William.
10:35 p.m.
"Quebec Soria", no puede ser, no puedo dejar de pensar en ella, estoy mal y no sé que hacer.
-¿Señor?-pregunta Katerina en la entrada de mi oficina.
-¿Si?
-El detective Cano está aquí.
-Claro, déjalo pasar, por favor.-respondo.
Ella asiente y deja pasar al detective. Me levanto de la silla y me dirijo al mini bar de la oficina.
-Buenas noches señor.-dice mientras se acerca a mi.
-¿Qué noticias tienes para mi?-pregunto directamente.
Se detiene en seco y me mira con preocupación, mierda, no son buenas noticias.
-Le ha mentido.-dice.
-¿A qué te refieres?
Lo miro y le ofrezco una copa de whisky, la toma y le da un sorbo antes de continuar.
-La señorita Soria, no es su apellido real.
¿Qué?, ¿Quién es entonces?
Me quedo en shock por un momento, trato de entender toda la situación; me dirijo al escritorio y le ofrezco asiento.
-Su nombre real es Quebec Salas, y a lo que investigué, trabaja para el señor Jared Maxwell en su empresa de investigación.-dice mientras se sienta frente a mi.
-Salas...-repito.-Espera... ¿es hija del señor Rubén Salas?
Él asiente. Demonios, es hija de mi mejor comprador de droga. ¿Ella lo sabe?
-Lamentablemente su madre falleció después de un accidente, todos dicen que fue culpa de Quebec la muerte de su propia madre, pero en realidad yo no lo creo.
-¿Porqué lo dices?-pregunto.
-Ha ido en repetidas ocasiones al cementerio.
-Una pena.-logro decir.
Me quedo mirando la ventana, Dios, estoy tan confundido. Trabaja para el señor Maxwell, padre de mi fallecida ex novia.
¿Por eso vino a mí?, ¿la fundación es real?, ¿trabaja ahí?, tengo demasiadas preguntas en este momento.
-¿Señor?, ¿se encuentra bien?-pregunta y me mira con delicadeza.
-Te puedes retirar, si tienes más noticias hazme saber.
-Por supuesto.-se levanta y sale de la oficina.
Maldita sea, está investigándome y yo pensando en cogerla. Necesito salir de aquí, necesito sacar el enojo que siento en estos momentos.
Salgo de la oficina, le doy las gracias a Katerina y me dirijo a las catacumbas. Tal vez y en esta ocasión pueda encontrar a alguien para pasar la noche.
Después de un rato sentado en el sofá de cuero mientras observo a una pareja D/s, comienzo a aburrirme. Él comienza azotando el pequeño trasero de la chica, ella gime. Cambia su mano por un látigo y puedo escuchar a la pobre rogarle para que se detenga, por el contrario, él lanza un golpe aún más fuerte, y las lagrimas de la chica comienzan a salir de sus ojos, mierda, pide que pare cada vez más fuerte, pero aún no utiliza la palabra de seguridad. Tal vez y estoy perdiendo mi tiempo al estar aquí y quedarme sentado si no puedo sacarme a Quebec de la cabeza.
Debería irme, esto no me está funcionando, no hay nadie que me interese, solo la quiero a ella, quiero amarrarla y preguntarle la razón por la cuál me mintió, quiero azotar ese pequeño y lindo trasero hasta dejarlo rojo y hacerla mía.
-No debería estar aquí. Vamos Erick, es mala idea.
Escucho su voz, demonios, giro a mi derecha y ahí está, con un pequeño vestido rojo que le encaja perfectamente a su figura, en su pierna puedo ver un liguero dorado con piedras brillantes y desde su pecho sale un arnés con destellos.
Mi pene punza al verla así.
-Vamos, será divertido.-responde un hombre con traje, tiene barba y la toma de la mano.
Divertido sería verla amarrada a mi cama, rogando por más.
-Esto no es lo mío, es algo raro.-dice con voz nerviosa.
-Tú querías saber en lo que estaba metido y yo te he traído para que veas y descubras en lo que él sería capaz de hacerte.
-Claro, algo que el señor Crane no haría.-dice, tratando de sonar segura.
El detective Cano tenía razón, me está espiando o investigando, debería hacer esto un poco divertido. Lentamente me coloco detrás de ella.
-Señorita Soria, no sabía que era parte del BDSM.-susurro en su oído, se pone tensa y voltea a verme.
Se ve tan bien así, sus labios pintados de rojo. Quiero besarla ahora mismo.
-Oh, señor Crane... este... yo... vine a acompañar a mi amigo.-dice nerviosa.
-Bueno, los dejo solos, iré a ver si hay alguien para mí.-responde su amigo y se marcha.
Gracias a Dios, me acerco un poco más a ella y puedo oler su fragancia, dulce.
-Entonces, ¿ve algo que le guste?
-Esto es mala idea, debería irme.
Se aparta de mi, la tomo del brazo y la jalo, acercándola más a mi, su frente roza con mis labios.
-Escuché que estabas hablando de mi con tu amigo.
No me mira a la cara y logro ver un poco de rubor en sus mejillas.
-Escuchó mal.
-¿Ah si?, ¿quieres ver en lo que estoy metido?
Levanta la mirada, viéndome directamente a los ojos.
-Esa no es manera de hablarme.-dice, su mirada demuestra enojo.
-Oh no, lo sé, pero si supieras en lo que estoy pensando...
-Ahorrese sus pensamientos sucios, no me interesa.-me interrumpe.
-Si no le interesa, ¿porqué me está mirando cómo si quisiera cogerme ahora mismo?
Abre sus ojos sorprendida y aparta la mirada rápidamente. Comienza a morderse el labio.
-Debería irme.
-¿Acaso te asusto?-pregunto.
-No, solo es la razón que seremos socios y no pienso en tener la relación jefe-empleada.
-Sé que me deseas tanto cómo yo a ti.
-Está equivocado.
Me mira y se suelta de mi agarre, dando un paso hacia atrás.
-No debería mentirme, señorita Soria.
Se queda callada.
-O debería decir... señorita Salas.
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Oh, Por Dios! (I)
RomanceQuebec Salas, una espía que trata de hacer el bien, cuando su nueva misión, asesinar a Will Crane-el rey de la mafia y un Máster del BDSM-por venganza de la muerte de Esther Maxwell, hija de su jefe Jared Maxwell. ¿Todo se saldrá de control? o ¿él l...