oscuridad en el mundo, Morgiana ha tomado la decisión de apartarse del Aladdin y Alibaba.
Antes de que Aladdin y Alibaba regresen a Sindria después de estar dos meses en Magnos...
Llegaron corriendo hacia la habitación de Titus: en la cama yacía Marga, respirando con dificultad y con fiebre muy alta; la niña se agarraba su pecho, de repente tosía dejando escapar un poco de sangre. Aladdin y Alibaba de inmediato se acercaron a la niña, pero Aladdin miró a Titus llorando.
—El señor Matal Mogamett me explicó que la magia que aplicaron en Marga para su sanación era temporal y que cada cierto tiempo debía de recibir una dosis similar para que ella estuviera bien y alargar su tiempo de vida... pero ahora Marga ha caído y parece que de repente está sufriendo todo el malestar que no ha sufrido en todo ese tiempo —habló Titus sin darle la cara a ninguno, sólo se veían sus lágrimas caer sobre su regazo—. Ni la magia curativa de Sphintus combinada con la mía la han hecho mejorar.
Alibaba le quitó la toalla de la frente para mojarla de nuevo, la niña se veía muy mal que le dolía el alma.
—Vamos a intentarlo, Titus-kun. Combinemos nuestra magia, somos dos Magis y con la ayuda de Sphintus-kun puede que logremos ayudar a Marga-chan —habló Aladdin, pero se acordó que no tenía el bastón a la mano—. Voy por mi bastón.
—No te preocupes, Aladdin, yo voy por él —se ofreció Alibaba ya poniéndose en marcha.
—Voy a buscar algunas hiervas para hacerle un té a Marga, luego regreso —avisó Sphintus.
Titus finalmente levantó la mirada, concentrándose en Aladdin, al cabo de unos segundos miró a Marga, siendo imitado por el chico de pelo azul.
—Lo ves, ¿verdad, Aladdin? —Titus apretó la mandíbula y cerró los ojos con fuerza.
Aladdin sintió un nudo en la garganta al ver que el Rukh de Marga estaba muy débil. Titus apretó los puños arrugando las sabanas, abnegado en lágrimas.
—Titus-kun —masculló Aladdin haciendo suyo el dolor de su amigo.
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Sinbad y Ari iban caminando en un profundo silencio que para la chica se le hizo algo incomodo, no sabía cómo empezar una conversación con él.
—¿Cómo está Sindria? —interrogó Ari—. ¿Cómo está Jafar, Masrur, Spartos, Sharrkan, Yamu, Hino, Drakon y Pisti?
El rey sonrió.
—Todo está bien ahí, Sharrkan y Spartos también se encuentran aquí en Remano, pero no fueron invitados a la fiesta. El príncipe Nerva es un poco quisquilloso respecto a la gente que acude a eventos como estos —respondió Sinbad.
—Hubiera sido interesante verlos con máscaras. Qué pena que no los haya invitado el príncipe de Reim —Ari miró hacia atrás como si ellos estuvieran ahí—. Estoy segura de que Alibaba y Aladdin también estarán muy felices de saber que ellos están en la ciudad —expresó muy entusiasmada, ya quería verlos, ojalá que también Jafar hubiera asistido con el rey Sinbad.
