Capítulo XXI

377 26 1
                                    

Quebec.

Seis años atrás.

El sonido de la música es demasiado alto.  Me siento sudada y estoy un poco ebria, pero aún sé lo que hago y lo que está sucediendo a mi alrededor.  

El club está en el mejor punto, mis amigas y yo estamos en lo mejor, pedimos una ronda más de vodka y ahora sí puedo decir que beberé hasta perder la razón, mi novio, Anthony, está conmigo y sé que me cuidará.  Sus manos están en mis caderas mientras bailamos al ritmo de la música, mi trasero rosa por cada movimiento en su pene.  Se frota en mi y continuo con mis movimientos, normalmente suelo molestarlo un poco y dejarlo con las ganas de más y hoy no sería la excepción.

-Ven conmigo.-grita en mi oído para poder escucharlo, sus manos suben por mi abdomen hasta mis pechos, los masajea.  

Estoy tan metida en sus caricias que no puedo hacer nada, caminamos por unos momentos y en una esquina me gira y me besa.  El beso es fuerte y posesivo.  Pasa sus manos a mi trasero, lo aprieta y me da una nalgada, gimo entre sus labios y lo muerdo un poco.  

-Ten, tómate esto.-me susurra mientras saca una pequeña bolsa de su pantalón, puedo ver que contiene dos píldoras de color morado.  Sonríe, saca una y me la ofrece.  

-¿Qué es?-pregunto mientras la observo.  

-Algo que nos hará sentir muy bien.  

-¿Tu también la tomarás?  

Asiente y al saber que no lo haré sola tomo una, la meto a mi boca y la trago.  Puedo ver que él hace lo mismo.  No pasan dos minutos y comienzo a sentirme mareada, me tambaleo de un lado a otro, me sostiene y dice que hay una habitación pequeña en el segundo piso del club.  Subimos y abre la puerta.  Me recuesta en una cama, quiero dormir y olvidarme de todo.  

-¿Estás bien?

Asiento un poco y me acomodo para poder tomar una siesta.  Escucho un sonido, ¿es el seguro de la puerta ?, no lo sé, estoy tan inconsciente y tan cansada que  no lo sé.  A mi lado siento que la cama se hunde un poco por su peso, comienza a besarme, baja lentamente a mi cuello, sus manos están en mi mejilla, sosteniéndome. Lentamente me coloca boca arriba y se pone encima mío.  

-Mmmm... no... no...-logro a decir un poco agitada, trato de empujarlo de mi, pero es más fuerte y me sostiene por las muñecas, se quita el cinturón y me amarra las manos en la cabecera de la cama, haciéndome  imposible moverme, mis piernas están dormidas y no las puedo mover, no reaccionan.-Anthony... no... 

Sigue besándome, baja a mi cuello y succiona.  

-Eres una pequeña zorra, vestida así, dejando que todos te vean.  

Trato de moverme, muerde mi cuello a tal punto que podría hacerme sangrar.  Grito por el dolor, pero no escucha.  ¿Acaso estoy muda ?, ¿no me puede escuchar ?, ¿es por la píldora?  Siento las lágrimas salir de mis ojos.  Baja sus manos a mis pechos, los aprieta, baja mi vestido junto con mi sostén, dejándome expuesta ante él.  Nunca habíamos tenido relaciones, me aterraba la idea de que llegara a ser un poco rudo conmigo al ser inexperta y al ser menor que él.  

-Te marcaré, ya que eres mía, tu cuerpo es mío.

Quiero moverme y salır de ahí, pero no puedo, mi cuerpo no responde.  Besa mi clavícula, baja a mis pechos y los lame, juega con mis pezones, los aprieta y muerde.  Suelto un grito, pero no le importa, parece no escucharme.

-N... no... no... para...-suplico. Baja mi vestido por completo, dejándome solo con mis bragas, se separa de mi y me observa.  

-Tan linda, me has dejado con las ganas cada vez que te mueves así, tan puta, mi zorrita.  

Se arrodilla y abre mis piernas, siento que baja mis bragas lentamente, su respiración está a centímetros de mi vagina desnuda, se ríe y pone su boca en mi entrada, comienza a devorarme cómo si fuera un dulce, succiona y muerde hasta hacerme gritar de dolor.  Trato de patearlo y salir de ahí.  

-Owwww.  La zorrita no le gusta.  

Vuelve a ponerse encima mío puedo decir que ya no tiene pantalones ni boxers.  Mierda.  Jamás creí que mi primera vez sería de esta manera, lo amaba, lo adoraba, le decía que era lo mejor que me ha pasado, el amor de mi vida, y ahora, solo tengo náuseas, asco de estar con él, quiero escapar,  huir y no volver a verlo.  

Mi rostro está y mojado, rojo y puedo decir que estoy llorando y gritando con todas mis fuerzas, pero no puedo escucharme, siento cómo lentamente pierdo la razón.  Siento algo tratando de entrar a mi vagina, comienza a lastimarme, en un abrir y cerrar de ojos ya está dentro de mi, siento moverse de manera descontrolada, duele.

-Estás tan apretada.-susurra en mi oído y besa mi frente. 

Sus embestidas son cada vez más duras, siento cómo va desgarrando mi vagina y mi interior, no puedo hablar, no puedo gritar, siento cómo si fuera un juguete, solo miro al techo y las lágrimas se  resbalan cómo si fuera una cascada, sus movimiento son rápidos, una de sus manos está en mis pechos, pellizcando mis pezones hasta dejarlos rojos, sus labios en mi cuello succionando y mordiendo, su otra mano apretando mi garganta cortándome la respiración.  

Vamos, mátame.  

Llega un momento en el que siento un líquido caliente en mi interior.  La realidad me golpea, lo hizo sin condón, no sé si tenga alguna enfermedad y no quiero ser madre aún. Besa mis labios y mi frente.  Sonríe.  Está satisfecho.

-Que linda muñequita eres mi amor, cómo una estatua, sin gritar ni moverte.-se levanta, se viste y me deja ahí, en una cama sucia, desnuda, con su semen bajando y saliendo de mi, con las manos atadas y con mis sueños del hombre perfecto destruidos.-Es hora de irme.  

Se acerca y me besa, desata mis manos, se acomoda el cinturón, me avienta un bonche de billetes y sale de la habitación.  Estoy sola, no me puedo mover, mi cuerpo duele.  Siento que pasa una eternidad hasta que la puerta se vuelve a abrir y el temor vuelve, es él. Cierro los ojos esperando lo peor.

-Santo Dios.

Escucho la voz de un hombre, no, no de nuevo, comienzo a temblar y con la poca cordura logro hablar.

-Por... favor... no... 

Escucho que corre hacia mi y me pone una cobija.  

-¿Quién te hizo esto?-no respondo, las lágrimas vuelven a salir y no puedo parar de llorar. Siento sus manos en mi espalda y comienzo a temblar.-Estás bien ahora. Ven, déjame ayudarte.

Oh, Por Dios! (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora