Capítulo XII

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William 

Al día siguiente decido ir al cementerio. Me levanto de la cama, tomo un baño y me alisto para salir.

El camino es silencioso pero mi mente no deja de pensar en cómo decirle a Quebec que soy culpable de la muerte de la hija de su segundo padre.  "Estaba enferma y no me importó".  no, que tal "traté de ayudarla, pero me rechazó", maldición, que manera tan sutil.  

Al llegar al cementerio, salgo del auto y compro unas flores. Me dirijo la tumba de Esther.  "Esther Maxwell. Amada hija, amiga y hermana. Tu luz sigue entre nosotros."

-¿Me enviaste a Quebec por venganza?-le susurro mientras arreglo las flores.-Lamento todo.-acaricio la lápida de mármol y limpio las letras.-Desearía que me dieras una señal para saber que hacer, tu padre no me deja de reclamar tu muerte, no importa lo que haga.  

Me levanto y siento mi teléfono sonar.  Es el detective Cano.  Respondo la llamada.

-¿Si?

-Señor, la están buscando.

-¿Quién?

-No lo sé, una camioneta negra la ha estado siguiendo desde hace dos días.-responde, mierda. Primero Esther y ahora ella. 

-Investiga quién es y no dejes que nada malo le pase. 

No espero su respuesta y cuelgo la llamada.  Salgo corriendo del cementerio me voy a buscarla lo antes posible. Trato de llamarla pero no hay respuesta.  Llamo a su oficina y nada, comienzo a pensar en lo peor, ya la tienen.

Me dirijo a la empresa del señor Maxwell en busca de ella, al entrar le pido a la recepcionista la dirección hacia su oficina y cuando me la da voy lo más rápido posible.  Al llegar toco dos veces y me abre el chico con quién estaba la vez del club.

-¿Desea algo?-pregunta.

-Necesito ver a Quebec.

-Ella no desea hablar con usted.

Tiene suerte que esté tranquilo, sino ya lo hubiera golpeado. Ella aparece detrás de él y le da un leve apretón en el hombro.

-Está bien Erick.

-Los dejaré solos, si te hace algo, llámame.-ella le sonríe y él se va.

Dios, quiero besarla y saber que está bien.  Me acerco a ella y acaricio sus mejillas.  

-¿Estás bien?

-Sí ... ¿qué haces aquí?-pregunta. Sonrio y la beso. Santo Dios, sus labios tan suaves y besables. Ella continúa el beso, la acerco más a mí y arquea su espalda.

-Sólo quería verte, después de que pasó me quedé esperando tu llamada.

-¿Y no podías haber llamado tu?

-Te llamé, cinco veces.-respondo, me mira confundida y sonríe.

-Lamento no haberte contestado, he estado ocupada.  

La levanto del suelo y coloca sus piernas alrededor de mi cintura.

-Las niñas malas son castigadas.-le doy una nalgada y gime.  

Me dirijo al escritorio y la siento en la orilla.  Avienta los papeles que están ahí y se acomoda abriendo las piernas.

-Mmmm ... si señor ... 

La giro en su vientre, la jalo de las piernas a modo que queda inclinada en el escritorio, levanto su falda dejando ver sus bragas negras de encaje. Me quito el cinturón y lo enrollo en mi mano.  Me arrodillo ante ella y lentamente le voy bajando las bragas, dejándome ver su hermoso trasero que aún está marcado por la ocasión anterior, bajo a su vagina y ya está mojada.  Maldición.  Le muerdo la nalga derecha y gime, bajo a su húmeda vagina y comienzo a jugar con ella, paso mi lengua por su entrada y bajo a su clítoris.  Sus piernas tiemblan, gime.

-Por favor... señor...-gime.

Me levanto y con el cinturón le doy un golpe.  Brinca de sorpresa, gime y tiembla.

-¿Te gusta?

No dice nada, su respiración es jadeante.  Le doy otro azote.  Gime.

-Te hice una pregunta.  

Otro. 

-Aaaaah... sí...

-Si que.

-Señor... 

Le doy tres más, me acerco a su trasero, rojo y marcado, paso mi mano por el y chilla.  Desabrocho mi pantalón, ella voltea a verme y está ruborizada, jadeando. 

-Haz sido muy mala.  Y las niñas malas no merecen un orgasmo.-saco mi pene de los boxers y lo froto en la entrada de su vagina.  Se hace para atrás tratando de obtener más fricción.-No, no, no.  Me tomaré mi tiempo contigo.

- Aaaaaaaah... vamos... te necesito...-jadea.

La embisto de repente, suelta un grito.  Continuo moviéndome de manera frenética, metiendo todo mi miembro en ella, la tomo de la cadera para meterlo con más fuerza.
En la oficina se logran escuchar sus gemidos y el sonido de mis embestidas.  Cuando comienza a apretarme, me separo de ella, la volteo a verme y siento en la orilla del escritorio. Con mi pene juego con su clítoris, frotandolo. Jadea y gime pidiéndome más. Lo meto y grita. Con mis manos le quito la blusa de botones, dejándola en sostén, con mis manos bajo las copas y juego con sus pezones, arquea la espalda y me abraza con sus piernas acercándome más a ella, profundizando las embestidas.

-Eres... muy... mala...

-Aaaaah... me voy... a... correr...-gime en mi oído, beso su cuello y lo succiono dejando mi marca, bajo a su hombro y lo muerdo. Gime más fuerte.-Señor ... puedo ... ¿correrme?  Pregunta mientas besa mi cuello. Comienzo a embestirla más fuerte y profundo, siento sus fluidos bajar por mi pene desnudo. 

Mierda, el condón.  Me separo de ella antes de llegar al clímax, me mira confundida y antes de que haga preguntas bajo a su entrepierna y succiono su clítoris.

-Puedes...-ordeno.

Y explota, cierra las piernas con mi cabeza entre ellas, y sus fluidos salen cómo una cascada, grita de placer.
Se da cuenta que yo no llegué a correrme, baja del escritorio y se arrodilla para mi. Toma mi pene en sus manos, besa la punta y lo mete a su boca, con su lengua juega con mi longitud tomando todo de mí. Agarro su cabeza para que lo haga más profundo.  Si sigue así voy a explotar en su boca.

-Detente... 

No hace caso y sigue succionando, me siento llegar al clímax y me vengo en su boca. La miro con preocupación pensando que va a vomitar, pero al contrario, lo traga.  Madre mía, me mira y sonríe.

-Parece que al final yo estuve a cargo, señor.-sonríe, se levanta, recoge su ropa y comienza a vestirse, hago lo mismo y le doy una nalgada cuando comienza a ponerse las bragas. 

Cuando terminamos de ponernos "decentes", le doy un beso en los labios y sonríe.  La sonrisa no dura mucho, su mirada ha cambiado, y se pone seria.

-Vete, no te quiero aquí.

-Necesito hablar contigo.-digo.

-Lo sé y por eso quiero que te vayas.-abre la puerta y me da la indicación de salir, camino hacia ella y le susurro.

-Te veo hoy en las catacumbas.  

Se pone tensa y salgo con una sonrisa. Esta noche no podrá caminar.

Oh, Por Dios! (I)Where stories live. Discover now