Capítulo X

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William 

Me despierto en un lugar que no conozco, ¿en dónde estoy? Me levanto un poco y siento a alguien entre mis brazos, bajo la mirada y es ella, jamás pensé verla así, tan inocente, pequeña.  Tiene un brazo alrededor de mí, cómo si no quisiera que me fuera. 

Me levanto con cuidado, tratando de no despertarla, busco la puerta de su habitación y entro, hago a un lado las sábanas para poder recostarla y regreso a la sala. La cargo hasta su cama, lentamente la recuesto, la tapo y trato de acomodarla para que esté lo más cómoda posible. 

Me dirijo a la cocina, tomo un vaso de agua y se lo pongo en la barra, con un lapicero que está ahí y un papel le escribo una nota.  "Espero que esto se pueda repetir, si te sientes mal o adolorida házmelo saber y vendré a verte para poder cuidarte como mereces."  Dejo el lapicero y salgo de su departamento.

Son las 7 de la noche y no me ha llamado o escrito.  Tomo un sorbo de mi café y tocan a mi oficina es Katerina.

-Señor, el señor Maxwell desea hablar con usted.  

¿Qué hace aquí ?, desde su fallecida hija quedamos que no habría comunicación entre nosotros.  Asiento y Katerina lo deja pasar.  El señor se ve molesto, le ofrezco asiento y se sienta frente a mi.

-¿Qué le hiciste a Quebec?-dice de repente. 

Espera un momento, ¿cómo sabe de nuestra relación ?, su tono es frío y molesto.

-¿De qué está hablando?-pregunto.

-Llegó a mi oficina preguntando la razón por la cual la mandé a ... investigarte.

Entonces es verdad, ella no está conmigo por placer, lo hace solo porque él le paga.  ¿Porqué me siento mal ?, mi estómago se hace nudo y quiero creer que es mentira.  Ella no es así, es diferente en todos los aspectos, y no me refiero solo al sexo, con ella quiero algo serio, que tonto pensar en eso. 

-¿Solo me busca por información?

Sonríe, maldita sea.

-¿Recuerdas lo que le hiciste a mi pequeña niña?

-Yo no tuve la culpa.-respondo de manera abrupta.

-Por supuesto que la tienes, ella te amaba y terminaste bailando en su tumba. 

Hablar de Esther es abrir la herida que ya había sanado.  Y el señor no quiere aceptar que su suicidio no es mi culpa. 

-Esther estaba en depresión cuando la conocí, solo traté de ayudarla.  

-Si trataste de ayudarla, ¿porqué mi nena está muerta?  

-Si ha venido a culparme de nuevo, le pido que se retire por favor.

-No, solo vengo a realizarte una pregunta.-se levanta del asiento y se dirige a la ventana.-Y espero que a mi pequeña Queb no le hagas lo mismo que a mi pequeña Esther.  

¿A qué se refiere ?, por más que no quiero meterme sentimentalmente con Quebec, se me ha hecho imposible, con tan solo verla es como si mi mente explotara. 

-¿Qué pasaría si le digo lo que le haz hecho a Esther?  

No, ella no puede saber que el padre de Esther piensa que yo maté a su hija. Me quedo callado por un momento, no quiero que lo sepa, con sus problemas y ahora con esto, no puede.

-¿Porqué razón se lo diría?

Él sonríe, suelta una carcajada y me mira. 

-Tal vez, es la razón por la cual llegó a mi oficina preguntando la razón por la cual matarte.-dice mientras camina hacia mí.-Pero ... ví algo en sus ojos que con nadie más había mencionado.

No no no.  ¿La mandó a matarme?, él quiere vengarse de mí por algo que claramente no hice  y me ha mandado a aquel ángel.  Me quedo en medio de la habitación, no quiero que Quebec salga lastimada.
-No le diga nada.-respondo.

Arquea una ceja y se dirige a la puerta.

-Yo lo haré, yo se lo diré y ella decidirá qué hacer. 

-Es su trabajo y tiene que cumplir con lo que yo le ordene, le estoy pagando para que te haga sufrir y al final terminarás muerto, ¿aún no te has dado cuenta?-se ríe y sale de la oficina sin mirarme.

Oh, Por Dios! (I)Where stories live. Discover now