Capítulo: XXVIII

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William.

Maldita sea, quiero creer las palabras de aquel mensaje, ¿cómo que está bien ?, si el señor Maxwell quiere vengarse de mi tiene que hacerlo de manera directa, no lastimando a Quebec, ella solo me estaba investigando y claro, tenía intención de matarme  solo por cumplir con su misión.

Salgo rápidamente de la oficina y me dirijo a la empresa del señor Maxwell, conduzco lo más rápido posible, ahora no me importa pasar la luz roja, necesito saber que ella está bien.  Al llegar, me dirijo a la oficina de Quebec, abro la puerta y veo que hay papeles por todos lados, los muebles están desacomodados y la pequeña caja fuerte del fondo está abierta, han saqueado todo, ¿qué escondías ?, entre el desorden veo unas  llaves con un pequeño llavero con la letra "Q", puedo decir que es de su departamento y tal vez era la llave de emergencia, la tomo sin pensarlo y corro hacia la oficina de aquel maldito.

Su secretaria esta ahí, cuando me mira se pone nerviosa.  

-Buenas tardes, ¿lo puedo ayudar en algo?  

-Necesito hablar con el señor Maxwell, es una emergencia.  

-El señor no está en este momento, si gusta le puedo dejar el recado.  

-¿Sabe en dónde lo puedo encontrar?-se queda pensando por un momento.-Es urgente.

-No se ha presentado desde hace dos semanas, después de que habló con la señorita Salas. 

Mierda, le doy las gracias y salgo de ahí, no sé en dónde buscar, no sé en dónde se la pudo haber llevado, me siento tan inútil al no poder encontrarla y mucho menos salvarla.  Al dirigirme a mi auto mi teléfono suena.  Es el señor Salas.  Presiono en responder.

-Oh William, es realmente hermosa, es idéntica a su madre.  

No puede ser, ya la vio, la ha encontrado.

-Ha desaparecido.-digo de repente, el silencio se adueña de la conversación y su alegría se ha convertido en enojo.

-¿Qué?  

-El señor Maxwell la tiene, no sé en dónde está.  

-Ahora que la conocí... me la han quitado de nuevo...-su voz comienza a ser un susurro, si tan solo supiera que es por mi culpa jamás me lo perdonaría y estaría en la tumba en cuestión de minutos.  

De repente se me ocurre que tal pueda estar en el hogar de Esther, ahí murió y ahí fue en dónde la encontré, tal vez si la llega a matar quiere que la encuentre justo en el mismo lugar que su hija.  

-Le llamaré después.-digo y cuelgo, conduzco lo más rápido que puedo y me dirijo al departamento que era de Esther.  

Al llegar me doy cuenta que el edificio está vacío y en mal estado, también que huele muy mal, sin pensarlo entro por la puerta principal que, al parecer, ya estaba esperándome, subo por las escaleras hasta el último piso, el departamento lujoso en dónde vivía.

Estar aquí me hace recordar a todos aquellos buenos momentos que pasé con ella, todas esas noches donde trataba de calmarla y mantenerla a salvo de su propia mente, todo pasó tan rápido. Una mañana estaba feliz y emocionada buscando nombres para bebé, y en la noche, muerta, asesinada en su propio hogar. 

Tomo el valor necesario y toco la puerta, dos semanas que está aquí, dos semanas en el que no sé lo que le han hecho.  La puerta se abre la puerta y veo a Quebec en un colchón que está en el piso, el ambiente es frío, está cubierta por una pequeña manta sucia, está temblando, sus manos y pies están atados con una cuerda, sus ojos vendados y con  cinta cubriendo su boca, su pequeño cuerpo está pálido, a lo que puedo ver es que está solo con su sostén y sus bragas, mierda, tiene heridas en el cuerpo y tiene un parche en su hombro derecho.  

No, no otra vez, no ella, no ahora, las cosas iban bien... y ahora, podría morir si no la saco lo antes posible de este lugar.

Corro hacia ella y justo cuando estoy a punto de tomarla entre mis brazos y salir corriendo, escucho que la puerta se cierra.

-Así que sabías en dónde la podrías encontrar.

Oh, Por Dios! (I)Where stories live. Discover now