Capítulo XXXII

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William.

Conduzco hasta una pequeña cabaña que tengo en las afueras de la ciudad, ahí nada ni nadie podría molestarnos y así podría tomar los cuidados necesarios para que ella esté bien.  Cuando llegamos, volteo a verla y está dormida, salgo del auto, voy hacia su lado y la tomo entre mis brazos, camino hasta la entrada, abro la puerta y me dirijo hasta la habitación principal, la coloco en la cama y la cubro con  una cobija.  

Me siento a su lado y acaricio su rostro.  Me siento culpable por lo que ha pasado, verla de esta manera me hace sentir mal, los moretones en sus brazos están completamente marcados, opto por ir al baño y prepararle la tina, así podrá descansar y limpiarse.

Al regresar a la habitación, ya está sentada con los brazos abrazando sus piernas mirando hacia la ventana, tiene la mirada perdida, me siento a su lado y pongo mi mano en su mejilla quitando un poco de cabello que le cubría el rostro.  

-¿Cómo te sientes?-le susurro, voltea a verme y sus ojos muestran odio, terror y tristeza, las lágrimas comienzan a salir y con cuidado las limpio.-Perdón por haber llegado tarde, por haberte mentido y sobre todo, perdón por haberte lastimado.  

Se gira para ver la ventana de nuevo, no quiere hablar y es entendible, la lastimé, le mentí.  La tomo entre mis brazos y la llevo al baño, la siento en un pequeño banco y comienzo a desvestirla, al ver su cuerpo desnudo lleno de moretones, cortes y suciedad, hace que me quiera morir, jamás creí que me volvería a enamorarme y más de la mujer que fue enviada a matarme.

¿Enamorarme? Vamos William, no te engañes, será algo pasajero y terminarás matándola antes de que te des cuenta.

Alejo esos pensamientos de mi mente y vuelvo a concentrarme en ella, la coloco en la tina con agua caliente, no emite ningún sonido y tiene la mirada perdida, a este punto se me ha olvidado que tengo una bala en la pierna, en este momento no me importa, quiero estar con ella, cuidarla y hacer saber  que no está sola.  

Tomo la botella de shampoo, vierto un poco en mi mano y comienzo a masajear su cuero cabelludo, con cuidado de no lastimarla, le pido que cierre los ojos para poder enjuagarla y lo hace, pone sus manos en sus ojos y le hecho agua para  quitar el exceso de shampoo, cuando termino, con una toalla le limpio el rostro, sigue sin mirarme, solo deja que tome cuidado de ella. Tomo la esponja y el jabón, con el mayor cuidado posible le quito el parche de su hombro. 

-Ugh...-suelta un quejido al sentir el jalón que le di al retirarlo de su piel.

-Lo siento, pero tengo que limpiarte.  

No vuelve a decir nada, lentamente comienzo a lavarle la herida, al terminar con la sutura, comienzo a lavarle el cuerpo, en este momento no pienso en nada que sea sexual, al contrario, pienso en ponerla cómoda para que no le duela nada,  ahora quiero estar aquí para ella, lavo su vagina con cuidado y suelta un pequeño gemido, al terminar la enjuago perfectamente, la envuelvo en una toalla y la saco de la tina.  

La coloco en el banco y salgo para poder buscar ropa limpia para ponerle, en los cajones agarro unos boxers, una camiseta y unos pantalones de franela, regreso al baño y comienzo a secarla. 

-No tengo ropa para mujer, así que, te pondré mi ropa.-asiente y la visto, para finalizar le pongo unos calcetines para mantener sus pies calientes, se levanta y sale del baño, salgo detrás de ella y veo que se dirige a la cama, quita las sábanas y se mete entre ellas.  

Mierda, esto está mal, necesito hablar con ella y decirle la verdad, pero, ¿es momento ?, decido dejarla descansar y tomar cuidado de mi herida.  Apago la luz de la habitación para que pueda dormir bien, regreso al baño, me despojo de mi ropa, tomo el kit de primeros auxilios que tengo por alguna emergencia y me meto a la regadera, me baño y ahí mismo trato de sacar la bala  enterrada en mi piel con unas pinzas, cuando logro sacarla lavo la herida, me seco y salgo de ahí, con cuidado comienzo a hacer pequeñas suturas en mi pierna, la ventaja de trabajar con drogas es que tuve que meterme a un curso de primeros auxilios.

Me vendo la pierna, me visto y salgo del baño, me quedo parado en el marco de la puerta y por un rato, me quedo observándola dormir, su respiración es profunda y se ve tan tranquila que me rompe saber todo lo que ha pasado en las últimas semanas. 

Después de un rato decido ir a la cocina y comer algo, me preparo un sándwich y comienzo a comer, todo está tranquilo, hasta que escucho mi celular sonar, lo tomo y veo que es el señor Salas, tengo que responder.  

-¿Diga?

-Dime qué estás con ella y que está bien.-su voz suena llena de preocupación.  

-Está bien, estamos escondidos.

-¿En dónde están?

-En mi cabaña de vacaciones, tengo todo lo necesario para cuidar de ella.-suelta un suspiro y por un momento me siento aliviado al saber que se preocupa por ella.  

-Bien... ¿qué fue lo que pasó?  

No sé que responder ante esa pregunta, pero por el momento, no puede saber la verdad.  

-Se lo contaré más tarde, por ahora necesitamos descansar, está bien y es lo que importa.  

-De acuerdo, hazme saber si necesitas algo.-justo cuando voy a colgar, lo escucho llamarme.-Oh y Will.  

-¿Si?  

-Cuídala.  

-Por supuesto.  

Cuelgo la llamada, vuelvo a la cocina y le preparo algo de comer, decido hacer un poco de sopa, un sándwich y un poco de ensalada, con un vaso de jugo de naranja, pongo los alimentos en una bandeja y me dirijo a la habitación, al entrar coloco la bandeja en la mesita de noche que está a su lado y con cuidado trato de despertarla.

-Te he traído de comer.

-No tengo hambre.-susurra con voz ronca.  

-Por favor, necesitas energía.  

-¡NO WILLIAM, NO TE QUIERO, NO QUIERO QUE ESTÉS AQUÍ, QUIERO QUE ME DEJES SOLA!-grita de repente y me mira a los ojos.  

-Está bien, estaré en la sala si necesitas algo.-decido dejarle la bandeja con la comida y salgo de la habitación. Tiene derecho de sentirse así, le he mentido y la he lastimado, esto es algo que jamás me perdonaré.

Oh, Por Dios! (I)Where stories live. Discover now