Capítulo XXXVI

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William.

Estamos en la sala, observando las leves brasas de la chimenea, hace frío y está con sus piernas pegadas a su pecho, mira fijamente al reloj.  

-¿Qué soy para ti?-pregunta de repente, mierda, no quería llegar a este momento, no quiero lastimarla y sé que en unas cuantas horas se irá lejos.  

Suelto un suspiro y decido no respondedor.  Claramente no es mi esclava, novia o amante, solo sé que con ella me siento bien, inclusive, mejor que cómo me sentí con Esther.  Me levanto del sillón y me dirijo a la cocina, saco un recipiente para poner a calentar agua y prepararle un poco de té, mi cabeza me dice que es mejor mentirle, pero mi corazón me dice que no la tengo que dejar ir.  Escucho su voz proveniente de la sala.

-Ahora lo entiendo.-la miro mientras enciendo la estufa.-Harás lo mismo que hiciste con Esther, me dirás qué me amas cuando en realidad no lo haces. ¿No es verdad?  

Se levanta del sillón y se dirige a dónde estoy, posándose frente a mi, no quiero verla a los ojos, no podría mentirle de tal manera.  Camino hasta un estante, golpeándola suavemente en el hombro.  

-Eres muy fuerte amarrándome en tu cama, ¿no?, ordenándome que hacer y qué no hacer, poniéndome de rodillas para chupar tu pene, ¿no?-suelta una risa apagada y se recarga en la isla que está en la cocina, poniendo su trasero al aire.-Pero no eres fuerte en decirme lo que soy para ti.  

Trato de acercarme a ella por detrás, pero se gira y trata de darme una cachetada, mi reflejo es más rápido y atrapo su muñeca, las lágrimas comienzan a caer por sus mejillas. 

-Me vuelves loca...-susurra y suelta un suspiro.-Tal vez tengo que hacer el trabajo que se me ordenó. 

Presiono con más fuerza, suelta un pequeño gemido y trata de zafarse de mi agarre, la suelto, tomo sus mejillas y la beso, comienza a golpearme en el pecho, pero mi agarre es más fuerte y lentamente abre su boca para dejarme entrar.  

-Agh... William...-tomo su trasero entre mis brazos y el levanto del suelo, colocándola en la isla, ella continúa con el beso, haciéndolo más profundo, nos separamos por falta de aire y me mira a los ojos.-Eres el peor.-dice y vuelve a besarme con más fuerza, presiona sus piernas a mis costados y comienza a frotarse contra mi, moviendo sus caderas de adelante hacia atrás, siento mi pene palpitar y queriendo salir.  

Me separo un poco para apagar la estufa, y vuelvo a ella, quito la camiseta que cubre su cuerpo y sus pechos quedan expuestos, juego con cada uno de ellos y pellizco sus pezones, gime, bajo mis besos por su cuello y succiono, dejándole una pequeña marca.  Su respiración es agitada, sigo con mi camino hasta su clavícula, cada vez que voy bajando, voy dejándole pequeñas marcas hasta que su cuello está rojo, posiciono mi boca en su pecho derecho y succiono su pezón, da un brinco y gime, juego con  su pezón mientras que con mi mano juego con el otro, siento sus manos en mi cabello, pegándome más a ella y sus caderas no dejan de moverse.

-Dices que soy fuerte ordenándote, pero mírate, tan desesperada por ser tocada y cogida por mi, te mueres por mi pene, ¿no?-muerdo su pezón y gime más fuerte, arquea su espalda, aprieta sus piernas a mis costados para no dejarme ir, suelto una carcajada y me separo de ella.-Sería una lástima que te deje así... 

Paso una mano por el resorte del pantalón, llegando a los boxers, con cuidado, comienzo a tocar su vagina, paso mis dedos por su clítoris e introduzco uno, comienzo a moverlo y  de golpe lo saco, nuevamente vuelvo a introducir dos de mis dedos, dando pequeñas embestidas, tocando su punto G, los saco y miro mi mano, mojada.

-Mira esto, me presionas en decirte lo que siento, pero, ¿tu?, ¿acaso eres tan fuerte para decirme lo mismo?  

Jadea y juego con sus jugos entre mis dedos, mira mis movimientos y abre lentamente sus labios, introduzco un dedo en mi boca y succiono su jugo, es una mezcla entre dulce y salado, pero sabe muy bien, con su mirada sigue cada movimiento que hago.  

-¿Quieres saber lo dulce que sabes?  

Paso mi dedo de en medio por su labio superior y abre más la boca, sin pensarlo dos veces lo introduzco, presionándolo en su lengua, suelta un leve gemido y cierra sus labios al rededor de mi dedo, succiona y juega con el, se ve  tan sexy con mi dedo así, saboreando sus jugos, saco bruscamente mi mano de ella y gime.  

-Es mucho por hoy, es hora de irnos a dormir.-me separo de ella y me dirijo a la habitación, la escucho quejarse.  

-Bien, yo terminaré el trabajo.

Regreso a la cocina, al entrar veo que los pantalones y boxers están en el piso, tiene la pierna derecha arriba de la isla, mientras que la otra cuelga del mueble, pasa sus dedos por la boca, colocándoles un poco de saliva, cuando los saca, hay un  pequeño hilo que conecta sus labios con sus dedos, bajando su mano hasta sus pechos y los moja un poco, los pellizca y da pequeños giros en ellos.  Suelta gemidos y hace su cabeza hacia atrás.

Me mantengo en el marco de la puerta, viéndola, mi pene comienza a doler, trato de mantenerme en calma y ver lo que hace, pero mi interior quiere estar dentro de ella, escuchándola rogando por más.  Vuelve a meter sus dedos en sus labios, haciendo el mismo trabajo de antes, excepto que ahora baja hasta su monte, pasándolos por sus labios vaginales y lentamente acariciando su clítoris, el sonido de sus fluidos y sus gemidos inundan la cocina, sus dedos bajan  hasta su vagina e introduce un dedo, lo mantiene dentro de ella por unos segundos y comienza a moverlo, de adentro hacia afuera, unas cuantas embestidas e introduce un dedo más, no puedo más, necesito hacerla mía.  

Me acerco cuidadosamente y me pongo frente a ella, tiene los ojos cerrados y la cabeza hacia atrás que hace que no pueda sentir que estoy delante de ella, me inclino un poco y mi respiración choca con su vagina y sus dedos, entrando y saliendo,  abre los ojos y cierra por instinto las piernas, apartándome de ella.  

-Continúa.-ordeno, me mira detalladamente y dice que no con la cabeza.-¿No?  

-No...

Me levanto y coloco ambas manos en cada lado de su cintura, presionándola a mi cuerpo.  

-Haz lo que te digo o usa tu palabra de seguridad.-su respiración es agitada y solo observa mi pecho, me acerco a su oído y le susurro.-Soy muy fuerte para darte órdenes, y al parecer tú no lo eres para seguirlas.  

Me acerco más y le muerdo el lóbulo, haciéndola gemir. Doy unos pasos hacia tras, alejándome de ella y me dirijo a la habitación, dejándola sola.

Oh, Por Dios! (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora