Capítulo VI

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William.

Tenerla así de cerca, besarla, me hace cada vez desearla más. Pero tengo que controlarme, necesito que me diga la verdad.

Tomo una cuerda que está en el sillón, la guio para que tome asiento y pueda tenerla a mi merced.

-¿Quiere ver lo que puedo hacerle sentir?-digo acercándome a ella.

No dice nada, se queda ahí sentada mientras paso mis manos por sus muñecas, acomodando la cuerda a lo largo de sus brazos, uno sus manos, dejándome atarla. Puedo sentir su mirada llena de deseo y escucho su respiración jadeante. ¿Quién lo diría?, tal dulce e intimidante que se ve pero dentro de ella oculta su lado sumiso.

-Le hice una pregunta señorita Salas.

-Sí, señor.-responde.

Oh, no. Dijo la palabra. 

Cuando termino de atar sus manos y con la misma cuerda, la inclino hasta sus tobillos y hago pequeños nudos, juntando con cuidado sus muñecas con sus tobillos, subiendo por ambas piernas, atándolas, acaricio el hermoso camino que hice y le quito sus tacones.

-¿También tienes fantasías con los pies?-pregunta.

Suelto una leve carcajada y acaricio la longitud de sus piernas.

-No soy de esa clase.

Asiente y suelta un gemido cuando aprieto en su muslo.

Cuando termino de amarrarla me levanto y la observo. Se ve tan bien así, solo para mi, lista para jugar con ella. La acomodo colocándola boca arriba en el sillón, sus rodillas pegadas a su pecho, su vestido se ha levantado y puedo ver sus bragas, rojas.

-¿Te has vestido así para mi?

-No se crea tan especial.

Me inclino sobre ella y le susurro.

-Necesitas una palabra de seguridad.

-¿Qué?

Es nueva en esto, ah, que bien, me hace pensar que seré el primero en jugar con ella.

-Es por si deseas parar, así yo me detendré cuando ya no aguantes más.

Me mira y se queda pensando por un momento.

-Rose.-dice de repente mientras mira los aros que están en el techo.

-¿Rose?, ¿rosa en inglés?

-Sí...

Ahora con su palabra. Me inco ante ella, con sus piernas levemente levantadas puedo ver su linda vagina cubierta por sus bragas. Comienzo a tocarla sobre su ropa interior y puedo sentir que ya está húmeda. Gime y comienza a temblar.

-Ah... por favor...-jadea.

Dejo de tocarla, me levanto y me dirijo al mueble donde guardo los vibradores. Tomo uno con control remoto, es pequeño pero tiene ocho frecuencias diferentes. Regreso a donde está y me mira asustada.

-¿Qué me harás?

-Te dije que yo haré las preguntas.

Asiente, vuelvo a incarme ante ella, hago a un lado las bragas dejando expuesta su vagina mojada, me acerco a ella y doy un pequeño beso en su clítoris, se retuerza y jadea. 

Lentamente le introduzco el vibrador en su entrada, suelta gemidos y jadea fuertemente, su respiración se vuelve más agitada.

-Que linda te ves así, toda mía.

Me levanto y con el control selecciono el primer nivel. Brinca de sorpresa y gime. El sonido de las vibraciones se mezclan con sus jadeos, y desde su vagina veo los fluidos salir.

-Es hora de hacerte unas preguntas.

Me siento en el sillón que está frente al que está ella, puedo ver que lo está disfrutando, su pecho se levanta y baja de manera acelerada.

-¿Cuál es tu verdadero nombre?

-Ah... Quebec... So... Soria...-gime.

Mentira.

Coloco el vibrador en la velocidad 4. Suelta un pequeño grito, después de unos segundos lo apago.

-Aaaaaah... por favor... Will...-ruega.

Escucharla suplicar por más ha sido lo mejor que he escuchado hasta ahora, aunque comienzo a sentir celos de aquel vibrador.

-Vamos de nuevo, ¿cuál es tu nombre?

-Quebec... Salas...-confiesa.

Muy bien, vuelvo a subir la velocidad a dos, se mueve tratando de buscar mayor fricción. Sus mejillas están rojas y sus manos se han cerrado en un puño.

-¿Para quién trabajas?

-Aaaah... para... ah... la... fundación... niños alegres...-logra decir con dificultad.

¿Será verdad?, el detective Cano mencionó que trabajaba para la industria Maxwell, pero, teniéndola así, me deja en duda.

-¿Para quién más?

Apago el vibrador. Se queja y se mueve pidiendo más.

-Agh... por favor... necesito correrme...

-Si un orgasmo es lo que tanto anhelas deberás decirme la verdad.

-También trabajo para la industria Maxwell.-confiesa.

Enciendo el vibrador a la velocidad tres. Sus gemidos comienzan a llenar la habitación, puedo ver cómo sus fluidos salen de esa hermosa vagina.

-Podrás correrte cuando yo te lo ordene.

-AAAAAAAAH...-grita.-Por favor... Will... ah... señor... lo necesito.

Apago el vibrador, esta pequeña no tendrá su primer orgasmo con un vibrador, tendrá que ser con mi pene dentro de ella.

Grita, pide más y más.

-Él... me ha tratado cómo una hija... le debo todo lo que tengo...-dice entre jadeos y voltea la cabeza, evitando mi mirada.

-¿Quiénes son tus padres?

Mierda, no dice nada, la habitación cambia de ser caliente y llena con los sonidos de su boca, a ser fría y en profundo silencio. Vuelvo a encender el vibrador, velocidad cinco, se contrae y gime más fuerte, su mirada está clavada en el respaldo del sillón, evitando a toda costa mirarme.

-Ro... rose...-gime.-Por favor... rose...

Me toma por sorpresa, rápidamente apago el juguete, puedo escucharla sollozar. Trato de acercarme lo más cauteloso posible y con cuidado, retiro el vibrador, haciéndola gemir.

-¿Estás bien?

Pero que pregunta tan estúpida acabo de hacer, por razones obvias no está bien. Sus piernas tiemblan, su respiración es agitada y los sollozos no paran.

-¿Puedes desatarme?-pregunta tratando de sonar tranquila.-necesito irme.

Con delicadeza deshago los nudos de sus piernas y poco a poco la desato. Veo cada marca que la cuerda ha dejado en su cuerpo, desato sus muñecas y la acaricio. 

-Lo lamento.-susurro.

No dice nada, se levanta del sillón, acomoda su vestido y busca su tacones. Cuando da un paso hacia delante se tambalea y pierde el equilibrio, con cuidado la tomo de la cintura, me siento en el sillón y la pongo en mi regazo.

-Espera un momento, puedes tener un bajón de adrenalina.-trato de sonar tranquilo, cuando en el fondo estoy muriendo que se quede y me deje tomar cuidado de ella.

-Estoy bien.

Vuelve a levantarse, tratando de mantenerse en equilibrio con los tacones en sus manos. Se dirige a la puerta de la habitación, voltea a verme. Su mirada refleja odio y dolor, logrando hacerme sentir culpable.

-Le mandaré los papeles de la fundación a su oficina.-dice sonando segura y profesional.-Que tenga una buena noche señor Crane.

Sale por la puerta, cerrándola detrás de ella. ¿Porqué me siento mal?,  ¿dije algo que no?, ¿la presioné?

Me quedo ahí parado, mi mente está dando muchas vueltas y tengo que arreglar esto.

Oh, Por Dios! (I)Where stories live. Discover now