Una araña paciente silenciosa

1.4K 115 62
                                    


No era exactamente como yo pensaba que sería un Dios, pero había visto representaciones artísticas de él, así que al menos estaba ligeramente preparada. Tenía cara, torso y brazos humanos, pero de cintura para abajo era una cabra. Tenía patas, pezuñas, orejas y cuernos de cabra. Me quedé mirando. No creo que los cuadros puedan preparar a alguien para una visión como esa.

-¿Qué le hiciste a todos los demás?- Pregunté. No solía ser tan grosera, especialmente con los dioses, pero el día había agotado mi paciencia.

-Nada, mi corderito. Simplemente están soñando dulces sueños-.

-¿Por qué no me he dormido?-

-No lo deseaba-.

-Ya veo, ¿y consigues todo lo que deseas? -

-Soy un Dios, después de todo-.

-Hablando de eso, ¿no tienes algunos espartanos para celebrar?

Entonces se rió. No sé lo que esperaba, pero desde luego no fue el rico sonido que salió de lo más profundo de su pecho.

-Atenea dijo que eras una chica tímida que se guardaba sus opiniones para sí misma. Artemisa dijo que habías desarrollado una columna vertebral desde que estabas con la Conquistadora. Creo que existes en algún punto intermedio. Ven, siéntate conmigo, corderito, y controla tu temperamento-.

Sus palabras eran suaves, como pasar los dedos por el pergamino sin usar de un rollo recién desenrollado. No me afectaron de forma dominante como había oído que lo hacía el discurso de Pan. Tampoco su música. Había oído que las gaitas que tocaba podían adormecer a las mujeres hasta el punto de que se entregaban gustosamente al dios. Tenía que ser la música porque no podía entender qué más podían ver en él.

De nuevo, Pan se rió. -Te sorprendería. A menudo no es lo que puedes ver, sino lo que no puedes ver lo que hace a la persona-.

Sé que mi cara estaba roja como una remolacha por el calor que emanaba de mi piel. Había olvidado la primera regla de tratar con los Dioses en persona. Pueden leer nuestros pensamientos.

-Lo siento, no quise decir eso de manera desagradable-.

-Te creo, Camila. Ven...- Dio una palmadita a la piedra junto a la que estaba sentado y me uní a él junto al camino.

-Estoy un poco estresada en este momento. No pretendía faltarle el respeto a usted ni a su pueblo elegido-, dije.

-Muy respetuoso de su parte. Disculpa aceptada. Haría más por ti si pudiera, corderito. No hay muchos en el reino mortal a los que les haría esa oferta-.

-Pero tú tienes el poder de...-

-Causar un caos sin fin-. Dijo con cierta finalidad. -Camila, es cierto que con una palabra podría tener al ejército espartano ante ti ahora, pero ¿a qué precio? El pueblo necesita a sus dioses, por más ineficaces que parezcamos a veces. Puede que no seamos la mejor solución para la humanidad, pero somos todo lo que tienen-.

-Estoy respetuosamente en desacuerdo. Nos tenemos a nosotros mismos-.

Sonrió y me miró de arriba abajo. Sólo había un mínimo indicio de interés sexual en su mirada. Supuse que no había conocido a muchos mortales que le hicieran frente de esta manera. En tiempos normales, no habría actuado así, pero estos eran cualquier cosa menos tiempos normales.

-Para gente como tú y Lauren eso sería suficiente, pero los mortales como ustedes dos son raros, Camila. Individualmente, son dos mujeres que tienen el poder de cambiar el mundo a su alrededor, de obligar a otros a cambiar. Juntas, tienen una fuerza que trasciende lo que cualquier mortal posee-.

La Conquistadora (Camren)Where stories live. Discover now