Capítulo XX

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William.

Me separo de ella y la dejo en la cama, se ve tan linda así, su trasero levemente levantado, dejándome ver sus fluidos salir de esa hermosa vagina, chorreando hasta la colcha, mojando todo a su paso. Su respiración es acelerada y comienza a calmarse, me levanto de la cama y me dirijo al baño que está en su habitación, es grande y blanco con destellos negros y rojos, puedo decir que son sus colores favoritos, giro la llave de la tina y comienzo a ajustarla para que esté a la temperatura perfecta, busco por jabón y las cosas que normalmente se le ponen. 

Veo que tiene velas, las acomodo y las prendo. Al terminar de arreglar todo para poder ayudarla a relajarse, me dirijo a la habitación, y ahí está, boca abajo, su cabello alborotado, y puedo ver que se ha quedado dormida con las muñecas enredadas a la colcha. Me acerco a ella, le retiro un mechón de cabello que le cubre su rostro, le doy un pequeño beso en la cabeza.  Maldita sea, ¿desde cuándo me preocupo tanto por mis esclavas?... solo que en esta ocasión, Quebec no es mi esclava, ni siquiera es mi novia o algo por el estilo, pero sin duda, siento que lo nuestro es real.  

-Ven, déjame ayudarte.-susurro y abre sus ojos, una lágrima sale de ellos.  Mierda, ¿me excedí ?, ¿la lastimé ?.  Acaricio su mejilla y sonríe.  Le ayudo a sentarse y hace una mueca de dolor.-¿Estás bien? 

Asiente.  La tomo entre mis brazos y la cargo hasta el baño, no dice nada.

Apago la luz, solo las velas alumbran el baño, lentamente y con cuidado, me meto con ella a la tina, la coloco entre mis piernas y la recuesto en mi pecho, gime un poco y siento que su cuerpo comienza a relajarse.  Pasa su cabeza a mi hombro izquierdo, la abrazo, podría estar así con ella siempre.  Maldita sea, ¿qué me está haciendo?, estoy bajo su hechizo y por mas que quiera alejarme, no puedo.  

-Gracias.-dice de repente, la miro y aún tiene sus ojos cerrados, su respiración ya está tranquila.

-No es nada.

-¿Así eres con todas tus esclavas?  

Su pregunta me toma por sorpresa, me gustaría decirle que sí, pero no podría, sólo con ella me pongo de esta manera, con ganas de protegerla. Con Esther  y Anie era pasar un momento con ellas en la cama, darles agua y procurar que no tuvieran una decaída post-juego, la única que normalmente la tenía era Esther, y siempre traté de estar para ella cuando me necesitaba.

-No...-respondo.

-¿Es porqué no soy tu esclava?-baja la mirada y puedo sentir que se siente mal.  

-Si lo fueras, te trataría mejor.  

-¿Mejor?

-Si.

Nos quedamos en silencio.  Me estiro para tomar una esponja y el jabón que está a mi lado.  Comienzo a lavarle los brazos, haciendo pequeños círculos, sus hombros, le indico que se levante un poco para lavar su espalda y su nuca, cuando termino con su espalda le doy un pequeño beso a la marca que le dejé en el hombro y suelta un  pequeño gemido.  Se vuelve a recostar en mi y comienzo a enjabonar su cuello, bajando a sus pechos, los acaricio y su respiración comienza a agitarse, paso la esponja por sus pezones y da un pequeño brinco, con mis dedos los pellizco y gime, puedo decir que  ya está mojada, lista para otra ronda.  

Dejo sus pechos y bajo por su abdomen, justo dónde el agua comienza, un poco arriba de su ombligo, bajo más hasta que llego a su pelvis, ella empuja, queriendo sentir mi mano en dónde más anhela.  Esquivo su movimiento y paso la esponja por sus muslos, haciéndole levantar un poco las piernas, vuelvo a subir y separar sus piernas, dejando al descubierto su vagina, con la esponja comienzo a limpiarla, gime.  

Oh, Por Dios! (I)Where stories live. Discover now