Capítulo V

681 39 0
                                    

Quebec.

No puede ser, sabe quien soy.

-¿Y bien?-pregunta.

No puedo mirarlo ahora, sabe mi apellido, ¿Cómo lo supo?

Lentamente toma mi mano, la coloca en su pecho y juguetea con mis dedos.

-Me gustaría hablar con usted, señorita Salas.

-¿Salas?, está confundido.-logro decir.

-Oh no, sé que me ha mentido desde el primer momento.

No deja de mirarme a los ojos, siento mis bragas húmedas, mierda, este hombre podría mirarme por horas y lograr mojarme.

-¿Cómo lo supo?-pregunto ya rendida, honestamente, si ya lo sabe no tiene caso seguir ocultándolo.

-Tengo mis contactos, pero aquí, yo haré las preguntas.-responde.

-¿Qué quiere saber?

-Cariño, no te interrogaré aquí, necesito un lugar...-se acerca a mi oído y puedo sentir su respiración jadeante contra mi piel.-Más privado.

Toma mi muñeca y me jala en dirección a las escaleras, lentamente subimos. Puedo ver diferentes personas teniendo relaciones, unas "juegan" y otras son azotadas. El golpe de la realidad llega, no puede ser, esto es él, me golpeará, me amarrará, hará de mi todo lo que se le plazca; mi pulso y mi respiración comienzan a agitarse, comienzo a sentirme sin aliento.

¿Estoy excitada?, acaso es ¿deseo?, ¿lujuria?, no soy claustrofóbica, pero, estando con él en un lugar así se me hace imposible respirar con tranquilidad.

Sin darme cuenta me golpeo contra él, levanto la mirada y tiene una mano sosteniendo la manija de una puerta, maldita sea, abre despacio, tratando de darme tiempo para salir corriendo de ese lugar, pero no me muevo, estoy parada cómo una estatua. Quiero entrar, pero me aterra lo que puede llegar a hacerme por haberle mentido.

-No le haré nada.-dice de repente.

Lo miro, su mirada es sincera, en este momento recuerdo que todo el tema del BDSM tiene que ser consensuado por ambas partes, no me haría daño si yo no se lo permito.

-Si lo desea, haré lo que usted soporte.

¿Por qué ahora habla tan educadamente?, extiende su mano hacia mi, sin pensarlo, la tomo con cuidado y me dirige al centro de la habitación. Miro a mi alrededor.

Hay una cama King size, en cada lado de esta hay cadenas, muebles con objetos que a este punto desconozco pero sé que algunos de ellos son látigos, también en un estante hay vibradores y dildos de diferentes tamaños.

-¿Aquí traes a todas?-pregunto mientas miro la cama.

-No, esta es mi habitación personal y solo juego con mis sumisas y esclavas.

-Entonces, ¿qué hago aquí?, no soy tu sumisa ni tu esclava, vamos, ni siquiera soy tu amiga o amante.

-Lo sé, solo quiero hablar sobre la mentira que me dijiste desde el primer momento.

Se acerca a mi, con su mano derecha coloca un mechón de cabello detrás de mi oreja y acaricia mi mejilla con su pulgar, su toque es cálido. Por más que quiero mantenerme quieta y estar en calma, su aroma me envuelve, haciéndome desearlo más.

-¿Porqué?-pregunta.

-¿Ah?-estoy tan centrada en sus caricias que no puedo reaccionar.

-Me mentiste.

Me quedo callada. Me observa, baja su mano hasta mi mandíbula y con el pulgar acaricia mi labio inferior, por favor, quiero besarlo. Se acerca más y siento su respiración en mi mejilla, su barba me pica un poco, vamos, hazlo... me levanto de puntas, tomando la iniciativa para besarlo.

Dios... toma mi nuca, acercándome cada vez más a él, sus labios son suaves y carnosos. El beso comienza lento, pero con los segundos sube a ser apasionado, transmitiéndome su enojo. Con una mano toma mi cabello y da un leve jalón, mientras con su mano libre me toma de la cintura, acorralándome entre sus brazos.

-Por favor...-gimo entre sus labios.

-¿Qué es lo que deseas?-vuelve a jalar y muerde lentamente mi labio.

-A ti...-jadeo.

Se separa de mi y da un paso hacia atrás, por un momento quiero acercarme y sentirlo de nuevo, pero debo de controlarme.

-Si me deseas, jugarás bajo mis reglas.

¿Sus reglas?, no puedo pensar con claridad, estando así de cerca, en una habitación en la cuál hay objetos y juguetes que podrían traerme dolor y placer. Lo deseo, sin duda, lo deseo.

Acaricia mis labios, haciendo que mi labial se corra más de lo que ya está después de besarnos, por instinto succiono su pulgar, jugando con mi lengua. Veo el deseo crecer en sus ojos.

-No sabes en lo que te haz metido.-suelta un leve gemido y suelto su pulgar haciendo un "pop" con mis labios.



Oh, Por Dios! (I)Where stories live. Discover now