Capítulo XIX

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Quebec.

Después de una hora pensando en qué cocinar, que decirle para que pueda cenar conmigo y después de pelear con Erick para convencerme en llamarlo.  Al final, opté por llamarle, honestamente todo fue mejor de lo que pensaba, aunque quería que me dijera que no podía o que tenía otras cosas que hacer, pero al final, aceptó y se comprometió en llevar el postre.  

Al salir de la oficina me voy directamente a mi departamento a comenzar a hacer la cena, opto por un poco de ensalada, pollo a la naranja agridulce, crema de verduras mixtas y una botella de vino tinto.  Al terminar, tomo una ducha rápida y comienzo a ver que usar.  Tal vez algo profesional, cómo una falta gris y una blusa de botones, no, demasiado profesional, tal vez algo casual, unos jeans y una blusa campirana, no, demasiado normal, pero tampoco me gustaría algo formal.  A final, opto por un vestido corto negro con una abertura en la pierna y un escote que deja ver la forma de mis senos, unas zapatillas altas, me maquillo sutilmente con un labial rojo que hace resaltar el vestido.  

Espero por unos minutos después arreglando el comedor, comienzo a recordar lo que pasó en nuestro encuentro, diablos, no debería pensar en eso, él solo viene a hablar se su contrato, ¿cierto ?, arreglo la mesa y escucho que tocan el timbre, miro  el reloj y son las 8:29, guau, que puntual.  Abro la puerta y ahí está, con su traje bien arreglado, su cabello está alborotado, en sus manos trae dos contenedores, me da un beso en la mejilla y lo dejo pasar.  

Comenzamos a cenar y la plática comienza a ser cada vez más personal, todo iba tan bien, hasta que me pregunta por el origen de mi nombre, el recuerdo de mi madre diciéndome la razón de mi nombre me hace sentir mal, pero hablar sobre eso con Will lo hace diferente, me hace sentir segura y de alguna manera me hace sentir vulnerable.  Al contarle la historia, no hace nada, solo me mira, me analiza.  Pasa su mano por la mesa y toma la mía, le da un ligero apretón y me siento bien.  

La cena transcurre de manera calmada, hablamos y hacemos chistes, hablar con él es como si lo conociera de toda la vida, sin duda me gustaría decir que tenemos una conexión, al pensar en eso me hace sentir mal.  Tengo una misión y no me puedo apartar de esa idea.  Cuando termine, pienso en preguntarle sobre su vida sexual, sería un poco extraño, pero me gustaría saber que es lo que en realidad hace, como es que en las catacumbas tiene una habitación con muchos juguetes.

-Estoy intrigada.-digo de repente, ¿acaso no me puedo quedar callada?  

-¿En qué?-pregunta.

No abras la boca, no quiero que piense que estoy interesada en lo que hace, debo de cambiar de tema.

-Lo que haces en las catacumbas, en sí, ¿qué es eso?  

Se queda callado, que tonta, no debí haber preguntado. 

-¿De verdad quieres saber?-asiento, maldición, me estoy metiendo en la boca del lobo.  Se levanta de la silla y se acerca a mi, mi corazón está acelerado y mi respiración comienza a agitarse.-¿Quieres jugar?  

No digo nada, no sé que decirle, quiero que me enseñe, pero de igual manera me asusta

-¿Quieres saber lo que soy capaz de hacer tu cuerpo?-se pasa por detrás de mi silla y acaricia mis hombros.  Mi respiración es jadeante, y quiero más.-¿Quieres saber qué eres capaz de darme?

Acaricia mi cuello, suelto un leve gemido.  

-Sí...-deja de tocarme, por un momento siento que se aleja de mi y por algún motivo quiero ir a buscarlo y pedirle que haga conmigo lo que quiera.  Parpadeo unas cuantas veces y me levanto de la silla.  Volteo a verlo y él está sentado en el sillón.  

Oh, Por Dios! (I)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin