Capítulo XXXVII

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Quebec.

Estoy en la cocina, mis piernas desnudas cuelgan del borde de la isla, mi respiración es agitada y Will está a centímetros de mi, siento su respiración en mi cuello y cuando muerde mi oreja me hace gemir.  Se separa y se dirige a la habitación, mierda, de verdad que lo necesito y mis dedos no me llenan de la manera que él lo hace, necesito que esté dentro de mi.  

Pasan unos minutos, decido bajarme de la isla, recojo la ropa que está en el piso y voy detrás de él, al llegar a la habitación todo está en orden, la cuerda, el vibrador y todo lo que había utilizado en mi se ha desaparecido, él está parado frente a la ventana, con las manos en los bolsillos.  

No digo nada y me dirijo al baño, lavo mis manos, levanto mi mirada para poder ver mi reflejo, estoy levemente sudada, mis mejillas rojas, mis labios levemente hinchados, vuelvo a vestirme y al ponerme la camiseta, esta rosa con mi hombro, haciéndome jadear por el dolor.

En este momento no puedo dejar de pensar en él, la única idea que tengo es que todo lo que él provoca me hace volverme loca, con solo una caricia me hace desearlo más, trato de alejar los pensamientos de mi mente; al cabo de unos instantes salgo y vuelvo a la habitación, ahora está hablando por teléfono.  

-Por supuesto, estará lista a las ocho de la mañana.-lo escucho decir, su voz es firme, mi corazón duele, se trata de deshacer de mi lo antes posible, ¿en qué estaba pensando ?, que me diría, ¿te amo?, ¿te quiero?, que tonta fui al pensar eso. Estoy cansada y lo único que quiero es dormir, me acerco a la cama, arreglo las sábanas y me meto dentro de ellas, no se ha dado cuenta que estoy aquí y al parecer la llamada lo tiene muy ocupado.-La traje con su ropa interior, ahora está usando mi ropa...

Lo escucho salir de la habitación, dejándome sola, trato de dormir, pero se me es imposible, en mi cabeza están las palabras que el señor Maxwell dijo, él mató a Esther.  A los minutos caigo dormida.


Siento unos brazos rodearme y acercándome a su cuerpo, besa mi cabeza y me llena de tranquilidad, no quiero despertar y pensar que es un sueño, pero, en sus brazos, me siento segura.  

-No quiero dejarte ir.-susurra y una lágrima sale, mierda William, me haces caer y sentirme débil pero al mismo tiempo me haces sentir protegida y amada, su agarre es fuerte y su calor me conduce a un sueño profundo.


A la mañana siguiente, me despierto por el aroma a hot cakes (panqueques) proveniente de la cocina, me levanto y los rayos del sol entran por la ventana, reflejándose en el agua de la alberca, me levanto y salgo hacia la cocina.  Ahí está él, sin camisa, solo con unos pantalones holgados que se sostienen en su cadera, se ve tan hogareño, lo observo por un rato hasta que se voltea y me mira.

-Buenos días.-sonríe y hace que me olvide de todo, le devuelvo la sonrisa y me acerco a él. 

-Buenos días.-miro el reloj y veo que son las 10:34 am, es temprano.

-El desayuno está listo, podemos comer aquí o si lo desea en el jardín.

-¿Qué estás tramando William?-pregunto de repente, el color inunda sus mejillas y suelta una carcajada.  

-Tu padre vendrá mañana por ti, así que pensé en hacerte un desayuno de despedida.-el tono con el que lo dice me hace pensar que este sería el último día que estaré con él, antes de que nuestras vidas cambien.  

Tomo el tarro de jarabe que está en la encimera, lo abro y coloco un poco en su clavícula, me paro de puntas y lo lamo con mi lengua, suelta un gemido y trato de limpiar todo lo pegajoso que quedó en el camino.

-Oooh... estás en problemas.  

Deja a un lado los platos que sostenía con sus manos, y me recarga en la isla, dejando mi trasero al aire. Baja los pantalones junto con los boxers, siento su mano golpearme, una, dos, tres... el sonido de su mano golpeando ambas mejillas de mi trasero inunda la cocina, se separa de mi ya los pocos segundos siento algo líquido escurriendo por mi espalda baja,  resbalando por la grieta de mi trasero llegando hasta mi ano, gimo y arqueo la espalda.  

Siento inclinarse ante mi, pasa su lengua por mi clítoris, dirigiéndose a mi vagina y subiendo hasta mi ano el cuál, está lleno de jarabe, su lengua es áspera y la pasa por todo el recorrido que el jarabe ha dejado, de repente, me  penetra con dos de sus dedos haciéndome soltar un gran gemido, muerde mi trasero y sé que ha dejado marca, vuelve a golpear y se levanta, sacando sus dedos de mi.

-¿Qué es lo que quieres?-susurra en mi oído y muerde la parte trasera de mi hombro izquierdo, mi respiración es jadeante y quiero responder, pero solo salen gemidos de mis labios.-Si no respondes tendré que parar.  

-Aaah... te necesito... 

-¿En dónde?  ¿Aquí?-pasa sus dedos por mi ano, haciéndome dar un pequeño brinco.  

-N... No...

-¿O aquí?-baja sus dedos hasta mi vagina, jugando con mis labios y tentándome al rededor de mi entrada.  

-Por... favor... señor... 

Sin más, introduce dos dedos a mi vagina mientras que con su pulgar juega con mi clítoris, golpeando en cada punto correcto.  Unas embestidas más y se separa de mi, dejándome agotada e inclinada ante él.  

-Señor... te... necesito...-jadeo. 

-De rodillas.  

Giro y tiene los pantalones en el suelo junto con sus boxers, con la mano derecha sostiene su pene, masturbándose, con la otra sostiene el tarro de jarabe que escurre en toda su longitud.  Hago lo que me ordena, colocándome sumisamente de rodillas, pasa la punta de su pene entre mis labios y el jarabe cae entre ellos.

-Cogeré esa pequeña boquita.  

Asiento, hipnotizada ante sus ojos, abro más la boca y mete su pene por completo en ella, golpeando mi garganta, coloca sus manos en los costados de mi cabeza y comienza a embestirme, trato de tomar toda su longitud, pero es demasiado grande y grueso que en ocasiones me deja sin aire.  Sus embestidas son fuertes y al momento de separarse de mi, siento mis labios hinchados.  Con una mano me da la señal para ponerme de pie, lo hago y sostiene mi barbilla entre sus dedos, con el pulgar limpia el rastro de saliva y jarabe, se inclina y me besa, dios, esos labios, el beso es fuerte y posesivo, transmitiéndome quien está a cargo, me gira en mis talones y vuelve a inclinarme en la isla, sosteniendo mi cabello en una mano y da un tiro.

-¿Eres tan fuerte para soportarme?

Oh, Por Dios! (I)Where stories live. Discover now