Fue hace muchos, muchos años

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-¿Segura que estás bien, Lauren?- Camila levantó con cautela el dedo como si fuera a tocarme la cara, pero se echó atrás al ver mi expresión. En lugar de eso, me indicó cautelosamente con la mano la zona sensible que tenía bajo el ojo.

-Sí, estoy bien. - Apenas podía creer que tuviera el valor de pronunciar esas palabras, ya que fue ella la que me puso el ojo morado en primer lugar. Quizás no era realmente un ojo morado, pero estaba bastante hinchado y dolía como la picadura de una avispa enfadada. Fruncí el ceño en su dirección. A decir verdad, sufría más de vergüenza aguda que de cualquier tipo de dolor.

-Realmente esperaba que bloquearas esa patada - dijo.

-Lo sé, amor.

-Nunca te habría golpeado a propósito, ni siquiera en broma. Lo sabes, ¿verdad, Lauren?

Llevábamos casi un cuarto de hora dando vueltas así. Estábamos en la intimidad de nuestros aposentos, pero no nos sentíamos como en casa. Camila caminaba como si pisara cáscaras de huevo con la intención de dejar las piezas enteras. Además, estaba yo. Estaba, en general, humillada más allá de lo imaginable. Examiné escenarios inventados en mi cabeza sobre cómo explicaría mi ojo hinchado a los demás.

¡Dioses! Sabía que iba a tener que romper bastantes narices por el incidente. Algún miserable diría algo y yo intentaría ignorar el comentario. Entonces, el maldito perro no se daría cuenta de cuándo se había adelantado y me empujaría hasta que tuviera que romperle la nariz, la rodilla o incluso algo que le resultara mucho más querido. Seguro que atravesarlo con mi espada sería más gratificante que golpear, pero mi nuevo sentido de la moral, y Camila, me impedían matar a mis amigos por infracciones menores.

-No lo entiendo. Siempre has bloqueado esas patadas antes- dijo Camila.

-Entiendo- respondí. Mi tono era más cortante de lo que pretendía, pero una vez que el mal humor se apoderaba de mí era extremadamente difícil detener su progreso. -Simplemente pensé que te detendrías.

-Lo siento, Lauren - respondió Camila. -Supongo que debería haberlo hecho. Es que no soy tan buena como tú...

Tenía lágrimas en los ojos mientras se quedaba sin palabras. Se dio la vuelta y salió de la habitación donde yo seguía de pie. Se detuvo junto a la ventana exterior y se apoyó en el muro de piedra. Parecía estar observando algo en el patio de abajo.

Ahora me sentía como una completa villana. La verdad es que ni siquiera vi venir su última patada; era tan rápida... tan buena. Muy bien, para ser totalmente sincera conmigo misma, nunca estoy en modo de lucha absoluta cuando entreno con Camila. No le gustará oír que me contengo cuando entreno con ella, pero ¿qué puedo hacer?

¿Cómo se convierte uno en demonio por un corto período de tiempo? Camila aún no entiende realmente mis métodos de lucha. La mayoría no lo hace. La gente me aclama como la más grande guerrera que el Imperio Griego haya conocido, aun conociendo cuarenta y cinco veranos como yo. Ellos, como Camila, seguramente asumen que se debe a mi fastidioso entrenamiento. Algunos incluso susurran que fue un regalo de los dioses al nacer. Bueno, ciertamente no lo fue al nacer ni fue una bendición. Ha sido la maldición de mi vida desde mi decimoquinto verano.

-Todo lo que tienes que hacer es decir que sí, Lauren, y a partir de este momento, lucharás con las habilidades de la guerrera más experimentada. Poseerás la fuerza de diez hombres. Nunca más alguien como Cortese podrá tomar lo que es tuyo".

-Debe haber una trampa. Eres el Dios de la Guerra, Ares. No soy tan ingenua como para pensar que no querrás algo a cambio.

-Llegará un momento, Lauren, en que te pediré que luches a mi lado, pero no ahora. Este regalo te lo doy libremente y sin ninguna promesa de tu parte. Sólo recuerda, sin embargo, que una vez que aceptes mi regalo, nunca podrás devolverlo.

La Conquistadora (Camren)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant