Capítulo XXIV

328 25 1
                                    

William.

La noche pasa rápido, estando con ella, parece cómo si el tiempo no pasara, nos quedamos hablando por horas, hasta que caímos en la cuenta que iban a ser las cuatro de la mañana, me pidió que me quedara y no podía decir que no,  nos acostamos juntos y... sin pensarlo, sentí que lo nuestro era real, con ella todo es mejor, desde decir nuestro pasado y confesar nuestros errores ha sido muy fácil.  

Ahora mi nuevo temor es enamorarme de ella, sé que el señor Maxwell le ordenó en asesinarme y sé que tiene que cumplir para no decepcionarlo, así que aceptaré lo que venga.  

Me despierto por el sonido de su alarma, se estira y se queja, abro los ojos y se vuelve a acomodar para seguir durmiendo, su cabello está alborotado y bajo sus ojos hay ojeras, un pequeño camino de saliva sale de la comisura de sus labios, mierda, necesito estar con ella y verla todas las mañanas junto a mi e iniciar un nuevo día juntos.

Maldita seas, William, ella solo te matará, está fingiendo.  Pienso, pero no quiero que sea verdad, quiero estar con ella, tal vez sea obsesión o cosa de unos días y mi cerebro me está haciendo pensar en cosas que son imposibles.  

Su alarma vuelve a sonar y se queja, levanta su cabeza de la almohada y gime un poco, está adolorida. Me gusta observarla, analizar sus movimientos y sobre todo, analizar sus expresiones faciales.  

-¿Estás bien?-voltea a verme y sonríe.  

-Me duele el trasero, pero estoy bien.-vuelve a acomodarse en la almohada y suspira.-Creí que ya no estabas aquí.-susurra, paso mi mano por su mejilla y con el pulgar la acaricio.  

-Me entretuve al verte dormir.  

-Agh, Will, soy un asco por las mañanas.-se cubre la cara y se pone boca abajo, no puedo evitar soltar una carcajada, si viera lo que yo veo, no pensaría así.-Será mejor darme una ducha.  

Se levanta, me mira mientras se dirige al baño y me da la idea de ir atrás de ella.  Espero unos minutos hasta escuchar el sonido de la regadera, me levanto, me quito la ropa y entro al baño.  Todo está lleno de vapor y por la puerta de cristal veo que está lavando sus pechos, bajando hasta su ombligo, limpia con una mano el cristal y me observa, se ríe y me indica que la acompañe.  Sin pensarlo dos veces me acerco y abro la puerta, verla mojada y tocándose me hace ponerme duro en cuestión de segundos.  

-Deberías ducharte también, te puedo ayudar.-se acerca a mi y con la esponja que tiene en sus manos comienza a lavarme el cuello, se levanta de puntas, lame y succiona.

Dios, ¿cómo con tan poco me puede dejar deseando más?  Baja por mi pecho, limpia y lentamente su mano baja a mi pene erecto, comienza a moverse y me deja jadeando, suplicando por más.

-Mmm... debería ayudarte con esto.-gime a milímetros de mis labios, sonríe y se separa.  

Maldita sea, se supone que yo debería de estar a cargo, pero me deja deseando y suplicándole por más.  Lentamente se pone de rodillas ante mi, toma sus pechos y exprime la esponja entre ellos para sacarle todo el jabón, se acerca y coloca mi pene entre ellos.  Mierda.  Comienza a moverse adelante y atrás, masturbándome con sus senos, saca su lengua y lame la punta de mi pene, me hace temblar y lo sabe, sabe lo que necesito, sabe que necesito estar dentro de ella.  

Suelta sus pechos y con su mano juega conmigo, lo mete a su boca, succiona, lame y besa la cabeza, la tomo de los lados de su cabeza y me muevo en su boca, trato de llegar lo más profundo que pueda, tomando todo  de ella.

Entierra sus uñas en mi cadera haciéndome parar, me inclino para verla, acaricio sus labios que están rojos e hinchados, paso mi pulgar por su labio inferior, saca su lengua, lo lame y succiona.  Parece que no tiene lo suficiente y quiere más.  

-Levántate y pon tus manos en la pared.  

Hace lo que le indico, al tenerla de espaldas, me hinco detrás de ella, tomo las mejillas de su trasero, las separo, dejándome ver lo mojada que su vagina está, sin pensarlo, meto mi cabeza entre sus piernas y comienzo a lamer su  entrada, dirigiéndome hasta su clítoris, se retuerce un poco, con mi lengua le doy unas pequeñas palmadas en su punto y succiono, me dirijo a su entrada y la penetro con mi lengua, haciéndola gemir.  

-Aaaaaaaah... señor...

Mientras me enfoco en su clítoris, con mi mano libre introduzco un dedo en su entrada, grita y arquea su espalda, la embisto y sé que ya está a punto de llegar al orgasmo.  Me separo de ella, me levanto y la volteo a verme, colocando su espalda es la pared.  

-¿Serías mi esclava?-susurro en su oído, temo que me diga que no, pero la necesito, así cómo ella me necesita.  Se queda callada y solo se escucha el sonido del agua caer.  

-No lo sé...-murmura y me mira a los ojos, tal vez es mucha presión en estos momentos y tal vez no fue el mejor momento para preguntar.

La levanto y enrolla sus piernas en mi cadera, con una mano libre guío mi pene en su entrada, juego con su clítoris y ruega por más.  La molesto un poco más y lentamente entro en ella, arquea su espalda haciendo levantar sus pechos y con la boca atrapo su pezón, succiono y muerdo.  

-Aaah... Señor... por... favor...-suelto su pecho y comienzo a moverme, levantándola en cada embestida, sus gemidos, el sonido del agua y el sonido de mis embestidas hacen que sea una melodía que escucharía todo el  tiempo.  Aumento la velocidad y siento como sus paredes comienzan a contraerse.  Mierda, me vendré de nuevo en ella, me separo antes de llegar y me mira confundida.

-Lo lamento, no me vendré en ti de nuevo.  

-Tengo una caja en el cajón de ahí.-señala un estante donde hay artículos de belleza, salgo de la regadera y agarro la caja de condones, está cerrada.  

-¿Segura?-asiente, abro la caja y saco uno, me lo coloco y la giro para poder tomarla por detrás. 

Entro en ella y le doy una nalgada a su trasero, dejándolo rojo, gime, mientras me muevo levanto su pierna izquierda y le indico que se quede quieta, obedece y con el nuevo ángulo puedo entrar más profundo, pegando en su punto G.

-Aaaaaaaah... necesito... 

-¿Qué... necesitas?-pregunto entre jadeos, la penetro más fuerte y más rápido, sé que está a punto de llegar, bajo mi mano a su pelvis y llegando a su clítoris, lo estímulo y siento que me aprieta más.  

-AAAAAH... WILL... 

-Córrete para mi.-susurro en su oído y muerdo su lóbulo, haciéndola gritar.  

Unas embestidas más y ambos llegamos al orgasmo, sus manos se resbalan de la pared y la agarró para evitar que caiga.  Minutos más terminamos de bañarnos, nos vestimos y nos dirigimos a la cocina. 

-¿Quieres café?-pregunta mientras saca dos tazas de un estante.  

-No, debo de irme, ya es tarde y tengo una junta.  

-Oh.-baja la mirada y guarda una taza, de verdad quiero quedarme, pero tengo que hablar con su padre.  

Me acerco a ella y le doy un beso en los labios, pongo mis manos en su cintura y la acerco más a mi, coloca sus manos en mi nuca y juega con mi cabello, el beso es lento pero apasionado y me deja con ganas de  más.  

Me separo de ella, me dirijo a la puerta y salgo.  

Debo dejar de pensar en ella, debo de concentrarme en su padre, debo ser fuerte y no caer.  Pero, mierda, ella es diferente.  Y no me refiero en relación al sexo o en nuestros juegos, es algo más y no... no puedo enamorarme de ella...

Oh, Por Dios! (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora