Capítulo XVII

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Quebec.

No salió, maldición, pero de verdad quería que saliera y me pidiera quedarme, pero no puedo, no puedo quedarme con él.

Al salir de su empresa pienso en llamarle a Erick y pedirle que pase por mi, pero decido caminar, así podré pensar en algo para tratar de no alejarlo y poder cumplir con mi misión.  

Caminando y estando en mis pensamientos, paso por un callejón, logro escuchar unos gritos desesperados.  Trato de acercarme más y lentamente saco la pequeña pistola que normalmente llevo a todos lados. 

Logro ver a una chica recargada en la pared de un edificio y a un hombre encima de ella, le está levantando la falda con una mano, mientras que con la otra trata de ponérsela en la boca para callarla, ella grita, patalea, pero está asustada, roja por la angustia y sus mejillas están mojadas por sus lágrimas.  Trato de ser lo más silenciosa posible y me coloco detrás de él, le apunto a la cabeza y trato de llamar la atención de la chica, cuando me ve, le doy la indicación que mueva su cabeza a un lado, ya que la bala puede pasarle a ella.  Lo hace, veo en sus ojos un poco de esperanza.

-Espero que en el infierno te violen cómo lo estás haciendo con ella.-me acerco a su oído, le susurro y automáticamente le disparo por detrás de la cabeza.  

La sangre salpica por todos lados, la chica grita y se separa del cuerpo, me mira y me abraza.

-Gracias, gracias...-comienza a llorar, le regreso el abrazo y acaricio su espalda tratando de calmarla.

-¿Estás bien?-se separa de mi y sonríe.  

-Sí... si no hubiera sido por usted tal vez me haya pasado algo peor.  

-Deberías ir al hospital, necesitas un chequeo para saber que estás completamente bien.-asiente y me da un último abrazo, levanta su bolso y saca un paquete de pañuelos, se limpia la cara y las manos.  Cuando termina me extiende uno, lo tomo y me limpio.

-Necesito traer un arma conmigo.-dice de repente, si supiera lo que es llevar una, explicar a cada policía la razón por la cuál la traigo en mi bolso seria demasiado complicado.  

-No es necesario un arma, con que solo lleves gas pimienta o una navaja te ayudaría mucho.-limpio mis manos y mi cara, saco mi monedero y le ofrezco unos $ 100 dólares.  

Cuando los mira se queda callada.  

-No podría.

-Es para los gastos médicos y si te llega a sobrar algo lo utilices para una blusa nueva o una falda.

Sigue observándome, me ve como si fuera un ángel que ha venido a salvarla.  Sonríe.

-No puedo, estoy tan agradecida por lo que ha hecho por mi.  Que no tengo palabras.-baja la mirada al piso y las lágrimas vuelven a salir.  

Si me pongo en su lugar, yo también estaría completamente agradecida y me hubiera evitado un trauma de años, un embarazo y un aborto a tan temprana edad.  La tomo de la mano y nos dirigimos a la calle principal, logro meter el dinero en su bolso, le doy un último abrazo.

-Está bien, solo ten cuidado.-digo y sigo mi camino.  

Tal vez matar a violadores y asesinos me haga ser una asesina, pero trato de acabar con eso, si no hubiera pasado por ahí ella podría estar muerta y nadie haría justicia por su muerte.  Paso por un café a una cafetería que está por el camino, hago mi orden y pienso en llamarle a Will. 

Podría invitar lo a cenar, así hablaríamos de la fundación, de nosotros, bueno, siempre y no haya algo entre nosotros y solo me estoy haciendo ilusiones con el hombre que tengo que matar.  Tomo mi café y salgo con el celular en la mano. Busco el contacto de Erick y lo llamo.  

-Tardaste supongo que hubo acción.-dice y se carcajea.

-Nada de eso, salí a caminar y bueno, pasó algo que me tomó tiempo.  

-Ahora que carajos hiciste.

-Te lo diré cuando traigas tu trasero aquí.  

-¿En dónde estás?

Le doy la ubicación y en menos de 20 minutos llega, me subo al auto y conduce hasta la oficina.  Al llegar, me tumbo en el sillón.  A los minutos Erick no deja de insistir en que le diga lo que pasó en aquel callejón, le cuento y me dice que fue lo mejor que pude haber hecho por alguien más.

-Las cosas con Will no salieron bien.-digo de repente, él me mira y se ríe.

-Eres demasiado terca, te gusta, solo que quieres alejarlo a toda costa.  

Tal vez tenga razón, me levanto del sillón y me siento en mi escritorio.

-Estaba pensando en invitarlo a cenar.

-Lo seduces con comida servida en ti, que sucia eres.  

Su comentario me hace reír, es demasiado tonto, pero si lo ponemos en ese punto, podría funcionar.

-Pensaba en invitarlo al departamento y hacer la cena.  

-Me parece bien, así que, hazlo, llámalo.-saca de mi bolso mi celular y me lo entrega.  

Busco su nombre y cuando lo encuentro, presiono llamar. Responde al tercer tono.

-¿Ahora hablaras?

Oh, Por Dios! (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora